Publicado en: Blog personal
Por: Ismael Pérez Vigil
La discusión política en Venezuela es cada vez más intensa, aunque desafortunadamente, no más extendida; se da entre una cierta élite política e intelectual, pues la mayoría de la población está muy ocupada lidiando con la crisis económica y social, a la que ahora se han añadido calamidades y desgracias como la falta de electricidad y la escasez de agua.
Durante la última semana, afortunadamente la discusión ha ido pasando de las consideraciones sobre el artículo 187.11 de la Constitución de 1.999 y las posibilidades de una intervención militar externa, hacia aspectos más estratégicos, como por ejemplo, de qué manera se producirá el fin de la usurpación, el paso a un gobierno de transición y las condiciones que deben existir para que se puedan realizar unas elecciones libres. Y ésta no es una discusión fácil ni trivial.
Uno de los puntos más complejos que se plantea, a quienes nos dedicamos a la tarea del análisis político, es vislumbrar a partir de los datos de la realidad el futuro que se nos abre; y como se trata, por lo general, de realidades muy complejas, se recurre con frecuencia a los escenarios, antes que a las predicciones, tarea que se deja a los diversos adivinadores de oficio.
No obstante, para analizar la compleja situación venezolana, hay algunas cosas que se tienen claras y se debe partir de ellas para hacer cualquier conjetura y trazar estrategias. Por ejemplo, lo obvio: que el país se hunde cada día más y más en la crisis, económica, política, social, humanitaria y por lo tanto es urgente acabar cuanto antes con esta situación de oprobio.
Otro punto que está claro es que tras 20 años de dictadura socialista en Venezuela, que ha arruinado al país y empobrecido a su población a términos inimaginables, tras ver la actitud frente a la crisis venezolana de quienes la han generado y detentan el poder y su actuación para mantenerlo, hay que llegar a la conclusión que ya no los anima ningún deseo de usarlo para lograr ningún propósito positivo –si alguna vez lo tuvieron– sino que su único objetivo es mantenerlo, para seguirse aprovechando de él. Eso nos lleva a una conclusión importante para trazar estrategias e imaginar escenarios: dado que el país y su gente no les importan, la única manera de librarse de esta especie de mafia gobernante será mediante acciones que los afecten de manera directa, personal, que toquen sus intereses particulares, que se sientan amenazados de manera directa en sus bienes y fortunas acumuladas y mal habidas.
Otro punto importante es entender que aunque el apoyo internacional no ha pasado de aceptar los Representantes Diplomáticos de Juan Guaidó, de recibir a él, a la Primera Dama y delegaciones oficiales, hay que buscar que se intensifique la toma de medidas económicas contra el gobierno, sin que afecten a la población; y sobre todo medidas “personales” contra algunos funcionarios, militares y bolichicos, que por lo visto aun no los afectan mucho.
Otra dificultad de los escenarios para Venezuela es que hay demasiados actores en el juego: la dictadura, sus seguidores, grupos civiles armados –nacionales e internacionales–, partidos y líderes opositores, una extensa gama de organizaciones de la sociedad civil, afectada y que se ha desarrollado en estos 20 años, y paremos de contar. A ese complejo panorama interno, hay que sumar ahora varios actores internacionales, con intereses legítimos y no tan legítimos, en lo que ocurre en Venezuela: organizaciones como la ONU, la OEA, la UE, el Grupo de Lima, las organizaciones internacionales de Derechos Humanos, la Cruz Roja Internacional; una pléyade de países con diversos intereses políticos y económicos, comenzando por los países vecinos afectados por nuestra emigración, los Estados Unidos, que ven en peligro su propia seguridad, además de Cuba, Rusia, China, Irán, Turquía y otros, que complican el cuadro geopolítico internacional.
Frente a este cuadro es al que hay plantearse salidas; yo me planteo las siguientes, que no agotan las posibilidades, pero son a las que les doy mayores probabilidades:
- Renuncia o abandono del cargo del presidente usurpador y su gabinete, al verse cercados económicamente, “repudiados” por la población y viendo en peligro la posibilidad de disfrutar de algún exilio aceptable. Sin embargo, este escenario le asigno una muy baja probabilidad, por lo ya dicho, que a esta dictadura no le importa lo que la gente padezca y las “sanciones” aún no los afectan en lo personal, y hasta que eso no ocurra es muy difícil que accedan voluntariamente a dejar el poder.
- Renuncia del gobierno usurpador, forzada por la fuerza armada militar o un sector de la misma, que le plantee a la dictadura la situación caótica del país, la inaguantable crisis económica y el nivel de rechazo de la población; que los obligue a renunciar, a cambio de un exilio “dorado”, al menos por un cierto tiempo; esta es la opción que creo que hay que trabajar de manera deliberada y constante y que no se logrará sin un cierto proceso de negociación, con el perdón de la palabra que sé que algunos se erizan al leerla.
- Un golpe de estado militar, que no sabemos de qué tendencia sería, por lo que prefiero descartarlo y que no se dé.
- Una intervención externa, de tipo “quirúrgico” o invasión militar que por lo que hemos visto y discutido durante las últimas semanas, creo que por ahora está negada.
Obviamente, por el momento solo veo como salida una opción de “fuerza”, que espero sea la 2, ya que veo difícil –y no sé si deseable– la 4 que muchos anhelan.
Pero lo más importante a tomar en cuenta es que todos estos escenarios requieren de tiempo para que se desarrollen; no son algo inmediato, no es cuestión de horas o días, probablemente tampoco de semanas; requieren de un complejo proceso de desarrollo, de negociación nacional e internacional, de ir ganando apoyo con las movilizaciones ciudadanas masivas y acciones internacionales, de ir mermando la resistencia del régimen, y preocupa entonces que ya algunos grupos comienzan a atacar, a denigrar, de Juan Guaidó porque creen que las cosas van muy lentas; o quién sabe si algunos piensan que van muy rápidas y eso es lo que les preocupa, pues hay analistas que dicen que detrás de las voces críticas y agoreras de algunos radicales de oposición lo que hay es un gran temor de perder su particular modo de existencia política.
De lo que no tengo dudas es que cualquiera escenario que se dé, nos debe conducir a un proceso electoral, que con todas las garantías, nos permita poner las bases para reconstruir el país con el indiscutible y comprobable apoyo del pueblo. En otro momento discutiremos cuáles son esas garantías electorales con las que, en cualquier escenario, se debe contar.
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