Jean Maninat

Con el puño en alto – Jean Maninat

Por: Jean Maninat

En los Juegos Olímpicos de 1968 en México, una imagen detonó la tranquilidad olímpica de la premiación de los 200 metros masculinos: Tommie Smith, medalla de oro y John Carlos, medalla de bronce, escuchaban -ya en el podio-  el himno de su país, los Estados Unidos, con un puño en alto y enguantado en negro. El saludo-símbolo de los violentos militantes del partido político Pantera Negra (Black Panther). Los líderes de los panteras negras eran jóvenes, educados, apuestos y mediáticos negros urbanos que profesaban un marxismo-leninismo à la mode y criminalPero eran elegantosos, con sus abrigos de cuero y su amenazante puño en alto, los niños mimados del radical chik blanco y liberal que magistralmente describió Tom Wolfe en un artículo en la revista New York.

El puño en alto ha sido secularmente símbolo de la izquierda genérica, de la fuerza retadora de los trabajadores organizados, improvisado muñón para acompañar las estrofas de La Internacional, (seguramente la canción política más bella que se haya escrito), o para apuntalar el linchamiento político de algún disidente en plaza pública (hoy llamada red social). Los niños-bien del mayo de 68 parisino y los rebeldes de los campus universitarios gringos lo levantaban crispados, remedando lo que suponían era un símbolo de las luchas de los obreros industriales en el siglo XIX, a pesar de que no existan fotos de Marx y Engels, o Lenin y Stalin,  o al menos de los menesterosos Sacco y Vanzetti, amenazando los cielos capitalistas con un puño airado.

El puñado de cinco apéndices articulados ha seguido su curso simbólico, se fue aggiornando (en italiano todo suena más intelectual y cosmopolita, ¿no es cierto?) diseñadores gráficos fueron suavizando sus contornos, lo hicieron menos agresivo, más ¿inclusivo? Los partidos socialistas de climas y políticas templados lo asumieron como símbolo (y se zafaron de la agresiva hoz y martillo comunista) le plantaron una rosa inocente o lo colorearon cálidamente para hacerlo familiar y acogedor como el coscorrón de una abuela.

(Cuentan que en la Pequeña Venecia, los militantes de grupúsculos universitarios de izquierda, pequeños burgueses, católicos y mortificados por su origen, y grupúsculos de ultraizquierda, cultores de la lucha armada, la revolución cubana y el resentimiento social, hacían mofa del inofensivo puño naranja del MAS, argumentado que en su interior dormitaba apretado un carnet aspiracional de AD. Se entiende que era pura envidia de clases…universitarias).

El otrora símbolo del cambio y la justicia social, antena obligada de las barricadas proletarias y estudiantiles, password de anarquistas y alternativos para abrir las puertas del asalto al cielo, ha perdido toda su identidad, su abolengo revolucionario y se ha convertido en un gesto inocuo, una barquilla a la que cada quien le pone el sabor helado que le plazca, un significante ajado y cansino. El candidato republicano y expresidente estadounidense, Donald Trump, luego de acusar a su contendora demócrata, Kamala Harris, de ser una criptocomunista, una marxista-leninista irredenta, culmina sus concentraciones con un puñito en alto (sus manos son pequeñitas, afirman quienes se las han estrechado) mientras se desgañita gritando: Make America Great Again!

 

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