Por: Jean Maninat
A François Galouise, director del semanario parisino El Cochino Desmelenado, nadie le ha sacado, jamais, un pasaje gratis, así fuera para cubrir un congreso del difunto Partido Comunista Francés (PCF) en el Paris-Bercy, a dos estaciones de metro de su oficina. Por eso me extrañó tanto la oferta que me dejó grabada en mi contestadora: «Hermano, necesito que entrevistes a Pepe Guarimbas, en Miami, el nuevo líder de la oposición venezolana sin mordazas para atrás ni para recoger heridos y vecinos asfixiados hasta la victoria siempre. Todos los gastos pagos: el boleto aéreo de Burrito Brothers Airlines, la nueva línea aérea que montó el que te conté, lo conseguí por intercambio; te hospedas en Hialeah, en casa de Elianita, mi amiga cubana peluquera -en realidad es una poetisa barroca disidente, tipo Lezama Lima, muy potente-. Y no me digás que no, me debés la entrevista a los nietos bolivianos de Regis Debray, que nunca cumpliste. Allí tenés los teléfonos». Nunca he entendido por qué François, cuando se pone imperativo, habla como Maradona.
Lo cierto es que, una semana después, desciendo del «truck» del esposo de Elianita -la poetisa que rima rulos- planto una espuela primero y luego la otra en el polvo del mítico condado de Doral -súbitamente se dispara en off: El bueno, el malo y el feo de Ennio Morricone… pararara papapa, pararara papapa- levanto la mirada deslumbrada por el sol de Florida, me seco el sudor con mi pañuelo azul estampado con amibas hippies, y distingo el letrero que identifica nuestro lugar de encuentro: El Arepazo.
Apenas tramito la puerta de entrada, me interceptan una muchacha y un muchacho vestidos de negro -como asesores electorales postmodernos- y me conminan a entregarles mi Iphone XL27 Platinium Plus. «No estamos para jueguitos» me dice la chica, mientras le explota una burbuja de chicle bomba en la boca. Me conducen hacia un rincón al final del establecimiento, donde, rodeado de unos androides con manos como teclados, me sonríe el temible: Pepe Guarimbas.
«No tengo mucho tiempo», me dice, «esto está a punto de melcocha». Los androides a su alrededor menean la cabeza afirmativamente como perritos de taxi.
P. ¿Qué piensa del triunfo electoral en los municipios de San Cristóbal y San Diego?
R. ¿Cuál triunfo, cuál triunfo? Es una trampa táctica equidistante y estadística del gobierno para engañar y aupar a los entreguistas electoralistas plegados al CNE. A otro con ese cuento.
P. Pero… perdón: ¿se ganó o perdió electoralmente?
R. Jajaja…qué iluso. Las elecciones distraen el sentido final de la lucha. Gracias a la guarimba el gobierno reconoce que puede perder. Quiere dialogar porque nos tiene miedo. Tiembla, cada vez que me ve yo sé que tiembla. Lo tengo de rodillas. Por eso no pararé hasta hacer de Venezuela una gran guarimba. Una gran fogata redentora, con todos los de la MUD allí adentro pagando por su entreguismo.
P. Pero hay muchos muertos, jóvenes heridos y presos por la represión del gobierno…
R. Por favor, la providencia ha hablado por boca de nuestro iluminado brasileño: son riesgos del oficio. La libertad, señor, cuesta, hay que entregar, sin remordimientos, a los hijos a esta noble causa. ¿Qué son unas vidas cuando se tiene la razón y la historia está de nuestro lado?
P. Pero, entiendo que sus hijos…
R. Mis hijos nada. Los tengo a buen resguardo del régimen. Formándose aquí, al lado mío, para las batallas que vendrán. No los voy a exponer. Culminarán mi obra, entiendes. Y, por cierto, ¿tú qué te crees? Ya me tienes cansado con tus pregunticas. ¡Yo sé quien te mandó! ¡Te voy a dar tu co….!
-No, cálmese, me mandó François, en realidad yo no quería venir…
-Claro, François Chamberlain, el patrón de los colaboracionistas…
-No… Chamberlain era inglés… como Sting; este es un francés desubicado, pero pana al fin. Tiene buenas intenciones.
-Da igual, debe ser asesor de la MUD, colaboracionista, entreguista… Nosotros no nos rendimos. Nunca estuvimos más cerca de la victoria final. La primera etapa ha sido todo un éxito. Y la segunda ya está cantada, sólo hace falta crear consciencia, viajar por el mundo anunciando la buena nueva y trancar cuanta calle esté a nuestra disposición. Ese mango está bajito.
Es cierto, el cielo de Miami es luminoso, cálido y reconfortante. Tanto así que enloquece a algunos. Pregúntenle a Pepe Guarimbas.
@jeanmaninat