P. Luis Ugalde en Venamcham: “Estamos en una encrucijada dramática”

Publicado en reportecatolicolaico.com

El Padre Luis Ugalde (sj) participó en el Encuentro de la Cámara Venezolano-Americana.  Allí reflexionó sobre temas como nuestra riqueza y nuestra pobreza,  sobre la productividad de la empresa y sus premisas fundamentales y sobre el talento, la educación y la cultura empresarial como piezas indispensables en un mundo globalizado, dejando abierta una ventana a las experiencias exitosas en Venezuela.

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A continuación, el texto completo de la muy interesante presentación del P. Ugalde en Encuentro de VENAMCHAM  Persectivas sociales 2015

“Estamos en una encrucijada dramática que se debe resolver en estos meses: concertación o no entre gobierno y empresa privada. Si no hay concertación a fondo no habrá abastecimiento, ni perspectivas de trabajo productivo digno. El gran programa social es este; de lo contrario, los programas sociales serán de emergencia extrema con episodios dramáticos para subsistir, como en Haití. Ciertamente es necesario que el gobierno entienda esto y dé el cambio con reconocimiento de la empresa, pero más importante aún es que lo entienda la muchedumbre en Venezuela  para que su clamor sea tal que el gobierno se vea obligado a concertar y fomentar la empresa productiva  que es cuestión de vida o muerte para 14 millones de trabajadores y para 30 millones de venezolanos.

Quienes en esta tarea de información y de persuasión deben dar la cara son los empresarios, sin esconderse ni avergonzarse frente a una población que ha sido bombardeada durante tres lustros con la idea falsa de que la causa del problema social es la existencia misma de la empresa privada y  por ello sería necesario el socialismo que la suprime de raíz. Habrá empresas mejores y peores, pero sin empresa privada no habrá progreso económico, sino reparto de la miseria.

El trabajo creativo, digno y bien remunerado para  14 millones no se puede dar sin 120.000 empresas con un promedio de 100 trabajadores cada una (120.000 x 100 = 12.000.000 y los otros 2 millones empleados en el sector público) Eso significa una muy profunda transformación de la dinámica empresarial actual y al mismo tiempo del sistema educativo para formar productores cualificados. La base de nuestra transformación económico-social es la Inversión y emprendedurismo creativo de la mano con un sistema educativo orientado a formar para el trabajo productivo.  Esa es la base que actualmente está negada.

Formar productores y población productora. No sólo los bienes y servicios que se comercian  y consumen son productos creados por la población, sino también la política democrática y la convivencia social, que no se dan sin una sólida formación educativa. Educación y producción son inseparables como las dos caras de una medalla.

Esta necesaria transformación es tan formidable  que hasta puede parecer imposible, pero no lo es si enfocamos el futuro de Venezuela como una realidad que sale de nuestro talento y creatividad y centramos toda la educación en cultivar estas cualidades. Para lo cual lo primero es escoger el buen camino en la  actual encrucijada, desechando los falsos cimientos que durante más de 80 años han sido las bases de la cultura productiva y política predominantes y envolventes. Los menciono de manera contrapuesta:

1-No somos país rico por poseer un recurso natural valioso, el petróleo.

2-Somos ricos o pobres de acuerdo a la cantidad de bienes y servicios de calidad que seamos capaces de producir el conjunto de los venezolanos.

3-La productividad de la empresa es la clave y no puede darse sin buena gerencia, inversión, tecnología y trabajadores preparados y valorados por su talento de trabajo y no como “fuerza de trabajo”.

4-Más importante que la extracción petrolera es el arte de la extracción del talento oculto en millones de jóvenes y niños venezolanos, pues la sociedad será lo que ellos produzcan.

5-Esto nos lleva a la educación, capacitación, formación y cultura empresarial y productiva de esos 10 millones de trabajadores. En un mundo globalizado y sin barreras la medición de los estándares formativo-productivos hay que hacerla comprándonos con los más avanzados; como lo hacemos en el fútbol o en el béisbol.

A este reto socio-educativo-productivo no se puede responder  diciendo que eso no nos toca a nosotros, sino que se lo dejamos al gobierno, pues lo nuestro es la empresa productiva en sí misma  y lo social le toca al gobierno y a la caridad o filantropía. Entregar eso al gobierno que está radicalmente equivocado, sería una enorme torpeza. Con educación, empresa y cultura productiva que se nutren del falso presupuesto de que somos país riquísimo, no tenemos futuro ni presente. Según esa falsa idea de riqueza y de paso de la pobreza a la riqueza de la gente, el camino  es distribuir lo que ya existe, no es crear la riqueza que no existe. Si se considera que el problema económico no es producir sino distribuir, el empresario creador  tiene poca importancia, al igual que el trabajador productivo con su talento puesto a valer, porque erróneamente  se considera que el camino de la pobreza al desarrollo compartido con disfrute de bienes y servicios de buena calidad no es económico-productivo, sino político-distributivo.

Lo que está colapsando es este falso supuesto, que no fue inventado en esta última década y media, sino que subyace en la mente y en la acción del último medio siglo y ha modelado graves deformaciones culturales e institucionales. En los últimos 15 años, lejos de corregirlo, este error ha sido llevado al extremo y al absurdo. Por eso las perspectivas sociales nuevas hay que enfocarlas sobre otra base.

Este cambio requiere no sólo la absoluta prioridad del sistema educativo en recursos materiales y humanos, sino que la sociedad entera  y en especial la empresa y la escuela se reencuentren.

Nueva relación Educación-Producción. La cosecha social, económica y política son productos de nuestro talento cultivado, tanto en la racionalidad instrumental propia de cada disciplina, como en los valores humanos que dan norte y sentido a la persona  y a la sociedad.

Hace medio siglo se creó el INCE y tuvo méritos y produjo frutos. Hoy el campo de la formación técnica para el trabajo productivo es bastante desolador. El número de universitarios ha crecido, pero un alto porcentaje sale con un título con poco respaldo de contenido  y preparación productiva.

En el  mes de abril desde CERPE, la AVEC y Jesús Obrero organizamos un Simposio que tuvo lugar en la UCAB con la participación de un centenar de educadores en el área de formación técnica que luchan con crecientes dificultades para la sobrevivencia de una educación poco entendida y menos valorada. Con apoyo de la CAF (Corporación Andina de Fomento) que busca incrementar la productividad y competitividad de las empresas latinoamericanas y la necesaria formación para el trabajo productivo. En el Simposio compartimos una presentación de la CAF del estudio hecho sobre el panorama latinoamericano y luego un alto responsable del SENA de Colombia nos presentó la evolución más reciente y las políticas actuales de de este sistema educativo (tipo INCE) donde se encuentran en esfuerzo concertado de las empresas, el gobierno y los trabajadores. En el Simposio se conocieron, compartieron e intercambiaron entraron en el conocimiento mutuo e intercambio instituciones venezolanas especializadas en esta área y afiliadas a la AVEC (como salesianas, salesianos, maristas, La Salle, Fe y Alegría, Jesús Obrero, SUPERATEC, APEP y Universidad Monseñor Arias y otras). Afortunadamente, también participó el Ministerio de Educación en la persona de la Directora de Educación Técnica y varios de su Equipo.

Luego de un intenso trabajo de dos días se llegó a una serie de Conclusiones y Recomendaciones. En este tipo de educación y su financiamiento hay dificultades especiales que a veces no son bien comprendidas en el mundo de los educadores, ni en el propio Ministerio de Educación. Esta es una educación que necesita profesores ingenieros y profesores prácticos que están muy activos en las empresas productivas. Estos no son fáciles de conseguir  con la miseria que se paga y a veces no se les permite por no tener el título de educadores, aunque sean excelentes maestros en su oficio. Este tipo de educación no puede ser como un apéndice paralelo al sistema ordinario, sino que hay que colocarlo en el corazón de todo el sistema y con salidas abiertas al trabajo desde temprana edad, pero también a la continuación de los estudios superiores. Esta transformación educativa no se puede lograr sin participación de la empresa privada en el diseño mismo de los estudios, en la selección del personal y en el financiamiento, con políticas públicas que fomenten la empresa y la educación para el trabajo.

Ahora estamos viendo el modo de que lo iniciado en este Simposio continúe.

En estos momentos de pesimismo y de desesperanza en tantos ambientes nacionales, mis palabras pueden parecer soñadoras con ideas imposibles para nuestro país. Por eso creo que más importante que alargar mi exposición es abrir una ventana a las experiencias exitosas en Venezuela; de ellas doy fe, pues las he visto nacer y crecer. Sólo falta multiplicar por todos los lados estos modelos y similares donde se dan la mano la educación y la producción en las personas que se forman y se transforman para cambiar el país. En ellas está la vida del futuro y la decisión del presente”.

Caracas 13 de mayo de 2015

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