«Yo veneraba a Fidel… hasta que supe que era un narco»

Artículo publicado el 28/10/2014 en lavanguardia.com

Juan Reinaldo Sánchez, escolta personal de Fidel Castro de 1977 a 1994

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Juan Reinaldo Sánchez/ Foto: KIM MANRESA

Tengo 65 años. Nací en La Habana y vivo en Miami desde el 2008. Soy abogado penalista, graduado en Contrainteligencia y especialista en seguridad personal. Divorciado, tengo dos hijos (42 y 40). ¿Política? Democracia y libertad. Juré a Dios que contaría la verdad sobre Castro

La vida oculta

Conoce a Fidel Castro mejor que casi nadie, tras una convivencia de muchos años y cercanía como escolta personal. Veneró a Castro… hasta que descubrió que amparaba narcotraficantes a cambio de dólares. Lo explica con detalle en el suculento libro La vida oculta de Fidel Castro (Península), memorias junto al líder cubano. Me impresiona la entereza de este hombre, que pasó de leal servidor de Castro a ser torturado y casi asesinado por él, y que del fusilamiento del general Ochoa dice: «Que todo el mundo sepa de lo que era capaz el Comandante con tal de conservar el poder: no sólo de matar, sino también de humillar a los hombres que lo habían servido con devoción».

¿Cómo está Fidel Castro?

Conozco su soberbia: seguro que sufre por verse tan mal.

 ¿Sabremos de su fin?

Cuando Fidel estaba internado por enfermedad, paseábamos en auto a Silvino Álvarez…

 ¿Silvino…?

Su estilista y peluquero, su sosias. Le vestíamos con su uniforme, y así todos veían a Castro bien. Si muere, lo sabré. Mis contactos…

 ¿Cuál fue su relación con Fidel Castro?

Soy el único miembro de la escolta personal de Fidel Castro que ha desertado.

¿Por cuántos años fue su escolta?

Durante 17 años, de mis 27 a mis 44 años.

 ¿Cómo alcanzó esa responsabilidad?

De joven gané competiciones de karate, judo y taekwondo, soy de ferviente familia revolucionaria… Me captaron y formaron…

 ¿Qué concepto tenía de Fidel?

Era mi ídolo. Fidel Castro me tenía mucha confianza y yo hubiese dado mi vida por él.

Dígame algo que hizo por Fidel.

Yo afrontaba a barracudas y tiburones con mi arpón para que no se le acercasen cuando salíamos de pesca submarina.

¿En qué consistía su trabajo, Juan?

Yo velaba por la integridad física de Fidel Castro: le acompañé en viajes secretos al extranjero, a sus veinte mansiones ocultas…

 ¿Mansiones ocultas?

Castro vive en el máximo lujo, y la favorita de sus suntuosas mansiones está en Cayo Piedra, una isla caribeña a una hora de Cuba a bordo de su yate Aquarama II.

 ¿Castro tiene yate?

Cuatro yates de lujo, uno medicalizado, otro armado hasta arriba con un completo arsenal bélico…

 ¿Cómo es Cayo Piedra?

Fondos marinos espectaculares, aguas turquesa, peces de colores, delfinario, piscinas de agua dulce, criadero de tortugas para la mesa de Fidel, barbacoa y restaurante flotante, helipuerto, guarnición militar, rampa de misiles tierra-aire…

¿Y saben todo esto los cubanos?

¡No! Yo soy el primero que lo cuenta al mundo. Muy pocos privilegiados han pasado por la isla, uno de ellos Gabriel García Márquez.

Gabo y Fidel eran íntimos, claro…

Pero Fidel le regaló un chalet lleno de micrófonos ocultos, le grababa todo, espiaba todo.

 ¿Por qué hacía eso Fidel?

Por su obsesión por saberlo todo. ¡Tiene microfonado al país entero! Nadie dice nada en Cuba sin que Fidel se entere. Yo sé dónde se custodian las cintas, con mis libretas…

 ¿Qué libretas?

Cada día yo anotaba en una libreta todo lo que hacía Fidel, a quién saludaba, qué lugares visitaba, qué comía, qué vino bebía…

Usted debe de saberlo todo de Castro…

Lo que más le priva es la langosta fresca. Tiene una fábrica de helados propia. Y un criadero de bueyes, cebúes, ocas y gallinas… Y no se le puede contradecir jamás en nada.

 ¿Sabía eso… y aun así le veneraba?

Todo me parecía justificable para el vencedor de la revolución cubana. Incluso enviar su propia cama, grande y de madera, al destino al que viajase y dormir como en casa.

 ¿Se arrepiente usted de algo?

De todo. ¡Castro no merece nada de lo que hice por él!: me engañó en algo horrendo.

¿En qué?

 Fidel Castro lo negaba, pero… ¡era un capo del narcotráfico! Al saberlo, me desmoroné.

 ¿Qué descubrió usted?

Yo controlaba los micrófonos del despacho de Fidel, que pedía grabarlo todo. Un día de 1988 recibe al ministro de Interior, el general José Abrantes, y me pide que no grabe…

 ¿Raro, no?

Sí. Dos horas después, me extrañó que no me hubiese pedido el whisky Chivas Regal 12 años que siempre me pedía, con hielo…

¿Fidel Castro no bebe ron cubano?

Qué va… Preocupado, abrí un momento el micrófono… y oí lo que no debía: Castro estaba aprobando amparar a un narcotraficante de cocaína, por mediación de Abrantes. ¡El héroe al que había sacrificado media vida… actuaba como padrino de la cocaína…!

Vaya, gracias por contarlo.

Un año después, Castro presiente que le salpicará el narcotráfico… y limpia su imagen: acusa a Abrantes y al general Ochoa de contactar con narcos, ¡y los hace fusilar!

 Y era verdad que hacían eso, ¿no?

¡Obedecían a los Castro! Abrantes a Fidel, Ochoa a Raúl: ayudaban al narcotráfico colombiano. ¡Me pareció ignominioso!

¿Despreció a Castro por eso?

Sí. Fue el momento más penoso de mi carrera: cual Drácula, Fidel ordenó filmar el fusilamiento de Ochoa, veterano héroe de la revolución, para verlo…, ¡y me ordenó visionar esa filmación junto a todos los escoltas!

 ¿Qué hace Castro con el dinero sucio?

Subvencionar movimientos de izquierdas en América Latina y engordar sus cuentas bancarias en Suiza. Por cierto, el presidente venezolano, Maduro, es un títere castrista.

¿Cómo desertó usted?

Pedí el retiro. Rechacé otros trabajos cerca de Castro… Y por eso me acusaron de alta traición: me torturaron, me encarcelaron dos años. Y allí dentro juré a Dios que contaría un día la vida oculta de Fidel Castro.

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