Publicado en: El Nacional
Por: Fernando Rodríguez
Si usted, opositor, decide votar, por alguna razón como que la abstención es algo así como lavarse las manos a lo Poncio Pilato o perder un partido de fútbol por forfait, no obstante, es inevitable que pasen por su mente algunos pensamientos.
Puede que recuerde más de veinte años de vejaciones cívicas y crímenes constitucionales de los cuales ha sido víctima. Si no, le viene a la mente y lo tortura el inevitable y sempiterno tema de lo que usted era económicamente antaño y lo lamentable que ha terminado por ser. Y seguro que más allá de esas generalidades le da por enumerar la letanía de los abusos específicos de esta prostituida elección: CNE impropio, partidos saqueados, inhabilitados y presos, asalto a la Asamblea para fracturarla, alacranes, repudio internacional, palo para los socios fieles de tantos años…Pero usted va a votar para no quedarse en casa digamos que mirando los toros desde la barrera o dándole curso a su patológica adicción a las series de Netflix. Y obsesivamente el miedo porque es viralmente bastante vulnerable (diabetes y 68 primaveras), ajustando maníacamente su mascarilla y buscando que nadie se le acerque mucho, cosa difícil con esa gentará. No sabe muy bien por quién votar porque usted siempre lo ha hecho por AD, como sus padres, pero AD no es ahora AD, es un tapabocas de AD. Su idea era votar nulo, pero le dijeron que lo que valía para la abstención valía para el nulo: inmovilismo, complicidad. De todos modos, tiene en su bolsillo un papelito con un dato para votar por uno de los partidos de la mesita que le dio su ahijado, aunque le pareció tan raro que le remachara que así sí va a votar por la oposición realista y nueva, siendo que dice que es un futuro líder mayor del PSUV. Pero no piense tanto, el pasado es el pasado y vamos a acabar con el odio y a trabajar y a progresar, todos juntos.
Como al parecer además del idiota del parágrafo anterior hay todavía gente decente que tiene malos pensamientos, yo voy a expresar algunos problemas con eso del voto. Por ejemplo, cómo se le va a explicar a los cincuenta y tantos amigos internacionales de Guaidó y la oposición que han condenado por astrosa y pirata la elección y que, bueno, a pesar de todo, vamos a votar así no más y los vamos a dejar colgados de un clavo. Qué vergüenza con esos señores y qué ingratitud. La verdad es que no han logrado su objetivo, el nuestro en realidad, pero hay que ser muy desagradecido para obviar tantos esfuerzos y buenas y beligerantes intenciones. Primer escollo.
No hay que dejar de lado, Henrique Capriles lo subrayó, el problemón de la pandemia. El gobierno le ha dado recientemente por simular que ya el virus comienza a ser derrotado por la espada de Bolívar y la mirada atenta de Hugo Chávez. Vamos a pensar en volver dentro de poco a la educación presencial, están arreglando el aeropuerto para reiniciar los viajes por el ancho mundo, se afloja el encerramiento y las cifras de casos y de difuntos caen a un ritmo acelerado e inexplicable y ya hemos entrado, coleados, en el fascinante y elitesco mundo de las vacunas salvadoras, de manos de los rusos. Ahora bien, tengo un amigo, versado como el que más en estos asuntos, que me asegura que todo eso es un teatro de mala muerte y que, por el contrario, estamos subiendo aceleradamente la cuesta y que la diferencia entre las cifras oficiales y las reales es enorme. Aun así, andan persiguiendo y juzgando bonchones de fiestas de seis personas, qué no se puede esperar de esa grande y revuelta celebración cívica de millones de ciudadanos.
El plan, este sí con los pies en la tierra es que un líder providencial va a llamar a las masas a las urnas y como son la inmensa mayoría aplastarán a Maduro definitivamente y el general Padrino, remember a Pinochet, que diría: lo sentimos Nicolás, tú montaste este berenjenal. Lo cual, después de las calculadas y que diría gubernamentales y la irrevocable decisión de muchos, muchísimos, de no votar ni a tiros en esas denigrantes condiciones es un cuento que nadie se come, ni el propio Mesías. Lo que tendremos pues es una Asamblea con mayoría, probablemente calificada, del PSUV, unos cuantos opositores alacranes y traidores y una minoría de seguidores con los pies en la tierra. Algunos de estos serán perseguidos y hasta encarcelados como ya es costumbre; el fraude gubernamental nunca termina con el acto electoral.
Luego, robustecidos, iremos a las regionales. Y creceremos. Además, haremos causa común con la mesita, tan bonita, tan chiquita como tú.
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