Publicado en: Prodavinci
Por: Mari Montes
Seguramente para la mayoría de los lectores mayores de 50 años y jóvenes estudiosos, el nombre de Sparky Anderson está entre los mejores managers de la historia del béisbol.
Su extraordinario recorrido culminó con una placa en el Salón de la Fama de Cooperstown, a donde llegó por la vía del Comité de Veteranos. Sparky Anderson se ganó a la historia y se convirtió en leyenda cuando fue el manager de la “Gran Maquinaria Roja” de Cincinnati, aquel engranaje perfecto integrado por Johnny Bench, Pete Rose, Tany Perez, Joe Morgan, David Concepción, George Foster, Ken Griffey y César Gerónimo.
Era un manager ingenioso, intuitivo y conocedor del juego y de los hombres que manejaba. Sabía obtener lo mejor de cada uno de ellos y ganar.
Años después del retiro de todos los miembros de la “Big Red Machine”, Sparky y sus muchachos volvieron a reunirse, menos Gerónimo y Rose. Estuvieron presentes en la ceremonia de retiro del número ‘13’ David Concepción. Viéndolos juntos, compartiendo anécdotas de aquellos luminosos años en el “River Front Stadium” de Cincinnati, fue obvio que la relación entre ellos era casi filial, aquella maquinaria especial no fue solo una temible toletería con una de las mejores defensas centrales que se hayan visto, tenían a Sparky Anderson en la cueva, inventando béisbol.
Sparky estuvo 9 temporadas con los Rojos y 17 con los Tigres de Detroit, para sumar 26 campañas en las que dejó récord positivo de 2.194 victorias por 1.834 reveses. Ganó 5 títulos de división y 3 trofeos de Serie Mundial y dos veces fue el “Manager del año”, aunque nunca fue distinguido mientras comandó a los Rojos. Sin embargo, la historia de Sparky Anderson en Venezuela no fue tan magnífica.
Le tocó encargarse de los Navegantes del Magallanes el año en que regresaron con ese nombre a la LVBP, luego de navegar por los mares del Oriente. Era la temporada 1964–1965. Los Navegantes volvieron con “El Catire” Antonio José Istúriz y don Carlos Tovar Bracho, designado Gerente General. Bracho decidió contratar al joven manager George Lee Anderson, aún sin experiencia en las Grandes Ligas. Era conocido como “Sparky” y también apodado “Capitán Garfio”.
El 17 de octubre de 1964, el día que debutó el nuevo Magallanes, perdieron ante el Industriales. Al día siguiente le ganaron al Caracas, algo que no sucedía desde 1956 cuando desaparecieron como franquicia, y en la jornada siguiente volvieron a ganarle al Valencia. Después ocurrió la catástrofe de Sparky.
La Nave Turca perdió la brújula y del 22 de octubre al 13 de noviembre perdieron 13 juegos en fila, récord sólo superado por los Tiburones de La Guaira en la 93-94 cuando perdieron 14 al hilo. “Los Eléctricos” perdieron seis encuentros contra La Guaira, cuatro con el Valencia y tres con los Leones del Caracas.
El 16 de noviembre la gerencia anunció el despido de “Sparky” Anderson. La paciencia se terminó. Alegaron que el estadounidense no había sabido ejercer liderazgo ni imponer respeto, y nombraron al veterano jugador Alfonso “Chico” Carrasquel como nuevo timonel, quien se estrenó con victoria. Pero no pudo hacer mucho: el Magallanes quedó eliminado en esa zafra. Sparky Anderson se excusó cargando buena parte de la responsabilidad en la desatinada conformación del equipo: “Me dieron un club prácticamente integrado por veteranos que ya están de salida y novatos que no tenían ninguna experiencia”.
En la cadena de derrotas, los toleteros del Magallanes apenas anotaron 28 carreras, y el pitcheo toleró 66 de sus contrarios. Podríamos decir, como el viejo dicho de los años 70, “así no se puede ganar ni que el manager sea Sparky Anderson”.
Cuatro veces recibieron blanqueos y en tres oportunidades fueron dejados en el terreno.
Así terminó la historia del futuro Salón de la Fama en nuestra liga. No le fue bien, pero siempre nos hemos sentido orgullosos de que haya pasado por Venezuela.
Curiosamente, así como dejó esa marca de derrotas seguidas en la Liga Venezolana de Béisbol Profesional, en las Grandes Ligas, con Detroit, hilvanó una racha de 14 victorias.
Sparky Anderson era un hombre afable. Se hizo amigo de Gonzalo López Silvero, el narrador y comentarista cubano que por años estuvo en nuestro país enriqueciendo las transmisiones del béisbol en televisión y radio. Cada vez que se veían, hablaban de Venezuela.
Sparky Anderson fue un hombre sencillo, creció en Dakota, en una casa sin baño interno, con muchas limitaciones por falta de dinero. Sentía orgullo por haber obtenido buena posición a través de su exitoso trabajo, y el bienestar de todos era un tema del que le gustaba conversar. Sin duda un hombre sensible.
Tuve el privilegio de entrevistarlo cuando retiraron el uniforme de David Concepción. Recuerdo cómo me impactó escuchar esta confesión: “Si le hubiera dado descanso a Johnny Bench, seguramente habría jugado más”.
Para cerrar estas líneas, vamos con una cita de Sparky extraída del Baseball Almanac.
“No puedo creer que nos paguen por jugar béisbol, algo que hacemos gratis desde que somos niños”.
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