Los discursos se vacían de contenido cuando se quedan en palabras. Es cierto que los tiempos sociales no calzan exactamente con la cronología del los actos legales. Pero lo menos que uno puede esperar es un mínimo de coherencia y camino en paralelo. Me explico.
Muy bueno el discurso de la Fiscal General de la República. Un poco tardío para mi gusto. Cuántos dislates y sinsabores se hubieran evitado de haber dicho todo esto tiempo atrás. Al fin puntos sobre tantas ies. Marcó territorio a tirios y troyanos. Mandó montones de «mensajes a García». Varios escardillazos le obsequió a las señorías del TSJ y a los jueces, al Poder Ejecutivo, a los uniformados y también a sus copartícipes del Consejo Moral Republicano, tanto al diente roto de la Contraloría General como a su serenísima alteza el bloqueador Defensor del Pueblo. No escaparon tampoco las infantas del CNE. La declaración le sirvió, además, para reconciliarse con los medios y los periodistas, a quienes nos miraba siempre por encima del hombro, con un desprecio por cierto muy poco democrático.
Vamos bien. Pero del dicho al hecho hay mucho trecho. Obras son amores y no sólo buenas razones. La Fiscal General puede hacer lo que usted y yo, ciudadanos del común, no podemos. Ella puede actuar legal y constitucionalmente. Abrir procedimientos. Instruir expedientes. Ejercer su poder, que no es poco. Y no me refiero apenas a las violaciones y delitos recientes, los de esta especifica coyuntura a partir del desencadenante que significó la patética sentencia 155. Aquí ha habido delitos gravísimos que están ahí, vivitos y coleando, causando daños gigantescos al país en general y a la ciudadanía en su conjunto. Malversaciones, estafas, robos de cuello blanco, auténticos saqueos vandálicos al erario que han destruido la economía y nos tienen en este miserable y tan procaz estado de postración.
Se me dirá que ahora a la Fiscal le bloquearán cualquier causa que intente. Bueno, si fuere necesario porque el régimen le cerrara todas las puertas nacionales, pues que recurra a activar procedimientos en ámbitos internacionales, que por algo y para algo existen. Con la denuncia de las múltiples violaciones a la Constitución, a la ley y al debido proceso y con repartir regaños no es suficiente. Denuncias las hacemos todos. Y por largos años hemos sido ignorados olímpicamente y hasta perseguidos. Pero a ella no la pueden obviar de un plumazo, por muchos kilos de más que tengan los obesos figurines apoltronados en los palacios y los cuarteles. Quiero imaginar que ya ella y sus colegas están fajados escribiendo, llenando folios. Que las letras en estos casos valen y pesan más que lo dicho ante micrófonos. En el escritorio de mi papá había un cartelón en el que se leía «no lo diga, ¡escríbalo!».
Termino estas líneas con un mensaje a la señora Fiscal General: nunca es tarde cuando la dicha es buena. Los refranes no son apenas un jugueteo del lenguaje; son expresión de la lógica popular. El pueblo está hablando. Y no habla con palabras necias. Así que bueno es no hacer oídos sordos.
@solmorillob