Por: Jean Maninat
Los llamados a una discusión sincera, abierta y exhaustiva en el seno de la MUD tienen una gran pertinencia si se asumen como un ejercicio político con claras prioridades sobre las cuales focalizarse. Sin embargo, por el bien de la Unidad, y la salud mental de algunos, podría vislumbrarse una sesión inicial, digamos de una mañana, donde cada uno de los involucrados exprese sus insatisfacciones, agravios recibidos, mensajes no entendidos, invitaciones no recibidas o aceptadas, y toda la panoplia de entuertos que suelen cundir en las mejores familias a fuerza de convivir para mantener el buen nombre del gentilicio. Los griegos -siglos antes de que se lanzaran a la bancarrota- lo llamaron kathársis por la boca de Aristóteles. No era más que la capacidad de purificarse mediante el ejercicio de asistir al anfiteatro a ver una tragedia: percibirse representados por otros –actores usualmente enmascarados en muecas- en el ejercicio de sus pasiones. Tenía la gran ventaja de expiar las culpas propias gracias a la capacidad histriónica de otros. Y cada quien, al final de la función, se iba a casa como nuevo.
Digamos que el esfuerzo de expiación encuentra una salida y unos más aligerados de tribulaciones que otros se disponen, finalmente, a trazar las rutas comunes inmediatas para seguir convocando una fuerza mayoritaria capaz de desalojar al régimen con certitud y eficacia democrática. El primer desafío en el camino unitario con el que se toparían, sin embeleco alguno que valga, son las elecciones legislativas que, malcriadamente, están en el calendario electoral del año entrante. Pueden dar los argumentos que quieran, pero a escasos cinco meses para que se escape el año todavía no se ha puesto en marcha mecanismo alguno para afrontarlas. Sería lamentable, que cuando las elecciones legislativas toquen a la puerta de la MUD, los encuentre con los pantalones abajo, corriendo de un lado al otro con las manos en la cabeza, por no asumir a tiempo y con fortaleza la decisión de participar con ánimos de ganar. No se debería perder más tiempo tratando de complacer a todos. O se montan o se encaraman en el tren. Las veleidades y los extravíos de unos pocos pueden quedarse en el depósito de equipajes de la estación.
¿Qué hacemos con la Constituyente planteada? Sería la pregunta de rigor si se tiene en cuenta que constitucionalmente el procedimiento solo puede llevarse a cabo a mitad del período, es decir en 2016, como bien viene de señalar recientemente Teodoro Petkoff en un editorial de Tal Cual. Probablemente se acuda a la sonsera de que es posible mascar chicle y caminar al mismo tiempo, sin percatarse que la oposición no tiene ni los recursos ni el tiempo para dedicarse a tan banal esfuerzo demostrativo de locomoción coordinada. O se intenta ganar contundentemente contra viento y marea de ventajismo oficial -hay ejemplos de que sí se pudo en alcaldías y gobernaciones importantes- las legislativas del 2015; o postergamos para el 2016 el envite del cambio en una Constituyente de convocatoria incierta. Lo primero es lo primero suele dictar el sentido común.
Está demostrado que escoger los mejores para representar a la oposición en las legislativas no es tarea fácil (de cualquier malla sale un ratón, ya nos advirtió Cheo Feliciano) pero el solo ejercicio de escogerlos transparentemente, en sus circunscripciones, por más alteradas que estén, es un potente escenario para demostrar el fracaso del régimen en las entrañas del propio monstruo. El PSUV tendrá algo más que «trompadas estatutarias» para escoger sus candidatos en medio de la vorágine que se les viene encima. La oposición democrática, con un mínimo de sindéresis, tiene una nueva oportunidad para avanzar en la acumulación de fuerzas para el cambio. Es la disyuntiva a enfrentar, salvo que una vez más a nombre de una quimera, se le entregue al régimen un espacio vital de resistencia, por desequilibrada que sea la contienda.
Si uno se atiene a la premura del tiempo, los que hoy abogan esperar por la Constituyente, mañana encontrarán razones suficientes para ser candidatos y candidatas a la Asamblea Nacional y dirán que así estaba previsto porque tienen la capacidad innata de mascar chicle y caminar al mismo tiempo. No importa que en el ínterin hayan dejado a tanta gente, como Penélope, esperando por la Constituyen en el andén.
@jeanmaninat