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Nadie ha concebido historias tan apasionantes, tan embrujantes, como Alejandro Dumas. Es imposible que alguien se resista al encanto, al embrujo del Conde de Montecristo. ¿Quién no ha disfrutado a rabiar, independiente de la edad, de Las Aventuras de D’Artagnan y los Tres Mosqueteros? El responsable de historias tan fabulosas –cito sólo dos de sus obras emblemáticas– es el gran Alejandro Dumas.
A este Alejandro Dumas lo conocemos como “el padre”, porque después vendría Alejandro Dumas, “el hijo”, autor, entre otras maravillas, de “La dama de las camelias”. Pero hablemos, ahora, no del padre sino más bien del abuelo: el general Alejandro Dumas, nacido en Haití, mulato él, bien parecido, muy diestro con la espada, y a quien se le conoció como “El General negro.”
Este personaje magnífico es, según los entendidos –sobre todo del escritor norteamericano Tom Reiss–, quien inspira a su hijo Alejandro Dumas a escribir las aventuras de El Conde de Montecristo y de Los Tres Mosqueteros.
Pero la historia del General Dumas es aún mucho más apasionante de lo que pudo concebir jamás su hijo. Tom Reiss acaba de publicar su biografía. Resulta que, según el biógrafo, el padre del general –es decir, el abuelo del escritor– era un aristócrata francés que, caído en desgracia, decidió marcharse al territorio colonial de las Antillas para allí buscar fortuna; así terminó radicándose en Haití.
Aquí tampoco tuvo éxito. Se arrejunta a vivir con una esclava negra. Convive con ella unas cuantas décadas y ella pasa a ser la madre de quien sería el General Dumas. Cuando el padre del general decide regresar a Francia para heredar un castillo y un título nobiliario, estaba tan quebrado que vendió a su propio hijo Alex, el futuro general, como esclavo.
Tiempo después, confiesa el biógrafo Reiss, encuentra el documento donde el padre, ya cuando tiene algo de fortuna, vuelve a comprar a su hijo esclavo para darle la libertad. Es este hijo esclavo quien a los 14 años empieza a entrenarse en esgrima, en Versalles, convirtiéndose en un espadachín singular. Entra al ejército como soldado raso, y enseguida se distingue por su arrojo y su destreza con las armas.
Al estallar la revolución, muchos nobles huyen del país y esto le brinda al joven negro Dumas el poder crecer en el ejército. Y en el lapso de un año apenas se convierte en el primer General negro de un ejército europeo.
De la entrevista que Reiss le concede a la BBC: “Tras una campaña exitosa en Los Alpes, creció la fama del general Dumas que además era muy alto y apuesto. Otro general que hizo carrera durante la revolución fue Napoleón Bonaparte, quien encontró en el heroico militar un rival de altura. Dumas participó junto a Napoleón en el combate contra las tropas austro-húngaras en el norte de Italia, y aquí es donde realmente se destacó cuando defendió su posición en un puente prácticamente solo.”
El General Dumas decía lo que pensaba, leo: Dumas, por su carácter, llegó a ser considerado y llamado “el demonio negro”. Después de la campaña en Egipto, es cuando se acentúa la rivalidad de Bonaparte hacia Dumas. Este último comandaba la caballería francesa y su presencia física causaba mucha más impresión entre los enemigos que la del pequeño y nada gallardo Napoleón. (…) “Esto volvía loco a Bonaparte”, dice el biógrafo Reiss, quien explica que Bonaparte decidió borrar del mapa a Dumas. Cuando regresan a Francia desde Egipto, la frágil embarcación en la que viajaba Dumas naufraga cerca de Italia y allí va a parar a un calabozo por unos cuantos años.
De ese período en prisión es de donde viene, según el Reiss, la inspiración real para dar con el personaje de El Conde de Montecristo, Edmundo Dantés, encerrado en aquella cárcel donde termina conociendo al abate Faría.
El general Dumas murió de cáncer a los 43 años cuando su hijo Alexander, el futuro escritor, sólo tenía 4. Su nombre se fue opacando en la historia, aunque dejó la huella en la inspiración para el novelista.
Curiosamente, la única estatua que recordaba las proezas del General negro fue destruida por los nazis cuando invadieron Paris en el año 40 y nunca fue recuperada. Fácil de entender: ¿cómo los nazis iban a aceptar a un general negro?