Andreina Mujica

De Vargas a Valencia, 26 años después – Andreina Mujica

Por: Andreina Mujica

La colonia colombiana en Valencia supera los 30,000 habitantes, un 53% más, y se sitúa en 76,419 personas.

Los venezolanos llevamos en el ADN de nuestra memoria el inicio de la debacle democrática, marcada por el deslave de La Guaira. El estado Vargas nunca fue declarado en emergencia; el entonces presidente Hugo Chávez llamaba a los venezolanos a votar en un referéndum sobre la Constitución con la que buscaba consagrar el triunfo definitivo de su «Revolución». Mientras tanto, las montañas del estado Vargas, tras semanas de lluvias inusualmente intensas, comenzaron a vomitar ríos de agua, lodo y piedras hacia la costa.

Tras el asentamiento de griegos y cartagineses a orillas del río Tyris, y después de la Segunda Guerra Púnica, los romanos fundaron en el año 138 a.C. la ciudad de Valentia, nombre que aún conserva y que ahora le ha tocado honrar en estos días de adversidad, cuando una “Dana” la atacó sin piedad.

La noche anterior, estando en Madrid, desperté en medio de un aguacero tropical que golpeaba las ventanas de un cuarto piso en el sureste de la ciudad. Pensé en mi madre, que amaba un buen aguacero, pero recordé las lluvias de hace más de dos décadas. Chávez proclamó: «Si la naturaleza se opone, lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca». Pero la naturaleza rara vez obedece, y mucho menos ante presidentes negacionistas y poco empáticos; siguió su curso implacable. Todavía desconocemos el número exacto de víctimas, se habla de mil o hasta cincuenta mil. Caraballeda, Macuto y Camurí quedaron atrapados en el mortal deslizamiento de tierras; Carmen de Uria fue sepultada. Un año después de la tragedia, bajé de Caracas con una reportera de La Guaira para un reportaje especial. Caminamos sobre lo que antes fue la casa de su mejor amiga, arrastrada por la furia de ese monstruo de lodo y mar. Mi colega quedó con la ausencia de su mano cuando ella desapareció.

El presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, ha anunciado este jueves que el Gobierno valenciano prevé aprobar en su reunión del próximo martes un primer decreto de ayudas para los damnificados por la DANA en la provincia de Valencia, con un presupuesto de 250 millones de euros.

He pasado días llamando y escribiendo a los amigos valencianos, a los venezolanos que viven allá. Hasta ahora, todos están bien, aunque muy afectados, con algunas pérdidas materiales y una tristeza que los acompaña cada mañana mientras siguen apareciendo desaparecidos, muchos en la morgue.

Mazón ha especificado que se tratará de ayudas complementarias a las que ofrezcan otras Administraciones, como el Gobierno de España, y supondrán un mínimo de 6,000 euros por afectado en ayudas “directas, exprés, sin burocracia” para arreglar viviendas o comprar muebles.

Entre la Valencia fluvial y la marítima había un colchón de huertas, otro mundo absolutamente rural. La Valencia estricta, la que se fue expandiendo más allá de las murallas, siempre vivió de espaldas al mar, viéndolo como algo ajeno, propio de las gentes del Grau y el Cabanyal. La Comunidad Valenciana sufre; España entera está consternada. Las portadas de la prensa internacional muestran fotos que parecen sacadas de una película de Hollywood. Lo cierto es que el cambio climático es real: el Mediterráneo se está calentando. Durante años hemos ignorado ríos, pantanos, mares, montañas; hemos construido sobre ellos, talado bosques, y nos hemos creído con el derecho de contaminar en nombre del confort. No importa cuándo leas esto: estamos comprometiendo el futuro. Ya sea por un famoso artista de pop que se creyó un bandido en los 90 o por un expresidente acusado de serlo en la actualidad, nos toca a nosotros asumir la responsabilidad de preservar un planeta habitable para el futuro y prevenir las víctimas de futuros desastres naturales agravados.

 

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