Por: Jean Maninat
«Sabemos como comienzan estas cosas, nunca como terminan» suele ser un comentario fundado en el sentido común, esa máquina portentosa en la reproducción de una de las formas de la sabiduría que menos se equivoca: el lugar común. Es cierto, son muchas las situaciones donde «sabemos como comienzan estas cosas, nunca como terminan», y nos sentamos a esperar, abstraídos como quien come cotufas -un estado de sublimación Zen- a que los acontecimientos se desarrollen en todo su caótico desorden.
A quienes, a falta de mejores instrumentos de discernimiento, acudimos con frecuencia al sentido común de otros para orientarnos en el borrón de las peripecias de la política nacional, nos cayó la locha, como un ladrillo en la cabeza, que el mejor de los planes A, B e incluso C, que se tenía a mano, era prepararse con tiempo para las elecciones parlamentarias y no distraerse sacándole punta al lápiz de cuanta ocurrencia nos trajera el primer sol de la mañana.
Alguna gente de la oposición democrática se pregunta, con toda razón, por el destino de tantas firmas recolectadas y tantos congresos ciudadanos anunciados; al fin y al cabo, el sentido común, y los buenos modales, dictan que al tratarse de iniciativas constitucionales y democráticas, merecerían que sus proponentes tuviesen a bien brindar una información detallada de su paradero; sobre todo a quienes fueron convocados a facilitar su autógrafo, o donar su paciencia y humanidad para rellenar un recinto vacío. ¿Qué pasó con esas iniciativas? ¿En cuál reservorio pastorean sus logros? Convengamos que responder a tan válidas inquietudes, les otorgaría autoridad a la hora de reclamar transparencia a los demás grupos políticos opositores reunidos en la MUD, como suelen hacer con airada frecuencia.
Como era de esperarse, quienes hasta hace nada visualizaban las elecciones parlamentarias en los confines cronológicos de Matusalén, llegan ahora con el pasito apurado, y el jabón todavía en las orejas, a exigir que se hagan primarias en todos lados y se deshagan los consensos tan arduamente labrados. Los hay quienes convinieron con lo consensuado en la mañana y en la tarde convocaron una rueda de prensa para denunciar los pactos a «espaldas del pueblo». Otros, a sabiendas de que fueron escogidos por consenso para presentarse en una circunscripción determinada, dado su arrastre particular en ella, luego exigen que les hagan su primaria personalizada -una especie de baby shower- en la seguridad absoluta de que van a ganarlas.
El sentido común indica que se les debería permitir a la administración Obama y al gobierno del presidente Maduro, dirimir sus desavenencias en torno a la orden ejecutiva emanada -a lo mejor hasta por default- de una computadora en la Casa Blanca. Mientras Mambrú está distraído en su guerra de quincallería -a nadie le interesa, las colas son para comprar jabón y pañales y no para alistarse en la defensa de la patria- habría que finiquitar la selección de candidaturas, presentarlas públicamente, y comenzar a barrer el país circunscripción por circunscripción con un mensaje unitario de cambio y superación de las calamidades causadas por el gobierno.
Quienes, una vez más, pretenden distraer la atención de las elecciones parlamentarias y retardar la puesta en marcha del mecanismo que le retorne la iniciativa política a la oposición democrática, están jugando con una oportunidad única para desmontar democráticamente al régimen. En esta materia, hay una dolorosa experiencia acumulada y sabemos -en votos propios- como comienzan las cosas y también como terminan: en la más frustrante derrota.
@jeanmaninat
Un comentario
La falta de fidelidad de los líderes, su hipocresía, mezquindad y doblez nos mantienen en ese estado de postración.