Por: Luis Felipe Blanco Iturbe
He sido informado por mi amigo Jose Felix Díaz de que el busto de Andres Eloy, mi padre, ha desaparecido de nuevo de su pedestal en Cumaná.
El busto es robado por segunda vez. Allá mismo, en la ciudad donde nació, profanada desde hace años por la presencia y gobierno de la las huestes ratoniles de boina roja. En ningún otro rincón de Venezuela se la ha dispensado tributo igual. La repetición del robo de hace 2 o 3 años . Estoy seguro de que su presencia allí es incómoda, dada su hipersensibilidad a la injusticia, y la atmósfera irrespirable de los tiempos actuales. La divulgación de sus ideas, que se han puesto de moda como reacción ante el advenimiento de los desalmados, ha hecho que más venezolanos sepan que su mensaje no se limita a unos lindos poemas. Y su difusión no es soportable por la horda . Demasiados ciudadanos hoy conocen su acusación perpetua hecha en 1929:
“Hemos echado al mar los grillos de los pies. Ahora vayamos a la escuela a quitarle a nuestro pueblo los grillos de la cabeza, porque la ignorancia es el camino de la tiranía.
Hemos echado al mar los grillos. Y maldito sea el hombre que intente fabricarlos de nuevo y poner una argolla de hierro en la carne de un hijo de Venezuela”.
En un día como hoy, esa idea es subversiva.
Como lo vemos, la cabeza ha sido lanzada hacia donde no se vea de nuevo. Ni ella pueda ver. Qué magnifica, qué imponente se ve esa columna sin la estatua de Andrés Eloy . Se parece al sepulcro abierto de Miranda. Propongo que siga así por el tiempo que resta de esta ignominia que han tenido la osadía de adjetivar “bolivariana”.
Los mercenarios desconocen otra frase perdurable , pronunciada al inaugurar la estatua del Libertador en un país amigo .
«Colocamos un policía en una esquina para que dirija el tránsito de la vida cotidiana. Colocamos un busto en una plaza para que dirija el tránsito de la dignidad nacional. »
Justamente hoy una delegación de “hombres nuevos”, inadvertidamente, está rindiendo un homenaje a su memoria al decirle que ya no tiene que seguir contemplando indignidades. Por ahora.
Un comentario
Mientras gobiernen estos azotes de barrio, es mejor que tu ilustre padre se quede sin «contemplar» la indignidad. Ya vendran tiempos mejores.