El día de hoy, miércoles 31 de mayo de 2023, les comparto la entrevista que le realicé para En Conexión Radio a Alfonso Guerra, ex vicepresidente del Gobierno de España, sobre su nuevo libro “Europa, ¿otoño o primavera?”
CMR: En este momento vamos hasta la ciudad de Sevilla, donde en la línea telefónica se encuentra el exvicepresidente español, don Alfonso Guerra.
CMR: Don Alfonso muy buenas tardes por allá. Muchísimas gracias.
AG: Buenos días, encantado de hablarle.
CMR: Muchas gracias. Le leo a usted en el prólogo del libro que nos ocupa: “Europa, ¿otoño o primavera?”, dice:
“Hay pocas dudas sobre el hecho de que los últimos años han sido de prueba para Europa, las adversidades que han aparecido casi simultáneamente hicieron pensar a muchos que Europa dormía un sueño anestesiado del que no lograría despertar. No ha sido así. La arriesgada decisión de la ampliación a 27 fue una realidad difícil de digerir, demasiados países en horribles condiciones económicas e institucionales. Sin embargo, una suerte de instinto de supervivencia hizo que todos los países se esforzaran en asumir su cuota de dificultades y la ampliación salió adelante”.
Me llamó mucho la atención, don Alfonso, el concepto que usted maneja de “suerte de instinto de supervivencia”.
¿Cómo es el instinto de supervivencia en un país?
AG: Pues sí, porque cuando algunos países entran en una situación muy complicada, hay una especie de acuerdo general, que sale del suelo telúrico, que sale de la tierra, que pone a la gente a trabajar con celo que no tenían antes. Tal vez no son absolutamente conscientes de que lo están haciendo, pero de pronto se ponen a trabajar y a actuar colectivamente con una fuerza inesperada. Y eso lo saca adelante, porque la situación era muy difícil.
A eso que usted ha descrito, lo que yo hablo en el libro, hay que añadir también que hay un país potente que decide marcharse y que eso puede incitar también que otros quieran marcharse. Y hay una pandemia, una situación en el mundo, que cuando se tarda en una vacuna 10 años, aquí se ha hecho en 10 meses. De pronto hay una fuerza que no se conoce que se tiene, pero se tiene, que está ahí para los momentos de grave dificultad. Es cuando está en el borde del precipicio que surge una fuerza tan poderosa que resuelve los problemas que parecían insolubles.
CMR: Don Alfonso, dice usted que, para los europeos, los retos a los que se enfrenta Europa son el bienestar de las personas y el sistema democrático. Y cuando entra usted hablar del sistema democrático, hace observaciones sobre los riesgos y peligros de la socialdemocracia y el llamado “Estado de bienestar”.
¿Por qué le preocupa esto?
AG: Estamos en un momento complicado en cualquier parte del mundo y en concreto en Europa, pero bien es verdad que, si uno toma un momento concreto de una realidad, tal vez puede uno tener una visión equivocada. Quiero decir que cuando el corte es de poco tiempo, le ha tocado quizás una época muy buena o una época mala, pero si usted amplía el corte de tiempo a un espacio mayor, más grande, entonces la historia de Europa es muy positiva. Pero pasa a veces por momentos complicados.
Lo dice Jürgen Habermas, el filósofo alemán, que es la primera vez que en Europa vamos hacia atrás en democracia. Y es verdad, estamos en un momento en que hay países que han decidido no ampliar la capacidad de los derechos civiles y de los derechos humanos, sino restringirla y cortar las competencias de algunas instituciones democráticas para que se puedan decidir las cosas desde el poder político sin que haya contrapeso en otros poderes como judicial y el periodístico. Entonces ese es un mal momento, pero si uno toma un espacio de los últimos 50 años, Europa ha avanzado muchísimo.
El momento en el que estamos viviendo hay una peligrosidad, porque se acepta una situación política que hace muy pocos años era totalmente rechazada. Quiero decir que, cuando en 1945, los europeos pueden ver la llegada de los aliados a los campos de concentración, entonces tienen la conciencia de que nunca más ocurrirá y que el fascismo ya está enterrado para siempre. Pero no es verdad, en algunos aspectos está volviendo. Ya entonces, en el año 47, Thomas Mann predijo que el fascismo volverá y volverá envuelto en la bandera de la libertad. Esto hace más difícil su combate, porque antes los movimientos fascistas o fascistoides, negaban la democracia y la libertad. Ahora no, ahora lo hacen teóricamente defendiendo o falsamente defendiendo, con lo cual el combate es mucho más difícil. Lo hemos tenido estos días: que el presidente de Brasil diga que lo que ocurre en Venezuela es sencillamente una narrativa. Bueno, ¿esto qué es? ¿vamos a blanquearlo todos?
CMR: ¿Por qué, a su entender, el señor Lula se entra en esas honduras y dice un exabrupto de esa de ese tamaño, don Alfonso?
AG: Realmente es un verdadero misterio. O se ha vuelto tonto o se ha vuelto demasiado listo. Porque no se comprende, entiende lo que quiero decir.
CMR: Perfectamente. Usted dice algo muy interesante. Dice: “Los socialdemócratas, artífices con los demócratacristianos del Estado de bienestar, se han olvidado de cómo defenderlo. Están a la defensiva, en muchas ocasiones tratan de excusarse por su aceptación de políticas liberales, ¿podría ampliar un poco esa idea, por favor?
AG: Sí, sí, mira. Desde mi punto de vista, la socialdemocracia europea no ha digerido el planteamiento de la internacionalización de la economía. La socialdemocracia era internacionalista, pero ahora, cuando el capitalismo se ha hecho internacionalista, la socialdemocracia no ha sabido responder. Quiero decir, que el capitalismo es un sistema de producción y distribución que siempre ha sabido adaptarse al momento histórico en función de los instrumentos técnicos o tecnológicos que dominaban. Al final de los últimos años del siglo XX, el capitalismo ha hecho un cambio trascendental, y es que ha internacionalizado las relaciones económicas, sobre todo financieras, y ha desplazado el centro de gravedad del capitalismo, que antes era la producción y ahora es el intercambio financiero. Antes, el grueso del beneficio mundial del capitalismo era por la producción, los trabajos y la producción de bienes. Ahora no, ahora es por intercambio de papeles y de estampitas. Entonces eso la socialdemocracia no ha sabido captarlo, están a la defensiva. Están o explicando que adoptan alguno de los principios del capitalismo liberal o neoliberal, o encerrados en una defensa antigua. Quiero decir, está pasando con los partidos socialdemócratas y está pasando con los sindicatos, los cuales han perdido una fuerza tremenda. Antes los sindicatos defendían a todos los trabajadores, después decidieron defender a los trabajadores que trabajan, dejando a un lado a los que no trabajan, luego a los trabajadores que trabajan y son del sindicato. Y, poco a poco, van a empezar a defender solo a la estructura del sindicato, es decir, sin objetivos y sin fin. Estoy hablando de los países sobre todo de los países muy desarrollados, naturalmente hay muchas partes del mundo donde el sindicalismo está naciendo y organizándose ahora.
Entonces, la socialdemocracia ha perdido la visión. No hay que mimetizarse con el nuevo capitalismo, hay que aceptar que hay un nuevo capitalismo y una nueva realidad, por lo que usted tiene que buscar una estrategia para que los principios de la defensa tengan camino. No puede vivir como en los años 30, porque no es ese el capitalismo que existe. Pero lo que no puede es encerrarse o mimetizarse del neoliberalismo, que es lo que en muchos países está ocurriendo. No saben defender lo que han hecho. El valor del Estado de bienestar hoy no tiene defensores.
CMR: Un último comentario, don Alfonso. Leo lo siguiente, que escribe usted:
“Lo fundamental del proceso de la política socialdemócrata, consistió en reconocer el papel que en la sociedad tienen los no triunfadores, los perdedores, el ciudadano común al que dirigió el conjunto de las políticas sociales. Hoy parece que se les ha dado la espalda. Es prioritario el crecimiento económico sobre la provisión de las necesidades de los hombres”.
¿Por qué se les dio la espalda?
AG: Se ha llegado a un momento en el que los gobiernos de todos los colores no tienen otro objetivo que el crecimiento económico. Es el único objetivo que hoy mueve a los gobiernos, sean de derecha, de izquierda o de centro. Lo único con lo que ellos se dan a valer es: “hemos crecido un 4%”. Si has crecido un 4%, todo lo demás no importa, porque eres un gobierno exitoso. Pero claro, lo importante para un gobierno no es cuánto crece, sino cómo se distribuye la riqueza que crea, cómo llega a los demás. Entonces lo que hay hoy es un incremento de la desigualdad. Durante el siglo XX un poco se paleó la desigualdad, pero desde finales del siglo XX y en el siglo XXI se ha ido aumentando la desigualdad. Por ello, como se sienten justificados con que haya crecido un 4% o 3% el PIB, con eso ya no tienen que dar cuenta de nada más. Pero la idea de que todos los años hay que crecer y del procedimiento de crecer el PIB continuamente, llegará un día en el que ya no va a ser posible, además de no ser el objetivo principal. El objetivo principal es el bienestar de las personas, y la capacidad para vivir libres democráticamente y de tener un sustento que te garantice un mínimo de libertad personal y que puedas elegir el futuro de tu vida. Hoy no es así. Hoy, como todo es crecimiento, todos somos iguales y todos somos productores de crecimiento. Pero ¿ese crecimiento de qué ha servido? ¿Qué ha hecho usted con ese crecimiento? Hoy día, se están incrementando poderosamente las grandes fortunas y reduciendo el nivel de vida de las clases más humildes.
CMR: Don Alfonso, le agradezco inmensamente que nos haya concedido estos minutos en el día de hoy.
AG: Encantado señor, ha sido un placer.
CMR: Don Alfonso Guerra, quien ha compilado el libro “Europa, ¿otoño o primavera?”, editado por la Editorial Zenda. Alfonso Guerra fue vicepresidente del gobierno español en los tiempos en que el presidente de gobierno era Felipe González. Tiene 83 años, nació en Sevilla en 1940.