La fotografía de un soldado herido buscando protección en el sacerdote Luis María Padilla le dio la vuelta al mundo y ganó el Premio Pulitzer: el otro ganador fue Betancourt, quien derrotó al comunismo y selló un ciclo de alzamientos de extremos que solamente se repitió en 1992
Publicado en: El Cooperante
Por: Anaísa Rodríguez
Este miércoles se cumplen 59 años de El Porteñazo. La madrugada del 2 de junio de 1962, un grupo de oficiales encabezados por el capitán de Navío Manuel Ponte Rodríguez, el capitán de Fragata Pedro Medina Silva y el capitán de corbeta Víctor Hugo Morales tomaron la Base Naval Nº 1 en Puerto Cabello. Los combates se prolongaron por tres días y dejaron centenares de víctimas fatales y de heridos; pero la inteligencia y energía del presidente Rómulo Betancourt quedaron para la historia, ya que al combatir a los insurrectos, terminó con las asonadas militares que ponían en peligro la estabilidad del sistema democrático en Venezuela y restableció la unidad y la disciplina dentro de la Fuerza Armada.
No es correcto hablar de El Porteñazo como un hecho aislado. Los años que antecedieron a este levantamiento militar evidencian la amenaza que acechaba a Betancourt, quien había denunciado en reiteradas oportunidades que su gobierno era asediado por la “doble acción de pinzas” de la conspiración de derecha y la conspiración de la extrema izquierda.
Pero Betancourt no se quebró y afirmó que la “misma firmeza que se ha tenido contra los conspiradores que actúan con el propósito de restablecer una dictadura igual a la desaparecida el 23 de enero, la está aplicando el Gobierno contra los conspiradores que reciben instrucciones, armas y dinero, como aquí se ha dicho, de la Unión Soviética, a través de la estafeta de tránsito de La Habana”.
En el año 1964, meses después de haber sido sucedido en la Presidencia de la República por Raúl Leoni, Carlos Canache Mata cuenta que visitó a Rómulo Betancourt en Nápoles, Italia, donde residió un tiempo antes de trasladarse a Berna. En el curso de la conversación entonces sostenida con él, le preguntó cuáles habían sido las sublevaciones militares más graves ocurridas en el ejercicio de los dos gobiernos que presidió.
Me respondió que durante la Junta Revolucionaria de Gobierno (1945-1948) había sido la sublevación militar del 11 de diciembre de 1946, y en el período de la presidencia constitucional (1959-1964) había sido la que estalló el 2 de junio de 1962, la del llamado “porteñazo”.
Carlos Canache Mata en El Cooperante
Medidas económicas y surgimiento del MIR
Antes de los hechos en Puerto Cabello, el presidente Rómulo Betancourt fijó el firme propósito de reajustar la economía venezolana que venía muy golpeada tras el derrocamiento de la dictadura el 23 de enero de 1958.
Carlos Canache Mata suscribe en el Collage número 51 sobre Rómulo Betancourt (Gobierno Constitucional- XIII-) que ante la realidad de la recesión económica y de serias dificultades fiscales, el 4 de mayo de 1961, el Presidente Betancourt, en mensaje especial, somete a la consideración del Congreso Nacional el proyecto de “Ley de Medidas Económicas de Urgencia y de Reforma Parcial de la Ley de Impuesto sobre la Renta y de la Ley de Impuesto sobre Sucesiones y otros ramos de la Renta Nacional”, que a la postre, derivó en una recuperación de los indicadores macroeconómicos.
Entre las medidas destacan la reducción de un 10% de todos los sueldos y salarios de funcionarios y empleados públicos y trabajadores al servicio del Estado y sus dependencias y empresas, sin más excepción que los sueldos inferiores a Bs. 300,00 al mes. Esta solución se considera la única alternativa a drásticos, a indiscriminados retiros de empleados públicos y de obreros al servicio del Estado, que vendrían a empeorar el grave problema del desempleo”. El Congreso aumentó el mínimo de rebaja a sueldos y salarios de trescientos bolívares a seiscientos bolívares mensuales. También el Proyecto de Ley prorroga todos los contratos colectivos por un año o más, sin aumento alguno.
En el Congreso Nacional, el Proyecto de Ley de Medidas Económicas de Urgencia provocó encendidos debates, en los que los parlamentarios de URD, del MIR y del PCV, lo califican de “ley de hambre” y a Andrés Germán Otero, el nuevo ocupante de la cartera de Hacienda, lo llaman “el ministro del hambre”.
Esa Ley, que la oposición anatematizó como “ley del hambre”, fue la que condujo al país a la superación y saneamiento de la situación económica y fiscal negativa que existía cuando fue presentada por el presidente Betancourt y luego aprobada por el Congreso Nacional. Gracias a esa Ley, se salió de la recesión y en 1963 hubo un crecimiento del PTB a una tasa de 5,8%, en tanto que en lo que respecta a la situación fiscal se logró el equilibrio presupuestario al balancearse los ingresos y egresos, y es más, había un superávit acumulado en la tesorería nacional de 744 millones de bolívares, señaló Canache Mata.
Pero fue precisamente este hecho el que marcó la segunda división de Acción Democrática, protagonizada por la corriente interna, encabezada por Raúl Ramos Giménez, conocida con el nombre de Grupo ARS. Con esta nueva división de Acción Democrática se favorece la creencia de que el Gobierno de coalición del presidente Betancourt estaba «debilitado». En las paredes de las calles de Caracas y de ciudades y pueblos del interior aparecen otra vez las pintas con las consignas de “Nuevo Gobierno, ya” y “RR” (Renuncia Rómulo”).
Huelga, paro y violencia
El 18 de enero de 1962, transportistas convocaron a un paro indefinido como señal de protesta contra la implantación de la Ley de Seguros de Responsabilidad Civil. En medio del paro, disturbios sacudieron varios puntos de la ciudad tachirense y la emisora radial “Ecos del Torbes” y otros establecimientos resultaron afectados. El paro de transporte se extendió a Caracas y otras ciudades.
El día 23 de enero se reportaron tres muertos y nueve heridos y varios comercios saqueados. A las 2:00 p.m. estalló una bomba en el edificio de la Embajada de los Estados Unidos, en la Floresta, lo que fue solo el inició de una cadena de explosiones en varios sitios de la ciudad; la bomba “malogró paredes y destruyó parte de los archivos de la Embajada” (“El Nacional”, 23 de enero de 1962).
Los disturbios continuaron y la noche del 24 de enero, organismos económicos Caracas reunidos con miembros de Fedecámaras acordaron respaldar al sistema democrático y condenar los hechos de violencia.
Pero, el presidente líder de la causa democrática sabía que este paro no estaba motivado solo por razones sociales y económicas. Betancourt tenía claro que los hechos vandálicos eran propiciados por el PCV y el MIR.
A través de un Comunicado Oficial, el gobierno de Betancourt se pronuncia sobre los hechos de violencia:
«El Gobierno Nacional informa a la opinión pública que los disturbios y motines ocurridos durante los días 22, 23, 24 y 25 del presente mes de enero, tomando como pretexto la protesta iniciada en San Cristóbal por la aplicación de la Ley de Tránsito Terrestre en lo que respecta al Seguro de Responsabilidad Civil, fueron organizados y dirigidos por el Partido Comunista de Venezuela y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria, en cumplimiento de una acción previamente planeada de terrorismo y subversión contra el régimen constitucional. Esta acción insurreccional perfectamente coordinada en varias ciudades del interior del país y en el área metropolitana de Caracas fue llevada a cabo mediante actos realizados por activistas y menores de edad, que actuaron como brigadas de choque y como francotiradores apostados en Bloques de vivienda colectiva. Diversos sitios del área metropolitana de la capital de la República y en ciudades del interior del país fueron atacados mediante el uso de bombas “molotov”, niples y granadas de mano, ocasionando daños materiales…Este nuevo combate de rebelión del Partido Comunista de Venezuela y del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, hecho con el firme propósito de destruir nuestro sistema democrático de gobierno, para sustituirlo por una dictadura totalitaria al estilo de las que imperan en Cuba y en los países del bloque Chino-Soviético, ha ocasionado la pérdida de 19 vidas humanas (cursivas de CCM), entre ellas la de un guardia nacional, dos agentes policiales y un sargento técnico del Batallón Blindado ‘Bermúdez’, y heridas a ciento diez personas, incluyendo a 16 agentes policiales. Igualmente, fueron incendiados por los terroristas, una patrulla policial, cinco automóviles particulares y cinco autobuses. Resultaron dañadas siete patrullas policiales”.
Al tiempo que se desarrollaba el paro de transporte, hechos violentos se registraban en la Universidad Central de Venezuela y en La Guaira.
Canache Mata refirió lo descrito por el historiador Ramón J. Velásquez:
“Se interrumpió el tráfico en el Este de la ciudad, grupos de estudiantes armados disparaban desde el recinto de la Ciudad Universitaria. Grupos estudiantiles pertenecientes a los partidos de la coalición pedían armas para desalojar a los francotiradores. El Ministro de la Defensa amenazaba con realizar la desocupación con el Ejército. El Consejo Universitario terminó pidiendo el desalojo de los guerrilleros. Mientras tanto en Caracas y en las principales ciudades del país, grupos de francotiradores ponían en jaque a la policía y al Ejército”.
Según Luis José Silva Luongo, que “ante esta situación, el Consejo Universitario logró que los estudiantes en actitud de violencia cesaran en su posición y abandonaran la Universidad”.
Al ubicarnos en la madrugada del 29 de enero de 1962, 138 jóvenes fueron sorprendidos y detenidos en una de las zonas residenciales de unos establecimientos militares de Maiquetía. Unas horas después, el gobierno informó que la policía dirigida por el comandante teniente Gustavo Lagrave detuvo a 138 personas entre 16 y 22 años.
«Algunas de las cuales son estudiantes universitarios, 21 de ellos con el carnet del Partido Comunista de Venezuela y 12 con el del MIR. Dichas personas se encontraban merodeando alrededor del Cuartel de Infantería de Marina, del Cuartel del Destacamento de la Guardia Nacional y de la Escuela Naval, todos ubicados en la vecina población de Maiquetía. Varias de las personas detenidas portaban machetes y cabillas. El Gobierno Nacional ha ordenado registrar los locales del Partido Comunista de Venezuela y del Movimiento de Izquierda Revolucionaria en busca de armas, explosivos y propaganda subversiva”.
Citando a Pompeyo Márquez, (“Pompeyo Márquez contado por sí mismo”. Venezuela 2011) la estrategia de la insurrección fue una «combinación de guerrillas urbanas, guerrillas rurales y alzamientos militares”.
En la ciudad de Caracas, la guerrilla urbana se organizaba y se extendía a otras ciudades del interior, los grupos armados llamados Unidades Tácticas de Combate (UTC) eran las encargadas de hostigar al Gobierno y a locales, empresas e instituciones calificadas como blancos de ataque.
Estas UTC rayaban ya en el terrorismo, los asaltos a los bancos que denominaron «expropiaciones» demostraron que en medio del caos llegaron a perder la perspectiva y llegaron a convertirse en delincuentes.
Por su parte, Luis José Silva Luongo, formula la siguiente observación: “Las guerrillas van a durar un largo período, que se inicia en el gobierno de Betancourt, continúa en el gobierno de Leoni, cuando se las combate con la mayor contundencia, y termina con el gobierno de Caldera, mediante la aplicación de la llamada política de pacificación”
El 24 de abril de 1962, el Ministro de la Defensa, General Antonio Briceño Linares indicó en un mensaje al país que desde enero a esa fecha, se habían registrado 8 focos guerrilleros y 12 asaltos a residencias de la Fuerza Armada. Los focos fueron descubiertos en el estado Sucre; en Falcón, Mérida, Portuguesa, Trujillo, Yaracuy y Carabobo.
Tan solo unos días después, ocurrió El Carupanazo: la combinación entre la extrema izquierda subversiva y el alzamiento militar. Una especie de matrimonio morganático en el que no se sabe cuál de las partes es la del linaje inferior, describió Canache Mata.
Betancourt, en Consejo de Ministros, decretó suspender algunas garantías constitucionales y se dirigió al país con el siguiente discurso:
«Estaba en lo cierto al sostener la tesis de la existencia de grupos políticos en Venezuela empeñados en que en nuestro país no rigieran las normas del sistema democrático y representativo de gobierno que la nación se dio en las elecciones del 7 de diciembre de 1958, sino otras que fueran calco de las vigentes en la desventurada Cuba (…) En conexión con este movimiento cubanizante estalló en la madrugada de hoy un pronunciamiento contra el gobierno, liderizado por algunos oficiales del batallón de infantería de marina N° 3, acantonado en Carúpano (…) Ellos me están oyendo; que se rindan en las primeras horas de mañana porque las instrucciones y las órdenes que llevan las tropas son precisas y claras. Frente a quienes insurjan contra el régimen democrático, frente a quienes se alcen en armas contra el Gobierno legítimamente constituido, la respuesta que se da y se dará es la respuesta de las armas”.
Tras la advertencia, el dirigente agrario Armando González movilizó al campesinado y José González Navarro, presidente de la CTV, convocó un paro obrero y campesino para respaldar al presidente. El día siguiente, el 4 de mayo, los alzados se rindieron y entregaron las armas.
El 9 de mayo, Betancourt -en Consejo de Ministros- decretó suspender el funcionamiento y prohibir las actividades de sus dos principales enemigos: PCV y MIR.
El Porteñazo
A menos de un mes de la intentona de Carúpano, ocurrió El Porteñazo. Betancourt no estaba en Caracas cuando en la madrugada del 2 de junio de 1962 estalló la insurrección de la Base Naval N° 1de Puerto Cabello. El mandatario se dirigía a Mérida con motivo de la reunión anual de Fedecámaras.
Durante el viaje, pernoctaba en Barinas, cuando a las 7:30 a.m., recibió un radiograma del Ministro de Relaciones Interiores, Carlos Andrés Pérez, contándole sobre el estallido de un golpe militar. De inmediato, suspendió el viaje y retornó a Caracas. Ya a las 9:30 a.m estaba en Miraflores.
En Puerto Cabello, los golpistas sometieron al capitán de Navío Jesús Carbonell Izquierdo, Jefe de la Escuadra, al Capitán de Fragata, Guillermo Ginnari, Jefe de la Base, y a otros oficiales. Desde Radio Puerto Cabello, en poder de los alzados, el Capitán de Fragata Pedro Medina Silva, a las 10 y 45 minutos de la mañana, leyó una proclama intentando justificar el pronunciamiento contra el Gobierno Constitucional y hace un llamado a otras unidades a plegarse al movimiento, especialmente al Destacamento 55 de la Guardia Nacional, acantonado en Puerto Cabello y controlaba el aeropuerto de la ciudad.
Se movilizaron y ocuparon varios sitios claves de la ciudad como el parque de la Base, ocuparon el Castillo Libertador (donde liberaron y armaron a decenas de guerrilleros y a parte de los suboficiales insubordinados de Carúpano), dominaron el Fortín Solano, se apoderaron del Cuartel de la Digepol y del de la Policía Municipal, sometiendo posteriormente la Prefectura de la ciudad.
Pese al rápido despliegue, los rebeldes no contaron con el destacamento de la Guardia Nacional que se encontraba en el muelle de Puerto Cabello, este debía bloquear la carretera Valencia-Barquisimeto y retardar la entrada de las fuerzas leales a Betancourt. Pero, no fue así. Además, no contaban con que la escuadra no permitió que ninguno de los buques fuese tomado, logrando fondear fuera de la rada y activar su artillería en apoyo del gobierno.
La tarde del 2 de junio, la Base Naval fue recapturada por el gobierno de Betancourt. Edgardo Mondolfi Gudat, citado por Canache Mata, relató que el teniente de fragata Justo Pastor Márquez ideó un plan audaz para rescatar a los capitanes secuestrados.
«El teniente Márquez se vistió de sacerdote y se presentó al comando. Numerosos infantes de marina montaban guardia alrededor de la pieza donde estaban detenidos los jefes leales. Márquez habló con ellos en plan sacerdotal. Los infantes no sospecharon. Cuando el teniente los invitó a pasar a un sitio adyacente, donde esperaban unos oficiales que estaban en acuerdo con él, los infantes fueron encañonados por las ametralladoras y desarmados. De inmediato se procedió a la liberación de los capitanes Carbonell y Ginnari».
Ya libres, Carbonell y Ginnari reagruparon un sector de la Infantería y recapturaron la Base Naval donde se hallaban detenidos.
“La ciudad quedaba en poder de 200 infantes y 300 civiles armados, la mayoría guerrilleros, mientras desde el mar amenazaba la Escuadra y a la entrada de la ciudad la Guardia Nacional recibía refuerzos del batallón ‘Piar’ de Barquisimeto; del batallón ‘Carabobo’ de Valencia y del Motoblindado de Maracay.
En la madrugada del 3 avanzaron varios tanques por el sector de La Alcantarilla. Detrás de cada tanque iba un pelotón de diez soldados. Ningún ruido sospechoso, ninguna señal peligrosa se advertía, ́pero al pasar el último tanque llovió fuego de todos lados y quedaron muertos diez soldados y heridos varias decenas. Los tanques abrieron una descarga mortal contra las casas de la emboscada. El Liceo ‘Miguel Peña’ se había convertido en una verdadera fortaleza con dos secciones de ametralladoras y una escuadra antitanque en defensa de marinos, infantes y civiles. Más de dos horas duró el combate y la toma del Liceo. La lucha terminó en la tarde del 3 y costó centenares de vidas».
Ramón J. Velásquez. “Aspectos de la evolución política de Venezuela en el Último Medio Siglo 1926-1976”, citado por Carlos Canache Mata para El Cooperante
La ayuda del padre y el Premio Pulitzer de Fotografía
El 4 de junio de 1962, el diario Últimas Noticias y La República imprimieron en la primera plana de sus ediciones la fotografía de un cura sosteniendo a un soldado que está de rodillas. La foto fue tomada en Puerto Cabello en medio del combate armado de El Porteñazo.
El sacerdote Luis María Padilla, capellán de la base naval de Puerto Cabello y párroco de Borburata, se encontraba en medio del tiroteo y trataba de ayudar a levantar a uno de los militares.
Fue tomada el domingo 3 de junio por el fotógrafo Héctor Rondón Lovera del diario La República.
En 1963 Rondón Lovera fue galardonado con el Premio Pulitzer de Fotografía, el más alto galardón de este tipo en los Estados Unidos y uno de los más prestigiosos a nivel mundial.
Al derrotar a los insurrectos de Puerto Cabello, el presidente Betancourt terminó con las asonadas militares que ponían en peligro la estabilidad del sistema democrático en Venezuela, restableció la unidad y la disciplina dentro de la Institución Armada, y evitó que el país fuese convertido en vasallo de intereses ajenos al sentir nacional y, por ende, sujeto a dependencias foráneas. Una vez más, Betancourt demostró su inquebrantable lealtad a la democracia y su entereza para defenderla, explicó Carlos Soto Tamayo en «Rómulo, democracia con garra”, de 1986.
Ese año y por las siguientes tres décadas, culminó el ciclo de intranquilidad militar que comenzó en 1945:
«El presidente vencedor parecía haber devuelto al corral el toro que él mismo había soltado en 1945”.
Manuel Caballero. “Rómulo Betancourt, presidente de nación”.
“Él supo ser el piloto de la más rabiosa tormenta”, dijo Mariano Picón Salas. Así lo registra la historia. En su VI y último Mensaje presentado el 7 de marzo de 1964 al Congreso Nacional, el propio Presidente Betancourt expresó que se sentía orgulloso de que su gobierno no se dejara intimidar.
“No se dejare intimidar, acorralar ni derrocar por minorías antidemocráticas, ya fueran las del clásico estilo autocrático latinoamericano o las revestidas del paramento novedoso de ideologías seudorrevolucionarias…” Rómulo Betancourt. “La Revolución Democrática en Venezuela”. 1959-1964. Tomo IV. Imprenta Nacional. Caracas/1968. Pág. 338.