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La infancia es una etapa ideal. Ideal y delicada. Ideal porque en ella todo es posible. Si somos afortunados, hay a nuestro alrededor padres que nos cuidan y protegen, que nos alimentan y dan cobijo, que nos educan y nos brindan salud. Si no somos afortunados, nada de eso está al alcance de nuestros niños (que no son pocos, desafortunadamente, en las actuales circunstancias que vive el país). Pero, decíamos, la infancia también es una etapa delicada y ello por un detalle singular, sicológico: la formación de nuestro carácter. La infancia es una etapa donde la frontera entre la fantasía y la realidad es difusa, prácticamente inexistente. Al crecer, la fantasía se pierde hasta desaparecer por completo y sólo queda la cruda, pura y dura realidad.
En estos días y semanas se nos ha hecho difícil abordar ese quebradizo terreno infantil donde fantasía y realidad son una y la misma cosa. De hecho, en un programa de carácter informativo como el que hacemos, no tendríamos ni que tocar estos asuntos. Pero resulta que, como una de las tantas consecuencias de la falta de dólares, los juguetes ahora han pasado a ser un problema grave, nacional, económico, y, como ayer rezaba un titular: “El Niño Jesús está en apuros”.
No son pocos los padres y madres que me han reclamado que toque estos asuntos en el programa. Me imagino sus apuros tratando de responder la pregunta del pequeño: “¿Papá, y qué tiene que ver el Niño Jesús con Cadivi?” ¡Pero qué se le va a hacer! La cotidianidad se nos ha vuelto cruel, absurda y, sobre todo, muy difícil de explicar. Supongo que habré perdido algunos oyentes, al menos hasta dejar a los pequeños en el colegio.
Pero quizás también haya perdido oyentes en otros terrenos de la infancia, no los que tienen que ver con la edad sino con la fantasía. Tal como advertí al principio, la infancia es una etapa delicada porque en ella no hay fronteras entre fantasía y realidad. Y ocurre que algunos, si bien han crecido para salir de la infancia, siguen inmersos en un universo que nada tiene que ver con la realidad. Parafraseando aquel viejo programa de la televisión, viven en “La isla de la fantasía”.
Merentes, que no viste de blanco como mister Roark, pero podría, presenta el presupuesto del 2014 y dice que la inflación estará en el orden el 26 o 28%. ¡Por favor! Si el estimado para este 2013 fue de escasos 16% y estamos terminando por encima del 50%, ¿se imagina usted como podrá terminar el año que viene? Hasta la fantasía puede ser peligrosa en extremo.
En El Nacional se le cita afirmando: “Hay tres grandes perturbaciones en el ambiente, que son la inflación, la escasez y el sistema cambiario”. ¡Perturbaciones en el ambiente!, como si fuera un problema meteorológico. Como si fuera algo que viene desde arriba, desde el cielo rebelde; algo sobre lo que no tengo control, como las lluvias o los huracanes; algo impredecible y ante lo que cual soy inocente, como los terremotos. ¡Por favor, señor Merentes!
Esa misma página, para regresar a nuestra idea (angustia) inicial, nos da, sin embargo, cierto alivio: “Los juguetes están el puerto”, dice el titular. Y el vocero es el general Herbert García Plaza, militar activo, Jefe del Órgano Superior para el Control de la Economía. Remata así: “Garantizamos unas navidades felices”. Orden militar que el Niño Jesús sabrá obedecer y agradecer.