Alistados para el cambio – Javier Conde

Publicado en: El Nacional

Por: Javier Conde

En las últimas horas, mientras avanza la flotilla gringa por el mar Caribe, nada que ver con la lejana y hundida Armada Invencible, ni con el despliegue militar de 1989 para capturar a Noriega en Panamá, ocurre a mayor velocidad una curiosa mutación en el lenguaje -al menos- de la cúpula gobernante. De repente, han descubierto que todos somos venezolanos, no hay escuálidos ni apátridas en este momento supremo de la nación acorralada.

A Jorge Rodríguez, autor de un manual de insultos inagotable, ni siquiera le tiembla la voz cuando dice: “Y más allá de nuestra particular forma de pensar, más allá de la parcialidad política en que cada uno de nosotros nos encontramos, más allá de nuestra situación geográfica, condición en la que estemos, más allá de si somos trabajadoras, trabajadores, cultores, campesinos, empresarios, profesionales o universitarios, más allá ostentamos el más honroso de los términos, el más honroso de los títulos. Todas y todos somos venezolanas y venezolanos”.  Nicolás Maduro negó que en el país haya zombies, por lo tanto, este Rodríguez es el mismo Rodríguez de siempre, ahora con piel de cordero.

El papel de víctima le sienta bien a los cabecillas del régimen. Que los yanquis se lancen sobre ellos, así sea por sus negocios ilícitos, se puede usar para tocar las fibras sensibles de tanto izquierdista desperdigado por América Latina y también de los despistados que sostienen que este es un conflicto entre la comunidad internacional y Venezuela. El discurso cala poco, o muy poco, en una ciudadanía cansada de quienes ejercen el poder de manera ilegítima  y disparatada. Su llamado al alistamiento de milicianos tendrá similar concurrencia que la del referéndum por el Esequibo: antes centros electorales vacíos, ahora plazas vacías.

La mayoría de los venezolanos expresó el 28 de julio dónde está y dónde sigue políticamente. En la acera contraria a Maduro, enlistados para el cambio. Solo la fuerza de los fusiles lo ha impedido, ordenados contra  ese pueblo al que ahora se llama a defender la patria. Lo primero es que Maduro no representa a la patria, su mandato es ilegítimo. Los venezolanos le retiraron de manera absoluta su confianza, revocaron su poder. Se equivoca Henrique Capriles cuando reconoce al gobierno y afirma, a la vez, que el apego y respeto del pueblo a la Constitución «es la garantía para superar la crisis que vivimos». El pueblo ejerció, efectivamente, sus derechos constitucionales el 28J y su voluntad fue burlada; su mandato, usurpado.

¿Cómo se doblega a los usurpadores, de talante y ejecutorias criminales, y se instala la soberanía popular? La respuesta es compleja, difícil e incierta, pero la presión nacional e internacional es el recurso disponible para producir el cambio político, que no es otra cosa que el reconocimiento de la victoria del pueblo. Si hubiera algo de sinceridad en la palabra del régimen, si en verdad profesara un mínimo respeto a la palabra paz, que machaconamente repite, acordaría negociar su salida. Nada contribuiría más a la estabilización del país y de la región.

 

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