Los tormentos de la memoria

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  No recuerdo en cuál novela, pero Gabriel García Márquez, decía  de uno de los personajes, en tercera persona: “…cuando se puso a salvo de los tormentos de la memoria”. Quizás la frase viene de “Cien años de Soledad” o de “El Amor en los tiempos del Cólera”. La frase me impactó mucho,  “ponerse a salvo de los tormentos de la memoria”.

  Quien ha terminado a salvo de los tormentos de la memoria,  es el propio García Márquez. “En busca de la memoria de Gabriel García Márquez”, escribe Arturo Wallace, para la BBC: Que Gabriel García Márquez está perdiendo la memoria era, hasta el viernes pasado, una especie de secreto a voces en Colombia, donde el asunto rara vez se discutía en voz alta por respeto a los deseos de privacidad del escritor de 85 años de edad.

  Su hermano Jaime, sin embargo, admitió públicamente que el autor de «Cien años de soledad» y «Amor en tiempos del cólera» lleva varios años padeciendo de demencia senil. Y la noticia rápidamente le dio la vuelta al planeta.

  García Márquez, con una mente prodigiosa, un talento único para escribir y como periodista dotado de una memoria realmente envidiable, resulta que ha quedado al margen de esas virtudes, para pasar  a ser ahora, según se entiende, un viejito feliz, risueño. Porque Jaime, su hermano menor, ha dicho que no tiene memoria, pero sigue teniendo el mismo sentido del humor de siempre.

  La nota que publica la BBC advierte: No obstante, Jaime Abello Banfi, amigo del escritor y director de uno de los proyectos más cercanos del Nobel, la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, afirmó que «no hay diagnóstico médico de demencia senil».

  Es una manera como de guardar algo de dignidad para el anciano García Márquez. Sin embargo, que se padezca o no de demencia senil, no tiene que avergonzar a nadie, era su destino y, el propio García Márquez, según se especula, escribió la frase “de esos tormentos de la memoria” porque la demencia senil es frecuente en su familia.

  La demencia, es una enfermedad degenerativa que se traduce en una pérdida progresiva de la memoria y de la capacidad de pensar con claridad y también puede provocar cambios de humor y personalidad.

    Ciertamente, pasar a ser ahora un anciano indefenso, sencillamente risueño sin motivo aparente, puede producir algo de pena, algo de dolor, cuando uno entiende que ese anciano ya víctima de la demencia senil, es nada menos que, uno de los grandes escritores de la lengua castellana de todos los tiempo y Premio Nóbel de literatura en el año 1982.

  Sus amigos lo confirman. Plineo Apuleyo Mendoza, uno de sus amigos más cercanos dice: Tenía rato que ni siquiera le llamaba por teléfono, porque su ahijado, el hijo de Gabriel García Márquez, le había confesado, que ya no reconocía a la gente por la voz.  Dice Plineo Apuleyo, que llamaba y su comadre Mercedes, le decía, con mucha prudencia,  “mira él está en este momento en la ducha”, “está durmiendo” o cualquier excusa. Y yo no insisto en hablar con él, porque me doy cuenta que los pongo en apuros.

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  No vendrá ya la segunda parte de su autobiografía “Vivir para contarla”, que fue publicada, originalmente, el primer volumen, diez años atrás en el 2002.  Mucho se comentó en aquel tiempo, que quizás sería un volumen único. Para muchos, la autobiografía es prácticamente una novela de García Márquez, tal como él va narrando las cosas, los recuerdos de la mano de su madre, caminando por lodazal de Aracataca.

  No tendremos más, “Vivir para contarla”, ya no tendremos más libros de García Márquez. Su último libro publicado, “Yo no vengo a decir un discurso”, una recopilación de discursos dados por el Premio Nobel. En el 2004, publicó su última novela: “Memorias de mis putas tristes”, que desdice mucho del vigor y la calidad de su obra previa.

  Ahora, decir que no va a publicar más es… en fin…

  Ya publicó todo lo que tenía que publicar, que es demasiado, es una maravilla.  Un autor después de haber entregado “Cien años de Soledad”, “El Amor en los tiempos del Cólera”, “El Coronel no tiene quien le escriba”, “La Hojarasca”; por no hablar de sus grandes reportajes como “Cuando era feliz e indocumentado” o sobre todo, “Noticias de un secuestro”. Qué más se va a pedir. Él ya lo dio todo y sencillamente hay que leerlo.

  Que siga feliz, pues, ya libre de los tormentos de la memoria, Gabriel García Márquez.

 

 

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