Por: Jean Maninat
Y luego no vaya a decir
Oye que a ti no te lo advirtieron
Pero luego no vaya a decir
Oye que a ti no te lo advirtieron
Ismael Rivera.
¿A quién se le habrá ocurrido la infeliz consigna de “Únanse o apártense”? ¿De cuál laboratorio de guerra boba habrá salido? ¿Será de la fértil imaginación de quien celebrara con júbilo desde una embajada que fuese trending topic en las redes sociales? ¿O habrá salido de los tenebrosos laboratorios del G2 cubano para perjudicar a la oposición? Podemos jugar un rato a las teorías conspirativas para distraer el confinamiento.
Porque hay que tener los cables lo que se llama bien cruzados para concebir semejante eslogan a nombre de una epifanía unitaria que habría iluminado a la dirigencia opositora, un espíritu ecuménico que uniría posiciones diversas en un nuevo esfuerzo liberador del país. Una fiesta de comunión precedida por un comité de recepción que dictamina: tú sí, él no, aquel tampoco, el de más acá ok, el de más allá está en veremos, yo sí, nosotros también, ellos niente, vosotros never.
(¡Ojo! Se entiende que se busque cierto control de calidad de la membresía, los clubes privados más rancios recurren al método de la bola negra para salvaguardar el linaje de sus miembros. Pero estamos hablando de una supuesta recomposición política, no de un prestigioso coto privado).
Desde esta columna hemos sugerido, suplicado a la dirigencia opositora que se tomara un respiro para hacer un balance de sus acciones, de lo logrado y lo no alcanzado en los últimos cinco años. Pero por los indicios que tenemos, el ejercicio comenzó con mal pie. Se trataría de lograr un acuerdo entre quienes están de acuerdo en no participar en las elecciones parlamentarias de diciembre. Lo cual deja de lado la principal discusión que tiene -de nuevo- la oposición: participar o no en elecciones bajo las actuales y adversas circunstancias. Y los argumentos son de sobra conocidos -incluyendo la reciente iniciativa Caleca- como para intentar reproducirlos aquí con justicia.
Al menos uno espera como resultado el entierro definitivo del mantra, de las aspiraciones belicistas y los sueños de invasiones extranjeras, del lastimoso solos no podemos, de la carta permanentemente escondida bajo la manga. Quisiéramos el regreso a la política, a sus labores y sus tiempos. No es mucho pedir.
La insolencia perdonavidas del “Únanse o apártense”, nada bueno propicia, más bien anuncia una disposición a la arbitrariedad, a la cancelación de los que no piensan igual, un desdén por el debate democrático y sus contrastes. Si así se comportan en la penuria política en la que se han autoconfinado, no quisiéramos pensar cómo serían de llegar a gobernar. Ojalá los sectores democráticos de la oposición se desmarquen de tan lamentable espíritu, y se recobre el de 2015. Nos haría mucho bien.
¡Únanse o apártense grita el díscolo conductor con los ojos afiebrados! Quítate de la vía Perico, que ahí viene el tren.
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