Acto «Renace la esperanza», discurso de Luis Ugalde

Por: Luis Ugalde s.j.

Nos encontramos aquí juntos en busca de una unidad superior para responder al intento fraudulento de perpetuar desde el poder la dramática negación de la vida que reina en Venezuela. Aquí todos somos distintos, cada uno con su propia historia, su pertenencia grupal y su conciencia, pero nos une algo común: la indignación y la rebeldía contra la dictadura que niega la vida a los venezolanos y cierra el paso a los cambios imprescindibles para que el pueblo de Venezuela tenga vida.

1– Ustedes saben que soy sacerdote católico. Permítanme que, desde las fuentes de mi identidad, comparta con ustedes, no mi religión, sino una profunda sabiduría que trasciende a cualquier parcela religiosa y es patrimonio común de toda la humanidad.

Uno de los primeros libros de la Biblia nos presenta cómo el joven pastor de ovejas Moisés se sintió llamado a liberar su pueblo sometido a la esclavitud en Egipto. Sintió que desde la misteriosa zarza ardiendo Yahvé le decía “quítate las sandalias de los pies, porque el sitio que pisas es terreno sagrado” (Éxodo 3,5). Me atrevo a decir que ahora, en esta magna asamblea, a cada uno de nosotros desde nuestra propia conciencia se nos dice “quítate las sandalias de los pies, porque el sitio que pisas es sagrado”.

El terreno sagrado de esta asamblea es la vida de la gente, la vida de los cientos de asesinados, torturados y maltratados, de los millones de exiliados, de las decenas de millones que malviven sin esperanza y acaban de recibir la pésima noticia de que el gobierno dictatorialmente quiere perpetuar su miseria por seis años más. No entenderemos la gravedad de este hecho si nos acercamos calzados con las sandalias de nuestras rutinas y seguridades que nos protegen e impiden que nuestros pies estén en contacto directo con el sufrimiento humano y sientan la palpitación de su agonía.

Encontrarnos descalzos con la vida de la gente significa despojarnos de nuestros pequeños intereses, de las parcelas partidistas, de los prejuicios, de las rutinas y de las apatías. Moisés descalzo escuchó desde lo profundo la invitación que transformó su vida y lo convirtió en el gran líder movilizador de su pueblo e inspirador de la humanidad por los siglos venideros: “He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus quejas contra los opresores, me he fijado en sus sufrimientos. Y he bajado a librarlos…” (Éxodo 3,7).

Si cada uno de nosotros presta oídos a esta llamada trascendente desde el fondo de su conciencia, superaremos nuestras pequeñeces y diferencias y dejaremos de ser un rebaño de gente dispersa, desorientada y resignada para convertirnos en un inmenso pueblo unido y organizado, en marcha hacia la liberación.

2– Me llena de vergüenza y me parece una burla cruel al pueblo entero que Maduro- en lugar de sincerarse tras la farsa electoral y presentar su renuncia- festeje su falso triunfo y anuncie la prolongación sin fin de esta agonía y que pretenda engañar a opositores con “diálogos” calculados para no cambiar y con pequeñas concesiones de perdonavidas dictatoriales, sin restituir nuestros plenos derechos humanos, ni restablecer la Constitución.

Acerquémonos descalzos y desnudos, sin autoengaños, a la realidad de los muertos, presos y exiliados y a los millones de venezolanos cuyos ingresos y vida cada día son más agonizantes. Sí, no es una exageración, millones de familias agonizan, agonizan nuestras universidades y todo el sistema educativo, agonizan las empresas, los hospitales, los trabajadores y los enfermos, niños y ancianos, agonizan el transporte, la luz y demás servicios públicos, atrapados entre la corrupción y la ineptitud.

3– Para salir de nuestras rutinas y de las trampas jurídicas y políticas que tratan de disfrazar la realidad partamos de la verdad de hechos indiscutibles que al menos tiene tres componentes:

A-Maduro no fue elegido democráticamente para nuevo período hasta 2025.

B-Su continuación en el poder prolonga la desesperación y la negación de la vida de la gente. El pueblo con su desprecio a la tramposa votación del 20 de mayo expresó su clamor silencioso por un cambio socio-económico que no puede esperar y debe empezar cuanto antes, con movilización y colaboración nacional e internacional.

C-Cuanto antes debe ser restablecida nuestra violada Constitución, para lo cual debe eliminarse la ilegítima Asamblea Nacional Constituyente, cambiar el CNE, liberar a presos políticos y exiliados, acabar con las arbitrarias anulaciones de partidos, tarjetas opositoras, candidatos presidenciales, y establecer las condiciones electorales básicas que diferencian en el mundo entero una votación dictatorial de una elección democrática, libre, justa y transparente.

4– Buscamos UNA GRAN UNIDAD SUPERIOR con el consenso sobre estas tres realidades y es imprescindible la convergencia de cuatro factores claves: El primero, el más importante y decisivo, es el profundo malestar del pueblo que se manifestó de manera tan elocuente el 20 de mayo y que cada día empeora.

El segundo son los países e instituciones democráticas del mundo que están claros en no reconocer la farsa y exigir la elección verdadera para el cambio. A pesar de la urgencia que clama por los otros dos factores, todavía no han madurado y son los que siguen:

El tercero es un renacido liderazgo nacional y local en todos los sectores e instituciones: líderes de los trabajadores, vecinos, empresarios, educadores y universidades, academias, partidos políticos, comunidades espirituales, organizaciones de la sociedad civil… cada uno activado y organizado con su especificidad para aportar para todos, con humildad y audacia, lo más valioso de sí.

El cuarto factor decisivo es la Fuerza Armada que conoce mejor que nosotros la tragedia nacional y el fraude y está obligada a restablecer la Constitución y evitar que se perpetúe la miseria. Cuando los cuatro converjan y se den la mano, se abrirá la puerta hacia el camino de la liberación y la reconstrucción. Camino difícil y retador que despertará las mejores fuerzas espirituales de Venezuela.

5– VENEZUELA LIBRE NO SE RINDE. Para ello tenemos que nacer de nuevo. Nicodemo, un honrado y reconocido líder espiritual judío, se atrevió a visitar a Jesús de noche y a escondidas por miedo a los suyos y le preguntó “qué hay que hacer”. El Maestro le respondió, “es necesario nacer de nuevo”, aunque seamos viejos, tenemos que nacer de nuevo (Juan 3,1-8)

Nacer de nuevo con una gran fuerza espiritual para romper barreras sociales, corrupciones y deformaciones del pasado y del presente. Los partidos políticos necesitan nacer de nuevo, pero no sólo ellos sino todos nosotros y las organizaciones e instituciones a las que pertenecemos. Desarrollar la sociedad civil con nueva responsabilidad para transformar y controlar a su Estado e impedir que un partido o grupo se apodere de él y lo convierta en botín; deformación que en este país petrolero ha llegado a extremos trágicos.

Nacer de nuevo para reconstruir juntos el país desbordando nuestra necesidad en creativa fuerza solidaria. Los venezolanos no podemos esperar meses o años la respuesta a la emergencia humanitaria y el cambio del funesto modelo que nos ha llevado a este inmenso fracaso y mucho menos podemos esperar que ese cambio nos sea otorgado por quienes lo han impuesto y quieren perpetuarlo con la fuerza y el atropello.

Su renuncia es reclamada por las realidades y las víctimas, para así abrir las puertas del cambio. El camino no es fácil por eso necesitamos una fuerza interior superior, una solidaridad y una unidad de salvación nacional. Si coincidimos en eso, sabremos trazar los cauces concretos con la bendición de Dios.

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