Dicen algunos que el gobierno, con una torpeza que abisma, camina por la parte más peligrosa de un desfiladero. Otros, que todo esto que vivimos es una exageración histérica, azuzada por los roñosos medios y criminales infiltrados en las redes sociales. Terceros recurren a frases hechas: «… Esto se lo llevó quien lo trajo… Se acabó lo que se dijo… Llegamos al llegadero…».
A ver, intentemos poner algo de luz en medio de esta oscurana. La situación económica -y por consecuencia la social- es muchísimo más grave de lo que parece. Con un salario básico de 15 mil bolívares, al que esté bajo ese régimen salarial le alcanza para 15 latas pequeñas de atún (la latica cuesta 998bs). Si tiene cesta ticket, bueno, poco más del doble de latas. Es decir, en la mesa del venezolano el salario básico da para poner sobe la mesa una lata pequeña diaria de atún. Para el grupo familiar de 5 personas. Yo le propongo al presidente Maduro que durante un mes siente a su mesa a cinco personas, incluyéndose, y sirva sólo una lata pequeña de atún al día. Quizás así le entré en la sesera la gravedad de la situación alimentaria. Y, de paso, él y su mujer pueden quitarse de encima unos cuantos kilos de lo que ya raya en ambos como obesidad mórbida.
Me parece que es comprensible que Maduro no pueda hacer el simple ejercicio de caminar por las calles. Correría el riesgo de enfrentar, no el tan temido ataque de paramilitares, sino la furia de una doñita cualquiera quien, luego de unas 4 o 5 horas de cola, no sería muy bondadosa con él. Pero lo que sí puede y debe hacer es pedir a unas veinte personas, que no se conozcan entre sí, que salgan a la calle y le graben con sus celulares escenas en los hospitales, farmacias, mercados, basureros, etc., para él verlas luego, sin editar. Y luego convoque un consejo de ministros.
Dándole el beneficio de la duda (y miren que me cuesta), creo que quizás Maduro vive en una burbuja y eso hace que no sepa ni entienda el tamaño del colapso que enfrenta Venezuela. Porque esto no es crisis. Eso es etapa superada. Ya estamos en ese infinito y negro túnel que sociológicamente se define como «colapso».
Las cifras macro y microeconómicas son de llorar y no parar. Creo que Maduro hace como el avestruz. Equivocadamente ha optado por una estrategia política de escondite. Aunque salga casi todos los días en cadena a decir bolserías, en realidad está tan extraviado y, supongo, tan asustado, que no atina en ninguna solución medianamente sensata. Es, además, prisionero de hombres como Jorge Rodríguez, personaje que nada tiene que perder y sí gana cada día en este mefistofélico escenario. Rodríguez es un mentiroso compulsivo. Y, aunque Maduro no se percate, es el peñón amarrado en las piernas del PSUV.
Me desvisto de la indignación que siento al ver a mi país sumergido en tan absurdo caos. Y le hablo al presidente Maduro con un lenguaje reposado. Aunque le resulte curioso y extraño, quienes hemos sido dirigentes políticos de base conocemos muy bien a las bases de la estructura del PSUV. Son la gente con la que uno habló a diario por estos largos años. Sé cómo piensan y qué sienten. Y están agotados y furiosos. Son ellos quienes se calan la calentera de los ciudadanos del común, esa protesta diaria en la que no tienen arte ni parte. Esos dirigentes revolucionarios de calle están agotados, desilusionados, hastiados. Detestan a Rodríguez, a quien ven como un sifrino oportunista, un aprovechado sin vergüenza y sin moral. Liderar, presidente Maduro, es un arte. Y es muy difícil. Hay gente que hace peso en el desastre. El alcalde caraqueño es de esos, aunque le obsequie sonrisas y frases adulonas.
Las encuestas, presidente Maduro, están hablando. Le están diciendo que la situación del país está en pleno colapso y se encamina con velocidad hacia la catástrofe. Las encuestas le están hablando a usted. Le dicen también que el respaldo político de la población a su gestión es bajísimo, rumbo a ser casi inexistente. Los venezolanos le están diciendo, de todas las formas posibles, que esto no sirve. Que así no se puede trabajar, progresar, vivir. Y prontamente no se podrá ni sobrevivir. Si lo que está haciendo usted no sirve, ¿no le parece a usted que, o usted cambia o deja el paso libre para que el país encuentre las soluciones que su gobierno no ofrece?
Como seguramente usted sabe, hace unos días se celebró la fiesta pastoral de Ma. Auxiliadora. En una procesión en la que participé escuché las siguientes letanías: «Santa María Auxiliadora, líbranos del gobierno; Santa María Auxiliadora, sálvanos de Maduro.»
Al pueblo, presidente Maduro, se le agotó la paciencia. Ya no le queda ni una gotica.
Soledadmorillobelloso@gmail.