Publicado en: Prodavinci
Por: Mari Montes
Era muy temprano en la mañana cuando nos topamos con los letreros pintados en las bocas de las dos entradas principales de la tribuna del Publix Field, en Lakeland: “Gracias, Miggy, the final season”.
Desde el año pasado sabemos que 2023 sería el último año de Miguel Cabrera como jugador activo, pero leer esa despedida igual nos impactó.
Es lo que es. Tenemos que acostumbrarnos a ver el béisbol sin él, después de 20 años en los que tuvimos el placer de escribir la historia de un pelotero de dimensiones extraordinarias.
Miguel Cabrera está disfrutando su último entrenamiento de primavera y lo hace como nunca antes. Se le nota la tranquilidad con la que anda, con una sonrisa perenne. A todos saluda, con todos tiene un gesto. Así multiplica la alegría por donde pasa en Tiger Town, hogar de los Tigres de Detroit en primavera.
Sale al terreno para trabajar con sus compañeros. Como ya no tiene que practicar defensa, aprovecha esos minutos para conversar con nosotros (Daniel Álvarez, director de El Extrabase, y yo). En el dugout sólo nos acompaña el periodista venezolano Carlos Guillén, coordinador de medios de los Tigres de Detroit, así que hablamos en total confianza, relajados, tal como Miguel se siente en este momento de su vida. Fue lo primero que nos dijo, después de una breve discusión sobre cómo se prepara la masa de las arepas. Él pone primero la harina, aunque también confesó que no es él quien hace las arepas en su casa y que le gustan con queso y mantequilla.
Estoy relajado. Pienso que no había tenido un spring training tan relajado como este, y lo digo por la simple razón de que ya uno no se está preparando para jugar diez, quince, veinte años, sino que ya este es mi último año, y estoy súper relajado, feliz y contento, para disfrutar este año. Ojalá terminemos bien.
Siente alivio, no solo porque es spring training, sino por lo que ha hecho en su trayectoria como jugador:
Sí, siento un poco de alivio. Pienso que estoy en una buena posición en mi carrera y le doy las gracias a Dios por darme esta oportunidad, permitirme decir que me voy a retirar. Estoy bien agradecido, dándole las gracias.
Hablamos de todo, pero el tema recurrente fue el agradecimiento. La palabra más usada: “Gracias”. Su estado: “Agradecido”.
¿Qué le diría este Miguel Cabrera de 2023 a aquel Miguelito de 2003, en Júpiter, que soñaba con ser un grandeliga?
¡Gracias! Le diría que gracias por no haberse rendido, por todo el trabajo que hizo durante muchos años para que este Miguel Cabrera esté aquí, tranquilo, relajado y disfrutando de esta pelota todavía.
Comenzando el spring training, en su primer contacto con la prensa que cubre a los Tigres, dijo que no esperaba homenajes.
¿Qué piensas cuando ves el “Gracias, Miggy, the final season”? Cuando llegues a Detroit eso va a estar por todos lados, y aún cuando dices que no quieres un tour de despedida…
Miguel interrumpe:
¡No, no! No se confundan, que no es que no quiero un tour de despedida, es que yo dejé muy claro que no espero pleitesía, pero si quieren hacer algo, lo hacen. En realidad no juego este deporte para que me rindan homenajes ni nada de eso, solamente quiero dejar una huella y seguir abriendo las puertas a muchos venezolanos como otros las abrieron para nosotros.
Si fueses el anunciador en el último turno al bate de Miguel Cabrera, ¿cómo lo anunciarías?
Me estás poniendo en tres y dos y pichando Randy Johnson, sé que va a tirar slider, pero igualito voy a hacer swing (risas)… Lo más que diría es: ¡Gracias! ¡Gracias por los años que le dedicaste a la pelota! Te deseo mucha suerte en esta otra etapa de tu vida y esperemos que todo salga bien.
¿Y qué quieres hacer en esa otra etapa?
¡Realmente, nada! (risas) Quiero disfrutar, quiero viajar, pasar más tiempo con la familia, dedicarle un poco más de tiempo a los chamos y estar con ellos en esos momentos importantes, que cuando uno está aquí, en esta pelota, no está… quiero estar más en sus vida.
Sus hijos practican los dos deportes que apasionan a Miguel: el voleibol y el béisbol. Cada vez que puede los acompaña en sus actividades. Su esposa, Rosangel, se dedica a apoyarlos en sus competencias durante la temporada:
Cada vez que tengo tiempo estoy con ellos en sus deportes, pero quiero estar más, al cien por ciento, para que ellos sientan que soy parte de su vida, no solamente en sus deportes, sino en todas esas decisiones que ellos deben tomar.
Se le iluminan los ojos cuando habla de su familia y de cuánto ansía disfrutar con ellos después de su retiro.
Volvemos al béisbol y a su última campaña.
En este spring training, ¿qué le quisieras dejar a los novatos que están en su primer ST y con la ilusión de tener una carrera?
El trabajo duro es lo único que uno le puede dejar a ellos, que siempre salgan al terreno de juego con un propósito, con el sueño de establecerse y llegar a las Grandes Ligas. Con sacrificio, trabajo duro y mucha dedicación pienso que las cosas se pueden lograr.
Una vez le preguntaron a Mickey Mantle si llegaba al home con la idea de dar un jonrón y dijo que sí, que todo el tiempo. ¿Qué piensas tú?
En pegarle a la pelota. Es un dicho muy viejo, pero pienso que los jonrones salen solos. Lo único que tienes que hacer es un buen contacto. La mayoría de las veces, cuando uno sale a buscar un jonrón, o a tratar de pegarle a la pelota más duro de lo que uno puede, es cuando cometemos muchos errores. Pero estamos hablando de una leyenda como Mickey Mantle, que podía hacer lo que quisiera con el bate. Dicho por él suena fácil, pero es bastante difícil.
Mickey Mantle dejó 536 cuadrangulares en su cuenta definitiva. Miguel acumula 507 y tiene toda la temporada para acercarse a él.
¿Piensas mucho en el home?
Siempre.
¿Y ahora con el reloj?
No te da chance de pensar. Es una transición bastante compleja. No es tan difícil, pero sí lo es para acostumbrarse, por lo menos para mí, que he jugado muchos años sin que me estén apurando para batear y uno se tomaba su tiempo. Uno pide tiempo para sacar al pitcher de su paso y más cuando uno sabe que el pitcher se molesta con eso, uno lo hace a propósito. Ahora no, no tenemos eso, las cosas han cambiado. Me cantaron un strike hace días por eso, porque se me olvidó completamente, pero es parte del proceso. No fue por parlanchín, no estaba ni hablando, esperaba mi turno tranquilo, pero esos 15 segundos pasan demasiado rápido.
Hablamos de cómo es su trabajo ahora, con los cambios y en el rol de designado. Dice Miguel:
Mi trabajo ahora es fácil, solo tengo que batear, no necesito agarrar rolling ni nada. Bueno, ni tan fácil, batear no es fácil. Ahora es más difícil aunque tendremos más huecos. Ahora te cubren donde das los hits. Antes decían que los hits no se atajaban, pero pusieron a alguien donde tú metes los hits, donde el mayor porcentaje de las veces caen tus batazos. Ellos ponen defensa ahí y es difícil dar dobles. Desde el primer inning ya te están cubriendo pegados de la pared. Una persona que no corre como yo tiene que rezar para dar un doble (risas). Tiene que ser doble por regla.
En los últimos años se perdió que los batazos por el medio casi siempre eran hit. Ahora que la regla cambia, van a ser más los batazos imparables por el centro del campo, especulamos.
Depende, hay mucha gente a la que le dan trabajo para que esté metida todos los días en una computadora. Recuerdo que el año pasado me cubrían short y segunda, para el medio. Lo único bueno es que no van a poder cubrir en la grama, porque también me cubrían en la grama. Un rolling por ahí y me sacaban out como a 10 pies. Yo decía: “¡Dios mío!, ¿por dónde la pongo?”.
¿Cómo reaccionaste cuando viste que acortaron un poco la pared del Comerica Park?
¡Contento! ¡Ojalá tenga 10 flys lejos pa’ allá! (risas). Y, en vez de outs, que sean jonrones.
Le comentamos que el próximo jugador que va a alcanzar es Ichiro. Está tan solo a un imparable para igualarlo. Sonríe y nos da una confesión divertida:
¡Ichiro! Ichiro me ha enseñado mucho japonés. Muchas groserías. Aunque los japoneses no dicen groserías, trato de sacarle cómo se dicen las partes íntimas de las personas y siempre ando aprendiendo ese tipo de cosas (risas).
Comenzaron a llegar sus compañeros y técnicos al dugout, después de terminar la práctica. Nadie interrumpió, sonreían al vernos reír a carcajadas, todos conocen el sentido del humor de Miguel.
Para no perder la costumbre, quiso enviar un mensaje a los venezolanos:
¡Gracias por todo el apoyo que he recibido durante todos estos años! Hubo muchas altas y bajas, pero siempre he sentido el apoyo de todos ustedes, críticas buenas, críticas malas, eso es parte de nosotros ser venezolanos. Les mando un gran abrazo, siempre agradecido por todo el apoyo, ¡y muchas bendiciones!
Terminó con nosotros y se incorporó a la práctica de bateo.
Uno de los mejores bateadores de toda la historia del juego, aunque vaya de salida, aunque sea su última primavera en el béisbol, tiene que hacer lo mismo que hacen los novatos. Ese es el entusiasmo que transmite. Ha hecho todo lo que ha querido.
Ahora quienes le damos gracias por todos estos años somos nosotros.
¡Gracias, Miguel!
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Mientras terminábamos esta nota, Miguel Cabrera dio HR en Lakeland.