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Una de las películas más hermosas que usted pueda ver en su vida, sin duda alguna es, “Una Giornata Particolare”, “Una jornada particular”, el magistral film de Ettore Scola.
Es un drama para dos personas. Dos personajes fundamentales, en un espacio cerrado. No en balde, con los años, del cine fue al teatro, y en el teatro también ha tenido éxito, pero definitivamente, es en su formato original, en el cinematográfico, donde esta película es una obra única. Tiene, de entrada, uno de los planos secuencias más magistrales que conozca la historia del cine. Desde el momento que la conserje del edificio despliega la bandera de Italia, en el silencio de la mañana, la cámara empieza a recorrer ese edificio de apartamentos, donde las familias se preparan para esa jornada especial. ¿Qué ocurre? Adolfo Hitler ha ido a Roma, a su primera visita a Roma, a darse el gran abrazo con “El Duce”.
Al comienzo de la película tenemos, digamos la información documentada cinematográficamente, donde nos dan cuenta de todo lo que ha sido la llegada de Hitler a Roma, y ahora viene el día en que el pueblo fascista se prepara para saludarles. La cámara, continuando ese plano secuencia, logra entrar por la ventana, en el apartamento donde Sophia Loren es una atribulada ama de casa, con 6 hijos y un marido pues, sumamente egoísta. El marido se despierta con su malla en el cabello, hace sus ejercicios de calistenia y la cámara va siguiendo a Sophia mientras despierta a la niña, al pequeño le pone una bacinilla para que orine, a la adolescente le reclama esto, lo otro, y es un solo agite lo que hay. Toda Roma sale, toda la población de ese edificio sale, vestidos de negro, eufóricos, para saludar con el puño en alto, a lo “fascista”, ese gran encuentro de los líderes del Fascismo mundial, de “El Duce” y “El Fuhrer”.
Y el edificio queda solo. A la señora Sophia Loren se le escapa un pajarito, que va a dar a la ventana de un apartamento que está en frente, donde está la otra persona que no ha salido. Marcello Mastroianni. Un locutor de radio, periodista, muy atribulado. Es homosexual y el fascismo no soporta los homosexuales. Está en dificultades ciertamente. Va a perder el trabajo y quizá pierda muchas otras cosas, la libertad, por ejemplo.
La magia de Ettore Scola. ¿Cómo se logra que esta pareja, estos dos desconocidos, nada tienen que ver el uno con el otro, puedan pasar esa jornada particular? Ese es uno de los grandes encantos del cine. Ese es uno de los grandes encantos que tiene esta película, definitivamente única. Es un largo día para ellos, largo día en el que, hasta inclusive, llegan a amarse, así de insólito.
Memorable la secuencia de la azotea, donde ella recoge las sábanas que se secaban al sol y él tiene que gritar todas sus miserias en contra del fascismo a una multitud, a una ciudad que sencillamente, no lo escucha.
Al final del día, regresan todos y la vida continúa. El fascismo también continuaría y la guerra, pues arrasaría con todo. Sin duda una película memorable, una película que no debe faltar. Si se hace esa famosa lista de las tantas películas que usted tiene que ver antes de morir, no lo dude, “Una Giornata Particolare” de Ettore Scola tiene que figurar, ajuro, en las diez primeras.