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El viejo refrán dice: “Cada cabeza es un mundo”. Si reunimos muchas cabezas, tenemos muchos mundos. Esas cabezas viven en el barrio, ese barrio forma parte de una ciudad, y una ciudad termina siendo todos los mundos posibles.
Nuestra querida ciudad de Caracas, ha sido varias ciudades a lo largo de su historia. De aquel pequeñísimo villorio español en el siglo XVI, a la ciudad colonial, la ciudad que es arrasada en la guerra de Independencia, la ciudad de los techos rojos. Luego, la ciudad de las migraciones, empieza a venir la gente del interior del país. En tiempos ya de postguerra, nos vienen las migraciones de españoles, italianos, portugueses, centro europeos.
En los años 70 tuvimos migraciones importantísimas de latinoamericanos del sur. Argentinos, chilenos, uruguayos, constantemente hemos tenido muchos colombianos, peruanos, en fin…
Nuestra ciudad es, no solo mucha gente, nuestra ciudad, es un mundo, un universo pleno de muchas culturas conviviendo entre nosotros.
De esas culturas vamos a detenernos un instante en “Las Italias de Caracas”. Sugestivo titulo para hablar, de esos pedazos de Italia que tiene nuestro país. Pero no estamos hablando de la comunidad Italiana, no estamos hablando del club Italo Venezolano, sino estamos hablando de la huella italiana que en la arquitectura dejaron grandes maestros. Leo esta crónica de prensa:
Muchos de los edificios modernos que integran la ciudad son de factura italiana. La exposición Las Italias de Caracas narra las historias que arquitectos como Gio Ponti, Angelo Di Sapio y Graziano Gasparini escribieron sobre piedra y concreto armado.
La muestra reúne fotografías y textos desplegados en 25 paneles en la sala TAC del Trasnocho Cultural. El contenido es producto de la labor de arquitectos, artistas y fotógrafos vinculados al grupo de trabajo oficial de Venezuela para la documentación y conservación internacional de edificios, sitios y barrios del movimiento urbano, Docomomo, que organiza la exhibición con el Instituto Italiano de Cultura.
Llama la atención que la mayor parte de las imágenes expuestas en la sala fueron captadas recientemente. «Nos interesan las fotos históricas, pero también las contemporáneas porque queremos mostrarle a la gente que éstas no son construcciones viejas sino edificios que están vivos, que habitan la ciudad», como lo dice Hannia Gómez, vicepresidenta del capítulo venezolano de Docomomo y curadora de la exposición.
Sobre esto recuerdo tanto las opiniones de William Niño Araque,- el querido y siempre recordado Willian. Hablaba de sus recorridos por la ciudad, que tanto documentó, junto a Federico Vegas, otro gran amante de Caracas. Comentaba, como uno iba caminando, por Chacao, y de repente, allí aparecían sorpresas, aparecían maravillas. Y es entender, que no estamos hablando de obras perdidas en el tiempo, obras para el museo del pasado, sino de obras vivas, edificios donde vive gente y se hacen muchas cosas. Regresemos a la nota de prensa:
La curaduría apunta a lo inédito, por ejemplo, del trabajo de Gio Ponti. «Muchas de sus casas caraqueñas, que no son la Villa Planchart,- evidentemente la más conocida- son mostradas por primera vez». La muestra ha sido contextualizada con material audiovisual y una selección de mobiliario de una de las villas de Ponti.
Los paneles muestran también el trabajo de Gasparini: el edificio San Carlos, la sede del antiguo Centro Dermatológico y el mural que hizo para el edificio IASA, en La Castellana. – Donde está, precisamente, nuestra oficina-. Porque estamos hablando de eso, de la arquitectura viva. Preciosa esta exposición donde se recorren “Las Italias de Caracas”.
En algún momento recordaremos también, por ejemplo, Las Españas de Caracas y no solamente en los restaurantes.
Subiendo en una de las avenidas de los Palos Grandes, creo que es la cuarta avenida, hay un edificio que está en completa remodelación, lo han echado abajo, pero han mantenido perfectamente la estructura, sobretodo para poder mantener un bellísimo mural que está dándole el frente a la avenida, cosa que uno agradece. En mi infancia, allí vivía un amigo con su madre, eran emigrantes italianos, Paolo Franceschi era su nombre completo. Es bonito ver que hay sensibilidad y que allí se mantiene el mural. Luego se incluirá también, por supuesto, en estos recorridos.
¡Enhorabuena! con esta iniciativa de “Las Italias de Caracas” en el Trasnocho Cultural.