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La palabra democracia está destrozada. La imagino como en uno de esos avisos de autopista, donde las palabras están agujereadas por tanto malandro que los utiliza como tiro al blanco. Así está la palabra democracia: agujereada, inútil. Tanto le han caído a la pobre que ya le faltan letras. Digamos que queda la letra D, la letra A y quizá la letra I, solo porque sirven para escribir la palabra que sigue: dictadura.
“La sentencia del Tribunal Supremo de Justicia evidencia que en el país ya no hay democracia”, palabras de Henry Ramos Allup que se destacan como gran titular de hoy en El Nacional. Y si no hay democracia hay dictadura.
Nicolás Maduro, mientras, exhibe un cinismo ilimitado. Leo en El Universal: “Maduro asegura que acatará la sentencia del Tribunal Supremo de Justicia”. Como si tal acatamiento le supusiera un esfuerzo especial, algo extraordinario. La verdadera noticia en todo caso sería: “Maduro asegura que acatará la constitución nacional”.
Todo esto con relación a la decisión del Tribunal Supremo de Justicia de convertirse, ahora, en el usurpador formal de la Asamblea Nacional, autorizándole a Maduro que apruebe el presupuesto 2017 en un fulano Congreso de la Patria que nadie conoce y nadie ha elegido; negando, borrando así a la Asamblea Nacional que fue elegida por el pueblo en las elecciones del 6 de diciembre del año pasado.
Ese es un golpe terrible. Pero el que viene puede ser aún más duro y mortal. Se espera que en cualquier momento la misma Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia dicte una medida contra el referendo, que, como decíamos días atrás, asesinaría por completo el revocatorio y con él la salida constitucional.
A propósito de esto, Tal Cual publica hoy unas declaraciones de Henrique Capriles: “Tenemos que estar en alerta máxima, esta medida cautelar que se está cocinando en el TSJ la lanzarían el 13 o en la noche del 14 de octubre. Si ellos deciden aprobar esa medida tenemos que salir a la calle a iniciar la toma de Venezuela, un pueblo movilizado en defensa de sus derechos porque lo que están haciendo es un golpe de estado”.
En paralelo, el régimen acentúa su carácter dictatorial apretando cada vez más la represión, característica fundamental de todas las dictaduras que en el mundo han sido, y en especial en Latinoamérica. El gran vocero ahora pasa a ser el General González López, quien está al frente del Sebin. Su última actuación: acusar de terrorista nada menos que a Carlos Ocariz, Alcalde del Municipio Sucre. Ocariz, a parte de su trabajo en la Alcaldía, es uno de los principales armadores políticos que tiene la MUD. Por todos es sabido que toda la operación para el referendo revocatorio ha estado bajo su responsabilidad. Ponerlo preso, con la excusa que sea, no importa cuan absurda o ridícula se antoje, es otra manera de bloquearle el camino al referendo revocatorio.
Hoy El Nuevo País resume el drama en un acertado titular: “Abajo caretas, ni elecciones ni separación de poderes”. Porque ya Maduro lo dijo con el tono más autoritario: ¿Para qué elecciones? Las elecciones no son importantes.
De la palabra democracia, pues, solo quedan esas pocas y destartaladas letras: a, e, i. Buenas para escribir lo que nos queda: DICTADURA.