Por: René Rincón
Este homenaje lo escribo con la responsabilidad de un comunicador que, a pesar de haber trabajado en estas líneas desde hace meses, llega tarde. Lo asumo como un mea culpa personal. Quizá otros también lo compartan, quizá no. Pero lo cierto es que hemos dejado pasar en silencio uno de los momentos más grandes de la historia deportiva de Venezuela: los 50 años del título mundial de Johnny Cecotto. Medio siglo de una gesta irrepetible, la historia de un ídolo, la historia de un campeón que llevó nuestra bandera a lo más alto del motociclismo mundial. Hoy, con respeto y admiración, comparto mi homenaje a Johnny Alberto Cecotto.
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Johnny Cecotto
La evolución del ídolo
Todos los que estábamos aquel día en uno de los ascensores del centro comercial caraqueño C.C.C.T. nos sorprendimos cuando luego de entrar una persona de avanzada edad, uno de los pasajeros le dijo a todo pulmón “Cecotto” y con el mismo tono de voz nos dijo a todos “Señores, este es el papá de Johnny Cecotto” causando reacciones de admiración a cada uno de nosotros.
Como si estuviera siguiendo un guión de un programa televisivo, el conductor de la conversación continuó la charla preguntándole al creador de campeones ¿Quién es mejor piloto, su hijo o su nieto? Su respuesta añadió al debate, ya que el astuto caballero nos dijo “Bueno, yo también fui piloto en mi época”.
Un pasajero intervino como participante y dijo “entonces uno fue mejor en moto y el otro en carros”. Para finalizar, (ya que el recorrido duró apenas 6 pisos) el animador cerró el mini-programa pidiéndole al señor Cecotto que dijera su edad, “87 años” dijo mientras se bajaba del ascensor. Ese día sentí ganas de aplaudir.
Giovanni un ex campeón nacional de motociclismo, oriundo de la región italiana de Friuli y radicado en Venezuela desde la década de los años 50s, falleció en julio de 2018 a los 93 años de edad dejando como legado una dinastía de campeones, encabezada por su hijo Jhonny un futuro doble campeón mundial.
¿Pero tú estás loco? Esa fue probablemente la respuesta más usual que escuchó Jhonny Alberto de su padre Giovanni, así le dijo cuando con apenas 16 años de edad le pidió ayuda para comprarse una Honda 750, algo que logró debido a que en ese momento él dividía su tiempo entre los estudios y el trabajo en el taller de su papá donde creció ensuciándose, aprendiendo de mecánica, trabajando en los motores y conociendo los secretos de la categoría.
Con esa moto se fue Johnny al Autódromo de San Carlos a dar unas vueltas y después de varios giros al trazado se le acercaron varios amigos para preguntarle si tenía planeado correr el siguiente fin de semana en Barquisimeto “yo les dije que en ningún momento lo había pensado, sin embargo, ya de vuelta en Caracas, al despertar muy temprano el día siguiente, me dije: ‘Cómo que no, yo sí corro el domingo’, entonces fui al taller de mi papá y le dije que quería correr y él me contestó, ¿Pero tú estás loco? vete de aquí.
A pesar de su respuesta, empecé a prepararme, fui a sacar la licencia y me pidieron el permiso de mi padre, regresé al taller para decirle que tenía que firmar la autorización para que yo pudiera correr y me volvió a decir que estaba loco hasta que al final me dio el permiso. Antes de viajar me preguntó con qué bragas iba a correr y le dije que había intentado conseguir una prestada pero no pude y que no se preocupara que yo corría con mis jeans y él me dijo que sin bragas no iba a correr y me dio la plata para comprarla”.
Jhonny tenía todo listo para iniciar su carrera en el motociclismo, moto, casco, bragas, licencia y el consentimiento de su padre, quien no dudó en acompañarlo a Barquisimeto aquel 23 de abril de 1972 en la I Valida de Velocidad disputada en las calles de la Zona Industrial.
“Recuerdo que esa era una moto muy difícil de prender porque había que empujarla y yo todavía no tenía mucha fuerza. Ya me habían advertido que no podía usar el arranque eléctrico porque me descalificaban. Empujé y empujé, casi me estaba muriendo y la moto no prendía y al final cuando ya no veía a los otros corredores, logré prenderla y arranqué de último con casi una vuelta de desventaja. Comencé a recuperar, a pasar a los rezagados y a mitad de carrera estaba en el tercer lugar pero se rompió la cadena y tuve que retirarme. Mi papá quedó sorprendido por como andaba tan rápido y después de ese día me ofreció su ayuda”. Relató el ex campeón.
El resultado captó de manera inmediata la atención de Andrea Ippolito, el padre del motociclismo en Venezuela, (ganador ese día en 125cc) quien a través de su empresa Venemotos le dio a Johnny una Yamaha 350.
El caraqueño soñaba con correr en Europa a pesar de que todos le advertían que los pilotos allá eran muy buenos y que era casi imposible ganar una prueba y viajaron aunque únicamente con el objetivo de participar en una o dos carreras.
Al circuito europeo arriba a los 19 años de edad con un palmarés sorprendente, dos títulos de campeón nacional de motociclismo en las temporadas 73 y 74 y una actuación que aún es considerada como épica, en las 200 millas de Daytona, donde partió en el último lugar e hizo una remontada grandiosa al culminar tercero, arrebatándole el podio a la leyenda italiana Giacomo Agostini quien ocupó el cuarto lugar.
En la inauguración del Campeonato Mundial, en el mítico trazado francés de Paul Ricard en Le Castellet, el 30 de marzo de 1975, el piloto caraqueño solo esperaba obtener un buen resultado, debido a que competía con una moto muy inferior a la de sus rivales, aunque admite que también soñaba con los dos objetivos, lograr un triunfo y conquistar el campeonato.
Cecotto quien participaba en el Mundial en las categorías 250cc y 350cc recuerda cómo se desarrollaron ambas carreras “En la primera prueba, en la de 250 tuve que luchar contra el japonés Ikujiro Takai, el piloto oficial de Yamaha, quien tenía una moto mucho más rápida que la mía y en la última vuelta, faltando pocas curvas logré pasarlo y fue algo grande porque no sentí que podía hacerlo en ese último giro.
En la de 350 arranqué más tranquilo, sin ninguna presión ya que había hecho un buen resultado y fue aún más fácil porque pude despegarme de los demás sin problemas”.
Un debut histórico, grandioso, memorable, dos triunfos en el Gran Premio de Francia, con un detalle fantástico, al acabar con la hegemonía del mítico Agostini quien venía de conquistar siete títulos consecutivos en esa categoría.
“Giacomo se me acercó después de la carrera y me dijo que era increíble lo que él había visto, lo que yo había hecho. Yo le pregunté por qué y él me dijo que con una moto privada, preparada por nosotros, él no pensaba que se podía lograr tanto y para mí también ha sido algo increíble.
Sinceramente te puedo decir que he trabajado día y noche para lograr esto, se necesita mucha constancia, trabajo y dedicación para lograr un campeonato del mundo. Desde ese momento se abrió la posibilidad de conseguir patrocinadores, correr todo el campeonato y ganar la categoría de 350cc. Hubiera sido posible ganar también el campeonato de 250cc pero en tres o cuatro carreras que iba punteando se rompió el motor y perdí muchos puntos. Hubiera sido increíble ganar ambos campeonatos”. Nos dijo.
Durante la temporada el venezolano obtuvo un total de 6 triunfos, 2 en la categoría 250cc y 4 en 350cc, sin embargo al preguntarle sobre una victoria que recuerde de manera especial no dudó en recordar lo sucedido en el circuito belga de Spa-Francorchamps,
“En 250cc en Bélgica, en Spa que era una pista muy rápida, de unos 14 kilómetros, yo corría con una moto no muy veloz contra otras como la Harley Davidson de Walter Villa y Michel Rougerie quienes en las pruebas me habían sacado de 4 a 5 segundos, es decir, yo estaba muy por detrás y no pensaba poder luchar contra ellos ni en ganar esa carrera.
Arranqué muy bien y estuve adelante hasta que llegó la recta más larga y se me fueron hasta que no los veía más, pero después había unas curvas muy rápidas que eran difíciles agarrarlas en cuarta velocidad en las pruebas, pero en la carrera las agarré en quinta con la moto que se me iba y ahí los alcanzaba y los pasaba de nuevo. Así fue toda la carrera hasta que logré pasarlos a los dos en la última curva y gané la carrera. Esa es una victoria que recordaré toda mi vida”.
Comentó Johnny quien cortésmente no se refirió a la famosa patada que le dio Walter Villa intentando tumbarlo luego de verse superado en ese último giro.
En en circuito de Brno, en la penúltima válida, el título de campeón en 350 era cuestión de simple trámite debido a la enorme ventaja de casi 20 puntos que tenía Cecotto sobre Agostini “Checoslovaquia fue la carrera que esperé más y la más larga, estuve punteando solo y Agostini ya se había retirado, aunque él ya se encontraba muy detrás de mí, al final yo tambien me retiré porque se rompió la palanca de cambios pero ya yo era matemáticamente campeón mundial.
El podio y la celebración fue increíble”.
Johnny Cecotto regresó a Venezuela convertido en un verdadero ídolo, habiendo conquistado los más prestigiosos circuitos automotores y enalteciendo nuestro gentilicio.
En el Aeropuerto Simón Bolívar el recién coronado monarca fue recibido apoteósicamente el 14 de septiembre por una multitud que quizá solo ha sido igualada por la que esperó al Papa Juan Pablo II en su primera visita a Caracas en 1985.
“La llegada a Venezuela fue verdaderamente increíble. Mi país es Venezuela y ver la bandera en las pistas me llena de felicidad, pero llegar a Maiquetía y ver que había alrededor de 50 mil personas esperándome para acompañarme desde el aeropuerto hasta a Caracas fue grandioso”.
Johnny Cecotto nos hizo madrugar para escuchar sus carreras a través de Radio Rumbos, hizo que todos los venezolanos nos hiciéramos expertos en motociclismo, se convirtió en imagen de cigarrillos, jeans y agencias bancarias y continuó su brillante carrera conquistando las 200 millas de Daytona, sumando un nuevo título de campeón en la categoría 750cc y participando en la Fórmula 1, donde fue compañero de escudería de Ayrton Senna.
Que orgullo he sentido en el exterior, en países de tradición en pruebas de velocidad como Italia o Alemania, cuando digo que soy de Venezuela y me contestan con un contundente ‘Johnny Cecotto, Bravissimo’.
Gracias Centauro, gracias ídolo, que permanezca por siempre tu hazaña en la memoria de los venezolanos.





