Publicado en El País
Un grupo científico acaba de confirmar que estamos en una nueva época geológica.
Si usted nació antes de 1950, puede que ahora se vaya a sentir algo más mayor: ha vivido en dos épocas geológicas distintas. La Tierra ha entrado en una nueva página del calendario geológico, el Antropoceno. Y una de las pruebas de que el mundo ha cambiado para siempre está en la Ría de Bilbao, en una franja de siete metros de sedimentos acumulados por la industrialización. El grupo de científicos encargados de tomar esta decisión acaba de votar que ya hemos superado el Holoceno. La huella de la actividad humana quedará para siempre grabada en todo el planeta como una línea bien identificable en los estratos que se verán dentro de miles o millones de años en cuevas y acantilados, una referencia permanente para los científicos del futuro.
«Ya hemos cambiado la Tierra: el Antropoceno es el momento en que los humanos conseguimos cambiar el ciclo vital del planeta, cuando los humanos sacamos al planeta de su variabilidad natural», explica Alejandro Cearreta, el único científico español que formaba parte del equipo de alto nivel que tenía como misión determinar si de verdad vivimos ya en un momento geológico distinto, en una capa de crema bien definida en el milhojas de los estratos terrestres.
Este grupo de 35 especialistas, tras siete años de trabajos, realizó varias votaciones hasta decidir que el Antropoceno es ya una nueva época geológica dentro del periodo Cuaternario (el Jurásico, por ejemplo, es otro periodo geológico dividido en distintas épocas). También votaron que la marca que determina ese cambio son los residuos radiactivos del plutonio, tras los numerosos ensayos con bombas atómicas realizados a mediados del siglo XX. Y por eso la fecha que eligieron como línea de entrada en el Antropoceno es 1950. «Aunque 1952 sería más concreto, porque es cuando todos los isótopos radiactivos provocados por esas bombas se asentaron en todo el planeta», matiza Cearreta, profesor de la Universidad del País Vasco.
Para entrar en un momento geológico distinto, explica el geólogo vasco, tiene que haber una señal inequívoca «global y sincrónica» del cambio planetario. Por eso, aunque inicialmente se propuso 1800 como fecha de inicio del Antropoceno, con la Revolución Industrial, se ha descartado porque su huella no llega por igual y al mismo tiempo a todo el globo.
Pero lo importante para determinar un cambio geológico no es que los humanos hayamos dejado huella. Esa muesca humana ya se nota desde hace miles de años. La clave es que se trata de un cambio de ciclo en el comportamiento del planeta entero, provocado por los humanos y sus plásticos, sus emisiones de gases, los desechos de sus industrias, la alteración de ecosistemas, la desaparición masiva de biodiversidad, la acidificación de los mares… «Muchos de estos cambios son geológicamente de larga duración, y algunos son irreversibles», asegura el grupo en su resolución. No es un juicio político, como se le ha reprochado a este grupo: «Es un hecho científico, se está acumulando un registro geológico. La evidencia del Antropoceno va a durar para siempre», zanja Cearreta.
Y eso es al margen de que sea un concepto científico con repercusiones políticas, como también sucede con el cambio climático, explica este científico, que sí opina que la llegada del Antropoceno es una prueba de «nuestro fracaso como sociedad». «¿Es bueno o es malo que se extinguieran los dinosaurios? No entramos a juzgarlo, pero ahora se ha producido un cambio claro en el Sistema Tierra», asegura este científico, que reconoce que vivieron una presión extraordinaria para su campo durante la votación, en el Congreso Internacional de Geología celebrado en Sudáfrica: «Nos desborda un poco, no estamos acostumbrados a generar este interés».
En cualquier caso, la decisión del grupo de especialistas todavía no aparecerá en los libros de texto, ya que aún la tienen que ratificar formalmente en los próximos años varios organismos. Cearreta bromea reconociendo que las decisiones en su campo se toman a ritmos geológicos: hasta 2009 no se delimitó formalmente el Cuaternario, que arrancó hace dos millones y medio de años. Y todavía falta identificar lo que llaman el clavo dorado, un lugar, una señal en la tierra que sirva de lugar de referencia para señalar el comienzo de ese nuevo capítulo de la geología para todo el mundo.
Cearreta propone una franja de siete metros que se puede ver claramente en la playa de Tunelboca, en la Ría de Bilbao, donde se fueron acumulando sedimentos durante un siglo de escorias vertidas por los altos hornos. «El oleaje y las corrientes marinas los han ido transportando y acumulando desde los años 1940 como una playa cementada al pie de los acantilados de Getxo», indica el geólogo, que reconoce que habrá politiqueo en la elección de ese referente mundial de la entrada de la humanidad en una nueva era. Será en unos años; para los geólogos no hay prisa: «Somos lentos para actuar, nuestra unidad de tiempo es el millón de años».