Autor: Julio Túpac Cabello
Género: Relatos. Fantasía
Año: 2025
El pasado sábado 13 de septiembre, en Macondo Café, en Kendall, se presento «Nosotros, los centauros», libro de relatos de Julio Tupac Cabello. El poeta Leonardo Padrón hizo la presentación. Aquí te dejo sus palabras:
SOBRE “NOSOTROS, LOS CENTAUROS”
Empecemos con una categorización necesaria: Julio Túpac Cabello es, ante todo, un outsider de la literatura venezolana. O, más bien, de la literatura en general. Resulta difícil clasificarlo, y ese es, precisamente, su propósito: evadir etiquetas, ser escurridizo, escaparse de los moldes.
Como verán, comienzo esta presentación con una paradoja: estamos ante un escritor que no se deja domesticar por los géneros, que huye de cualquier intento de clasificación y yo inicio estas palabras adjudicándole una: outsider. Pero claro, ¿es posible hablar de nosotros mismos, de los otros, del mundo, sin colgarnos aunque sea un rótulo transitorio? Lo llamo outsider con plena conciencia de que él se va a escabullir. Al fin y al cabo, uno suele ponerle nombre a las cosas para tratar de entenderlas.
Lo que intento decir es que Julio Túpac es un escritor sin domicilio fijo. Se mueve entre los géneros (poesía, mini-ensayos, anotaciones filosóficas, relatos, crónicas), sin instalarse definitivamente en ninguno. Y para hacerse todavía más escurridizo, parece empeñado en complicarle la vida a sus lectores. A veces edita sus manuscritos en plataformas casi clandestinas, como si quisiera que tratar de encontrar sus libros fuese parte del manual de instrucciones para leerlos. Más aun, se niega a venderlos -a pesar de la insistencia de sus amigos, y de vivir en el costado sur del capitalismo salvaje-, los publica en formatos inusuales, y con una mancha tipográfica desbordada, como si el texto quisiera escapar de la página. Otra forma de decirnos que su escritura -tercamente- se resiste a los moldes tradicionales. Como recordándonos que un verdadero outsider también se asegura de que leerlo sea, en sí mismo, una aventura.
Recientemente nos ofreció Felices Bastardos, que es, hasta ahora, la mejor semblanza que he leído sobre esta inaprensible ciudad llamada Miami. Si alguien quiere una bitácora inusual, veleidosa, divertida, y aguda sobre esta comarca atestada de inmigrantes, no deje de buscar ese libro. También inclasificable, por supuesto.
Ahora Julio Túpac nos propone otro experimento literario. Nosotros, Los Centauros, es un catálogo de personajes que se cuentan a sí mismos. Personajes bordes que deambulan entre la normalidad y la locura. Como ocurre en la vida, con una frecuencia desconcertante. Personajes que son un pretexto literario, una calistenia del pensamiento, para hablar de la violencia, la neurosis, las obsesiones, los miedos, la muerte, el humor, o el eros, entre otras diligencias existenciales, y que van dibujando milimétricamente el laberíntico espesor de la condición humana.
Los relatos -más que relatos- son breves cartografías del yo, archivos íntimos de seres humanos que podemos tropezarnos en la próxima esquina o en el ascensor de cualquier edificio. Es la hoja de vida de catorce personajes. Catorce nombres, tan normales y casuales, que levantan inmediata sospecha. Personajes de “dudosa cordura” como muy bien los define el propio autor.
Y así nos encontramos, por ejemplo, con Mariana, una mujer que posee una particularidad: tiene el corazón lento; sufre los despechos como si se tratase de una enfermedad terminal; y ha descubierto que el orgasmo es una categoría metafísica de la existencia. O el perturbador relato de Mario, un vigilante que -como un notario del aburrimiento- lleva el inventario de la gente que vive en su condominio, los que de tanto no mirarlo lo han hecho invisible, mientras urde su plan para hacer estallar todo en pedazos, a ver si la vida nos importa.
Ese vigilante, quizás como demasiados de nosotros, es un volcán dispuesto a hacer erupción en el momento menos esperado. O está Antonio, el niño maltratado de todos los colegios, que va rumiando su rencor hasta convertirlo en una Glock-14. O está Yajaira, un personaje que en un chasquido nos revela el secreto del mundo, al menos para ella. En sus palabras, la felicidad consiste en estar arrecha. Y cito: “Me relaciono a través de la rabia, a través de la rabia tengo amigos, con rabia celebro, con rabia tengo sexo. Es rabia con cocaína”. Es la vida de alguien que asume la rabia como motor de la humanidad.
O las reflexiones de un policía que parece quitarle la palabra al autor para decirnos: “En el mundo real nada ni nadie es superior. Todos somos taras, bestias, bellos colibríes, monstruos submarinos. Los griegos nos anticiparon como centauros para ilustrar que los humanos somos siempre mitad animales”.
Y creo que de eso trata este libro, de mostrarnos un enjambre de personajes que nos escupen sus historias para sacudirnos, y decirnos que todos, en cualquier momento, nos podemos convertir en bestias para negar nuestra realidad. O vengarnos de ella.
No he dejado de pensar que este libro que ha escrito Julio Túpac -con una prodigiosa habilidad para construir personajes donde cada uno daría pie a un libro entero- posee una inquietante conexión con los tiempos que hoy vivimos. Tiempos rabiosos, extremos, turbios, donde pareciera que el ser humano está confrontando una abismal crisis con su propia condición.
Nunca olvido las palabras del poeta Alfredo Chacón, cuando alguna vez dijo: “Ser humano no es un punto de partida, es un punto de llegada”. Pero luego de leer este libro me pregunto, si lo que nos hace humanos no es precisamente esa eterna contradicción que somos, y que este estupendo ejercicio lúdico que ha diseñado Julio Túpac Cabello no persigue otra intención sino enrostrarnos en la cara nuestra fragilidad, nuestros miedos y nuestra verdadera naturaleza, la de nosotros, los centauros.






