Por: Editorial Analítica
En cualquier conflicto hay un momento en el que, ni se puede ni se debe, descartar la oportunidad de dejar sentadas posiciones e intereses frente a un mediador.
Cuando una crisis no se ha podido resolver por mecanismos de fuerza, cuando las negociaciones han naufragado ante la falta de voluntad de una de las partes de llegar a una fórmula de acuerdo, cuando la controversia y sus consecuencias superan el ámbito de un territorio determinado y se convierten en un asunto de interés internacional, las partes enfrentadas tienen todo interés en el que la comunidad internacional perciba que han hecho todo lo que está a su alcance para resolver el problema de manera pacífica y acorde con el ordenamiento jurídico que corresponda.
Por eso los encuentros de Oslo no son una negociación entre el régimen y la oposición, sino una etapa más en la búsqueda de una salida pacífica a la crisis venezolana y Guaidó hizo bien en mandar a sus representantes a reiterar que la única salida viable pasa por ponerle un término final a la usurpación, constituir un gobierno de transición y proceder, oportunamente, a la celebración de elecciones libres a través de las cuales se relegitimen los principales poderes del Estado.
Las críticas que algunos tanto dentro como fuera de Venezuela han hecho a estas conversaciones no tienen fundamento, porque no se ha detenido la marcha por recuperar la democracia, no han sido realizadas al margen de la coalición internacional que hoy reconoce a Guaidó como presidente encargado y han logrado poner en evidencia la falta de voluntad política del régimen a propiciar una verdadera salida a la crisis.
La única negociación que está en curso en estos momentos es las que están llevando a cabo los diferentes países involucrados en la situación venezolana, y de prosperar y lograr acuerdos entre los que hasta ahora han estado enfrentados, surgirán soluciones y propuestas que no necesariamente serán del agrado ni del régimen, ni de la oposición. Por eso es que es fundamental que Guaidó no desdeñe participar en cualquier iniciativa internacional, para así mantener e informar cuál es la visión de la mayoría de los venezolanos sobre cómo debe y puede resolverse la crisis venezolana.
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