No sé qué hubiera sido de mi niñez y adolescencia si no hubieran existido la radio, la televisión, el cine, los discos y los libros. Hubiera tenido que vivir en una realidad que francamente me parecía muy poco interesante. Afortunadamente mis padres fomentaban ese escapismo.
Todas. Y me refiero a absolutamente todas. Vi todas las películas de Marisol. En el cine o en la televisión. “Un rayo de luz”, “Ha llegado un ángel”, “Tómbola/Los enredos de Marisol”, “Marisol rumbo a Río”, “La nueva Cenicienta” “La historia de Bienvenido”, “Búsqueme a esa chica/Los novios de Marisol’, “Cabriola”, “Las cuatro bodas de Marisol”, “Solos los dos”.
Me aprendí todas las canciones y varios parlamentos.
Y cuando se volvió adulta, pues me gustó todavía más. “Carola de día, Carola de noche”, “El taxi de los conflictos”, “Urtain, el rey de la selva… o así”, “La corrupción de Chris Miller”, “La chica del Molino Rojo”, “El poder del deseo”.
De niña reverenciada de España e Iberoamérica, pasó a ser la que se le plantaba enfrente desafiante a una sociedad que por muchos años le había dictado normas e instrucciones. El cambio no fue de pronto, fue de a poco.
Controlada por años por un aparato que la había convertido en un producto, un día comenzó a aflorar ese espíritu malagueño indomable. Por supuesto, se armó un escándalo de marca mayor cuando tuvo la osadía de salir desnuda en la portada de Interview. La gente se llevaba las manos a la cabeza. “¡Virgen del amor hermoso!”, gritaban las señoras en las casas, los mercados y las calles, mientras sus maridos e hijos iban a hurtadillas a comprar la revista y la metían dentro de un sobre grande para verla en la intimidad . Menos de un año había transcurrido desde la muerte de Franco y ya se habían hecho añicos todos los “preceptos”.
Entonces comenzaba una nueva etapa. “Los días del pasado”, en 1978; “Bodas de sangre”, en 1981.
Y al fin logró dejar a Marisol atrás y sacó del cajón su verdadero temperamento, el de Pepa Flores. Y entonces hizo “Carmen”, en 1983” , “Caso cerrado”, en 1985, y la extraordinaria miniserie de televisión “Proceso a Mariana Pineda”.
Josefa Flores cantaba, bailaba, actuaba. Y se rebelaba.
De Marisol a Pepa
Nació el 4 de febrero de 1948, en Málaga. La segunda de tres hijos de Juan Flores Montoro y de María Cayetana González Moriana. Una familia muy modesta. Desde niña eran evidentes sus dotes para el cante y el baile. Siendo chiquilla se unió a “Coros y Danzas” de la Sección Femenina de la Falange. Eso no es un dato menor.
A Pepa la descubrió
en 1959 Manuel Goyanes; la vio en Madrid con el grupo de Coros y Danzas. Y desde el primer instante Goyanes supo que aquella niña sería un éxito. Y entonces la modeló y controló hasta en el más mínimo detalle. Jornadas extenuantes de trabajo en películas; anuncios, giras. De ser libre, nada. A los quince años enfermó. Una úlcera en el estómago. El estrés le pasaba factura. Tratamiento, algo de descanso y a seguir.
En mayo de 1969, a los 21 años, casó con Carlos Goyanes, hijo de su manager. Y creyó que podría ser feliz. Tres años después se separaban.
Ese mismo año, 1972, representó a España en el primer Festival de la OTI con el tema «Niña», de Manuel Alejandro. Y llegó de tercera. Y a seguir una película de terror, “La corrupción de Chris Miller”, dirigida por Juan Antonio Bardem. La crítica no la trató bien.
En el 73, su última película musical, “La chica del Molino Rojo”.
Y comenzó su verdadera rebelión. Se enamoró de Antonio Gades, el extraordinario bailaor; se casaron en Cuba en octubre de 1982. Tres hijas.
En 1975, fue abanderada en la primera huelga de actores españoles por lograr la reducción de la jornada laboral.
Pepa fue militante de izquierdas; levantaba su voz contra la OTAN.
En 1986 se divorció de Antonio Gades y cesó toda relación con el mundo político.
La mayor de sus hijas, María, es actriz, la segunda, Tamara es psicóloga, y la menor, Celia, es cantante. Pepa compuso uno de los temas de su primer disco, Tangos de Granada.
Pepa vive tranquila y en paz, en su finca de Moclinejo junto su pareja, un italiano de nombre Massimo Stecchini. Está retirada. Tiene dos nietos, Curro y Alejandra.
En 2020 le fue conferido el Goya de Honor.
Sus hijas asistieron al acto. Ella no.
Y yo, cada vez que puedo veo su “Carmen”, su “Bodas de sangre”, su “Proceso a Mariana Pineda”. Y la aplaudo de pie.