Investigación de un ciudadano libre de toda sospecha – Elizabeth Fuentes

Publicado en KonZapata

Da vergüenza ver a esos antiguos poderosos,  rumbo al abismo, aferrados al cadáver físico y ahora político de Hugo Chávez, sin recordar que el difunto practicaba muy poco la lealtad y mucho menos la decencia con el erario público.

Por: Elizabeth Fuentes

El chiste es inevitable: El hambre es tan fuerte en Venezuela que la revolución se está comiendo a sus hijos más gordos. Y cuidado, porque  en poco tiempo puede haber más gordos -literal y metafóricamente- en su intestino.

La caza de brujas y brujos escenificada al interior del chavismo, remake de lo que han hecho los comunistas toda la vida -en la URSS, en China, en Cuba y afines-, siempre les ha funcionado como una buena herramienta para consolidar el poder y, de paso, asustar a más de un “fiel” que se crea intocable. Tan asustados por quedarse sin el Palacio de Miraflores, mortificados porque la sola presencia de Lorenzo Mendoza en el estadio universitario haya generado millares de vivas y  aplausos de pie en las gradas abarrotadas -algo que enfureció a Nicolás Maduro, quien con toda y su caravana de escoltas jamás podría soñar semejante espectáculo a su favor-, atrapados sin salida en los 912.000km. cuadrados de país, cargado de deudas y buscando corruptos con una lupa muy particular para limpiar la imagen del Gobierno frente a los acreedores rusos o chinos, Maduro y sus militares se han quedado sin alternativa. Entonces, como el viejo chiste del perro que carga con todas las culpas de una casa en ruinas, ahora tienen que patear a los suyos.

Unos camaradas que, por cierto, han mostrado poca dignidad al momento de su caída. Basta como ejemplos el video de Eulogio Del Pino o la entrevista que hizo la BBC a Rafael Ramírez para (y vaya que cuesta escribirlo), sentir vergüenza ajena por esos antiguos poderosos que, rumbo al abismo, sólo tienen fuerzas para aferrarse al cadáver físico y ahora político de Hugo Chávez, sin recordar que el difunto  practicaba muy poco la lealtad, como lo confesó alguna vez Luis Miquilena, quien lo regañó duramente por haber insultado en cadena nacional a Miguel Henrique Otero: “¿Ya se te olvidó que El Nacional te apoyó, que hasta lanzaron otro periódico para hacerte campaña, que tú comías y te vestías en su casa?”, dijo Miquilena que le dijo a su ahijado político. Un protegido malagradecido que recibió millares de dólares para su campaña de los amigos de Miquilena y anduvo varios meses viviendo y comiendo en su casa pero, ya Presidente y poderoso, le pagó con el despido.

Así que apelar a Hugo Chávez tampoco funciona en el terreno de las lealtades. Y mucho menos en la zona de la decencia o la ética, porque fue en la era Chávez cuando nació y se multiplicó el más grande asalto al erario nacional, tan desmesurado que lo hizo público cuando le solicitaba ilegalmente ‘millarditos’ al Banco Central del Venezuela (BCV) o le enviaba millones de dólares a la campaña de los Kirchner. O inventaba una empresa “privada”, Albanisa, cuyos socios son nada menos que los ahora multimillonarios, oligarcas y burgueses de Daniel Ortega y su familia -con 50% de las acciones- mientras  de este lado, PDVSA y sus corruptos administraban el otro 50% con las consecuencias que ahora sabemos. O nunca las sabremos del todo porque lo que ahora llaman lealtad entre chavistas parece más bien una complicidad entre bandidos donde todos saben mucho sobre los otros y, como Ramírez en su carta de renuncia y en sus declaraciones a la BBC, se defienden con guantes blancos hasta que no les quede otro camino que enfundarse los de boxeo.

¿Que Ramírez no diga ni ñe en defensa de su primo Diego Salazar preso? ¿Que no sabía de sus edificios en Campo Alegre, su orquesta  particular, su gusto por las misses y el vino más caro del mundo? Difícil. ¿Que Rafael Ramírez haya sido testigo de todas las irregularidades que se sucedieron mientras Chávez estaba grave y quizás falsificaron su firma? ¿Sabrá o no sabrá de la fortuna mal habida de varios militares que han estado al frente de Pdval o de los ministerios de Alimentación, o de quienes han exportado quién sabe qué a nombre de PDVSA Industrial, PDVSA Agrícola, PDVSA Servicios Petroleros, PDVSA Gas, PDVSA Operaciones Acuáticas, PDVSA Gas Comunal, PDVSA Asfalto, PDVSA Empresa Nacional de Transporte, Bariven, PDVSA Ingeniería y Construcción, y así sucesivamente, como lo demuestra un portal chino cuyo nombre mantendré en secreto no vaya a ser que lo censuren, como ya ocurrió con el Registro Nacional de Contratistas donde hasta mayo se podía conocer quiénes estaban detrás de las 11 mil empresas que arrasaron con los dólares de Cadivi, pero una orden superior impidió ese derecho la información de un solo plumazo.

Aunque la mejor de las preguntas sería ¿Sabrá Tarek William Saab dónde se esconde el dinero mal habido de todos los ahora presos? ¿Lo deportarán a Venezuela junto a Nervis Villalobos? ¿Y quién lo administrará cuando llegue? ¿Diosdado Cabello?

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