Por: Jean Maninat
Con los bolsillos repletos de tacos de dinamita, de bombas con las mechas en permanente ignición, de probetas ahogadas de nitroglicerina, el Gobierno recorre las relaciones internacionales levantando un puente en la mañana y detonándolo estruendosamente al mediodía. No es difícil lograrlo si se cuenta con la ayuda de tres aprendices de brujo pirómanos, cada uno más entusiasta que el otro, para hacer arder cualquier relación diplomática que no se avenga a su torpe empeño de querer naricear a los demás países, como si de ganado en exhibición agropecuaria se tratase.
El engaño a Unasur, en relación al recuento de los votos de las últimas elecciones presidenciales, fue un sapo que se tragaron los mandatarios de los países miembros para ahorrarse las horas de vigilia y discusiones que se anunciaban en vista de los desacordes manifestados desde un inicio, y que suelen generar situaciones para las cuales estos organismos -basados en el consenso absoluto- no están preparados para resolver. Le huyen a las polémicas internas como Drácula a la luz del día; pero quienes les llevan las minutas de las reuniones anotan con minuciosidad las promesas recibidas. Son talones de cobro para mañana y las taquillas siempre están abiertas.
La amenaza pendenciera y desconsiderada que se lanzó desde el alto gobierno contra un respetado hombre de la izquierda latinoamericana, el ahora ex canciller Roncagliolo, logró acelerar su anunciada salida -en Lima se comentaba su partida por razones de salud desde hacía tiempo- pero añadió escarcha y bruma a las ya desmayadas relaciones entre los dos países. Por otra parte, evidenció que al combo gobernante en Venezuela poco le interesa Unasur -a no ser como instrumento para cobijar sus atropellos- exponiendo de paso el andamiaje de insuficiencias que tiene como organización ante la opinión pública. Frente al espectáculo de un mandamás gritón y amenazante en el medio de un club de gente acostumbrada a los usos del respeto mutuo, los demás miembros suelen preguntarse: ¿cuándo la cogerá conmigo? Mientras acarician el talón de cobro para mañana que siempre llevan en la cartera.
Uno de los miembros más considerados de Unasur, el presidente Santos, tuvo pronta respuesta a la pregunta arriba esbozada. Por el mero gesto democrático de recibir al jefe de la oposición venezolana fue sujeto de una andanada de acusaciones, improperios, amenazas desorbitadas y ataques personales. No sólo no reculó en la defensa de lo que es un derecho soberano de Colombia, sino que calificó, no sin cierta chispa, de «descabellados» los argumentos esgrimidos por el trío que sin ton ni son salió a incordiarlo. Luego de la pataleta pretenden arreglar las cosas con una «conversación», sin darse cuenta que frente al resto de los mandatarios de la región, sus cófrades más concernidos, están quedando como un puñado de herederos irresponsables, dilapidando lo propio y lo ajeno, y exponiendo al bochorno a quienes en un principio los apoyaron.
Mientras tanto, el líder de la oposición democrática Henrique Capriles, y los dirigentes de la Mesa de la Unidad Democrática, continúan su labor para avanzar el proyecto de recuperación democrática en el país de una manera decidida, pero sobre todo efectiva. Han construido una opción triunfadora que crece día a día en su prestigio nacional e internacional. La solidaria acogida que ha tenido la delegación de parlamentarios de oposición venezolana en varios países, así lo acredita.
Gracias al empuje de Capriles y al ejemplo de millones de venezolanos que no claudican, hoy la oposición es reconocida regional e internacionalmente como una opción válida y responsable para realizar el recambio que todos presienten está por venir.
Si leemos con calma, y suficiente valeriana, las declaraciones de dirigentes de la región -algunos emocionalmente cercanos a lo que alguna vez fue el chavismo- podremos percibir las delicadas frases de encaje, las nuances que indican un cambio en la percepción que hay en la región sobre la situación en Venezuela y que en nada son desestimables a pesar de su aparente opacidad.
Vendrán nuevas rabietas y lagrimeos amenazantes, pero en el ámbito internacional los veteranos acarician con paciencia sus talones de cobro para mañana y las taquillas siempre están abiertas. Si no, pregúntele a Fujimori.
@jeanmaninat