En el mercado, en la panadería, en el kiosko, en la acera, en la farmacia. Yo hablo con desconocidos. Gente que no sé quién es y que, por supuesto, no tiene la menor de quién soy. En una proporción de 1 a 9, aparece alguna persona que dice apoyar a Maduro. 7 apoyan el cambio. 2 no se pronuncian. Claro, ya me dirán que eso no tiene valor estadístico. Eso lo sé. Pero en términos cualitativos sí. Porque antes no era así. Y ni hablar de los tiempos del finado.
No voy a decir que Maduro está aterrado. Porque no lo está. Su soberbia no le permite ni siquiera el beneficio de la conciencia. Él está convencido que será presidente vitalicio. O, tal vez, que si tiene que entregar, será por un ratico nomás. Que lo forzarán a entregar y que en cuestión de días estará de regreso. En fin…
Hay unos cuantos por ahí fumándose lumpias piches . Pareciera que les da lo mismo los casi 2000 presos políticos y la añagaza de birlarle las elecciones al pueblo venezolano. Y se montan en una agenda de elecciones el año que viene, jugando al que “hay que pasar la página”. Luce como que no han aprendido nada. Que no entienden nada. Y, sobre todo, que el pueblo y el país les importa un bledo.
El argumento de “no se pueden perder espacios políticos” es de una ridiculez insuperable. A ver, ¿qué les hace pensar que si esta gente ha hecho todo lo posible por robarse una elección presidencial, no lo harán con cualquiera otra elección, parlamentarias, regionales y municipales? “Es que tendremos testigos y las actas”, grita uno en una entrevista. El argumento es tan endeble que se cae por su propio peso. ¿O acaso el 28J no tuvimos testigos y actas y con todo eso, con pruebas contundentes, les valió poco para anunciar su el ultraje?
Yo entiendo que estamos bailando en un tusero, y que los días desde la noche del 28J han sido realmente difíciles. Y sé también que los que faltan no serán de pelar mandarinas. Pero rendirse no es una opción. No sólo porque sería un imperdonable acto de cobardía, sino porque no serviría para absolutamente nada. Sería lanzar por la borda todo lo logrado. Y también sería darle carta blanca al régimen para que cometa todavía peores crímenes. Y eso no ingenuidad; es brutalidad.
En política al cerebro hay que usarlo. De lo contrario no es sino naturaleza muerta.