Calcular el inicio de la gesta que nos llevó a votar hace días también es una operación de largo plazo, o una búsqueda que nos obliga a mirar hacia horas que no son tan cercanas
Publicado en: La Gran Aldea
Por: Elías Pino Iturrieta
Las transformaciones de la sociedad no ocurren de un día para otro. Por eso las ciencias sociales manejan la noción de evolución tomada del catecismo de Comte como una clave certera para evitar el anuncio de novedades cuando todavía no están en el tiempo de concretarse. La historia de las mentalidades, en la que he querido especializarme, es muy cautelosa a la hora de anunciar la desaparición de un contexto colectivo y su reemplazo por otro. ¿Por qué? Debido a la resistencia de los hombres ante la amenaza de mudanzas repentinas, frente a la pérdida de hábitos que le son caros y sin cuya muleta se sienten perdidos.
Pero esta generalización solo pretende llamar la atención sobre el colofón de los sucesos de naturaleza política que hoy sacuden a la sociedad venezolana. Nada de erudiciones, ni de manejos intelectuales, por consiguiente, sino solo la necesidad de sugerir el control de las prisas porque habitualmente los fenómenos que más importan se mueven con pausa, o tienen un ritmo que nadie puede acelerar desde sus deseos, o desde sus necesidades particulares, debido a la influencia de causas superiores e ineludibles que generalmente se mueven y manejan en el seno de las cúpulas. Aquí lo colectivo solo lo es relativamente, debido a que la determinación de su rumbo y del trajinar de su almanaque depende de decisiones que solo toma un grupo de protagonistas.
Afirmado lo cual, conviene pensar en el inicio del proceso que accedió a un punto estelar el pasado 28 de julio, cuando fuimos a votar por un nuevo presidente de la república, o por uno viejo y conocido. Calcular el inicio de la gesta que nos llevó a votar hace días también es una operación de largo plazo, o una búsqueda que nos obliga a mirar hacia horas que no son tan cercanas. Lo más sencillo sería pensar que todo empezó con la elección primaria de una candidata de oposición que fue vetada por el régimen para que se destara la tempestad que hoy nos conmueve. De ser así, y para no contrariar a las ponderaciones de la paciencia mencionadas al principio, el pugilato apenas estaría empezando y, en consecuencia, su desenlace será moroso. Sin embargo, una mirada más profunda puede usar el catalejos para encontrar raíces sembradas con anticipación.
¿Qué descubre ese catalejos, cuando apenas lo usamos desde el balcón para observar un paisaje despejado? Una descomposición del régimen llegada hasta extremos de putrefacción en el último lustro, más bien en la última década, y un deterioro cada vez más evidente del rol de conducción que debían ejercer los partidos de oposición, mientras las mayorías de la sociedad caminaban un calvario sin encontrar la compañía de redentores eficaces. Pero, a la vez, el crecimiento paulatino de un nuevo liderazgo, capaz de llevar a cabo una lectura practica y lúcida de la realidad que podía o debía convertirlo en eje indiscutible del futuro cercano. El asunto consiste ahora en buscar la partida de nacimiento de este fenómeno, para descubrir que no es tan reciente como para sentarnos sin carreras a esperar su clímax porque así lo aconsejan los sociólogos y los historiadores de las mentalidades.
Solo es cuestión de plantear el nacimiento y el fortalecimiento de ese nuevo liderazgo como paralelo a la decadencia o al hundimiento del chavismo. Un flamante protagonismo se hace dueño de la escena mientras la mediocridad y las fechorías del régimen se hacen más visibles, y más intolerables. Se trata de un hecho muy anterior a la fecha de la elección primaria. A partir de ella hace una fulgurante presentación nacional, con María Corina Machado en la vanguardia, pero viene de atrás a buen paso. Se plantean estos pormenores con el objeto de reflexionar sobre la culminación del proceso que ahora motiva a la sociedad debido al fraude electoral perpetrado por el régimen. Si se piensa que la resistencia exitosa a la dictadura nació a partir de la elección primaria, todavía falta tiempo para que la corriente llegue a su desembocadura. Pero, si sabemos que su parcela se sembró y abonó con antelación, el tiempo del calendario se achica.
Mas no sabemos si mañana amanecerá achicado, como quiere la inmensa mayoría de la sociedad que votó contra el continuismo. Pese a que fue abrumador, de ese voto no depende la despedida de un régimen que se aferra al poder y que hace lo que puede para mantenerlo, incluyendo trampas escandalosas y movimientos de terrible violencia. Depende de un entendimiento perspicaz y profundo de la situación de postrimerías que sacude a unos peleadores noqueados que se han robado el laurel de la victoria. En situaciones de postrimerías que son, a la vez, prólogos de una escena colmada de promesas, se debe trabajar con el más primoroso de los cálculos. María Corina Machado y su equipo nos han demostrado con creces que son expertos en ese tipo de cuentas, pero no es una faena de veinticuatro horas.