He leído en estos días, a raíz de su muerte, obituarios muy hermosos. Por ejemplo, lo que compartió Aditus: “Nuestra música y los músicos de este país están de luto. Se fue nuestro querido profesor, vanguardia del jazz y de la música contemporánea de este país”.
Luis Carlos Díaz escribió: “Murió Gerry Weil, uno de los mejores músicos de Venezuela y también una de las mejores personas que podías conocer en la vida. Era un hombre inspirador, creativo y una fuerza de la naturaleza. Tenía 85 años de edad, pero no tenía edad o las tenía todas. Vivía más allá del tiempo”.
Pero de todos, creo que el que más me gusta es este que escribió Henrique Lazo: “Gerry Weil es como la Vinotinto, nos une. Gerry fue mi maestro de música, me enseñó sus secretos y algo muy importante: amar la música. Todo lo que Gerry tocaba lo convertía en amor. Qué gran legado, Maestro. El cielo está feliz, llegó Gerry. ¡Disfrútenlo!”.
Yo creo que el cielo está feliz, y los que quedamos aquí en la tierra, quedamos felices también, por su paso luminoso.
Vamos a cerrar con “Sabana Grande”, también en el formato de la gran orquesta. Él siempre vivió allí, en Sabana Grande, allí tenía su estudio. Y allí queda su espíritu.
Por siempre, Gerry Weil.
Escuche también: “Niño Lindo”, de Gerry Weil