Por: Daniel Yabrudy
Caracas, 3 de Diciembre de 2019
Cuando me involucré en política, a mis 17 años, lo hice lleno de sueños, esperanza y buena voluntad.
El chavismo es una bestia, despedaza familias, amistades, corazones. Te arranca los sueños y los pulveriza, y a los que hacen política, hasta puede aventarlos de un edificio.
Los jóvenes, llenos de ímpetu, tenemos una tendencia, quién sabe por qué, a desafiar a ese tipo de bestias.
Nos gusta soñar, crecer, amar, divertirnos. Está en nuestra naturaleza.
Estos días la nación ha atravesado momentos muy oscuros. La corrupción es la noticia. Desmadres van y vienen, y los jóvenes que amamos la política, en el medio, desorientados, vemos cómo se nos viene el cielo encima.
Me siento huérfano cada vez que veo a uno de «los grandes» involucrado en escándalos, riñas y demás cosas que revuelven el estómago.
Me siento indefenso ante la mirada increpante de la gente, que juzga a los partidos políticos, a mi partido, al que tanto quiero.
Siento que el chavismo se comió a mucha gente por dentro.
No sé porqué escribí esto, quizás no tenga ninguna finalidad, más allá de la de revisarme a mí mismo y darme cuenta de que no es cierto, no es mi partido, no son los partidos, las responsabilidades son individuales.
Decidí ser parte de Primero Justicia para luchar contra la maldad que azota nuestro país y me mantengo firme en mi decisión, no voy a claudicar frente a los villanos.
Hoy, en medio del dolor y la decepción, quiero buscar esperanza y la encuentro a mí lado. Al ver a otros que, como yo, hacemos política para servir a nuestro país, porque nuestra mayor ambición es ver a Venezuela en democracia, desarrollo, prospera, bonita como ella es, y libre de los villanos que la prostituyen para llenarse los bolsillos. Ver a mis amigos volver y emprender. Vernos a todos responsables de hacer que nuestro país crezca y no esperar que otro lo haga por nosotros.
Hacemos política para llegar al poder, y ponerlo al servicio de los venezolanos, no al servicio de nuestro ego ni mucho menos de mafias. Hacemos política enfocada en el venezolano, su dignidad y su desarrollo.
Hoy decido no abandonar la política. Eso no me haría muy distinto a aquellos que la destruyen.
Hoy, me seco las lágrimas recordando a Fernando, él sí representa mis valores.
Hoy me levanto, una vez más, a seguir peleando.
Recuerdo las palabras de Juan Carlos: Me niego a rendirme.
Carta de un joven justiciero