Adiós a Arnaldo Limansky LUCHO – Antonio Llerandi

Publicado en: Ideas de Babel

Por: Antonio Llerandi

Lucho fue el apodo con que los millares de amigos que tuvo Arnaldo Limansky, recientemente fallecido, era conocido. Tuvo una vida pródiga. En su Argentina natal comenzó una carrera que desarrollaría toda su vida, desde muy joven se dedicó a la producción cinematográfica. Ya tenía una prolongada experiencia, cuando un azar le dio un vuelco a su existencia.

La pionera cinematográfica venezolana Margot Benacerraf, que ya era conocida internacionalmente gracias a su largometraje Araya, ganadora de un premio en el Festival de Cannes, andaba por el mundo tratando de encontrar la manera de filmar su película La cándida Eréndira, cuyo guion le había encargado y escribió Gabriel García Márquez, futuro máximo exponente de la literatura latinoamericana y universal.  En algún momento de esa búsqueda fue a Buenos Aires a entrevistarse con un productor local, para el cual trabajaba precisamente Lucho.

El productor le encargó a Lucho que fuera a Venezuela para ayudar a Margot. Eso le cambió la vida para siempre. Después de un año andando pegado a Margot por todo el país, tratando de traer a tierra la imaginación de ella, tal como la imagen de Fellini 8 y medio, donde el productor, al alter ego de Fellini, el actor Marcello Mastroianni en el film, le hace descender a tierra mediante una cuerda atada en su tobillo. Ese era el objetivo de Lucho. Lamentablemente ni él, ni otros que lo sucedimos pudimos lograr que Margot hiciera ese film.

Pero Lucho se había enamorado, no de otra mujer, pues estuvo casado toda la vida con su adorada María Luisa, una pareja ejemplar. Había comenzado una relación permanente con otro país: Venezuela. Allí realizaría otra larga carrera de productor cinematográfico, estando su nombre asociado a muchas importantes películas y, además, el azar hizo que comenzara otra de sus facetas. La televisión venezolana estaba en plena época de auge nacional e internacional, pero su producto estrella, las telenovelas, se caracterizaban por no tener una estructura sólida y organizada.  En RCTV (Radio Caracas televisión) se habían asentado un grupo de grandes creadores, pues José Antonio Gutiérrez, que había comenzado como actor y se había convertido en un alto ejecutivo de la planta, se fue llevando a gente talentosa para enriquecer la producción televisiva: Cabrujas, Chalbaud, Garmendia, Martínez, Zelkovic y muchos otros entraron a la planta.  La creación estaba garantizada, pero faltaba el orden, la organización, y Lucho fue llamado. Nunca había trabajado en la televisión, sólo en cine. Pero la pequeña pantalla no lo soltó más. Su talento y capacidad hizo que no lo dejaran ir.

Durante décadas fue el eje del trabajo de las producciones, no sólo en RCTV, sino después en Venevisión, Marte TV, los canales importantes de la televisión venezolana, y posteriormente, lo lanzaron a realizaciones televisivas en Puerto Rico y otros países latinoamericanos, hasta que hace más de 20 años recaló en Miami, que se había convertido en el centro de mayor producción de telenovelas. Allí fue vicepresidente de dramáticos en Televen, la cabeza indiscutible.

Toda la época de auge de las telenovelas en Miami estuvo bajo sus manos, hasta que el asunto comenzó a declinar y allí se retiró. Se cuentan por centenares las piezas cinematográficas y televisivas que existieron gracias a Lucho, a su orden, su eficacia y su trabajo. Había deambulado por todo el mundo, pero vivido y trabajado fundamentalmente en tres: su natal Argentina, la Venezuela que hizo suya para siempre y los EEUU. Tuvo las tres nacionalidades, la argentina por nacimiento, la estadounidense por conveniencia y sobre todo la venezolana, por ganas y placer. Cuando le preguntaban de dónde era, siempre decía venezolano, lo era más que incluso algunos nacidos allí.

Hace unos años, ya jubilado decidió emprender la realización de un mediometraje, producido y dirigido por él, sobre la vida del cantautor argentino Facundo Cabral, crónica de sus últimos días.  Fue su canto del cisne, una obra propia.

Lucho fue la representación máxima de un buen hombre, a pesar de desenvolverse en unos medios sumamente complejos como el cine y la televisión. Nunca hubo nadie que hablara mal de él, una verdadera proeza.  Ayudó al máximo a todos los que pudo, en todas partes y en todos los países, y fue sostén y apoyo de miles. Un hombre de la imagen, con una bella imagen.

Mi amistad con él se afianzó enormemente sobre todo en estos últimos tiempos. Ya al final, fallecida María Luisa, se dedicó a su última producción:  desmantelar la casa que habían construido juntos y, sobre todo, anhelar y lograr su último viaje, a su querida Venezuela, donde las cenizas de su adorada esposa quería depositarlas en el mar del país que habían asumido como suyo.  Se empeñó en ello y resolvió todo el entramado legal para poder llevarlas consigo en el avión. Llegó con su último aliento y a los pocos días falleció, ahora las cenizas de ambos, juntos como siempre y para siempre, navegarán en el mar de sus bellos recuerdos.

 

Compartir

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Post recientes