El jonrón de la fe - Mari Montes

El jonrón de la fe – Mari Montes

Publicado en: El Extrabase

Por: Mari Montes

En el santoral católico, San Judas Tadeo es conocido como el santo de las causas imposibles.

Antes de comenzar la Serie Mundial, Mariana Gamboa, la esposa del infielder de los Dodgers, Miguel Rojas, le auguró que daría un jonrón, que estaba para vivir algo grande.

Como siempre, el utility representaba un seguro en la defensa, es su carta de presentación, es lo que lo distingue, así que sus aportes con el guante no era lo que estaba esperando Mariana que sucediera.

Según contó después, fue una especie de visión que le llegó, mientras rezaba y conversaba con Dios, rogándole que le diera a su esposo un batazo que ayudara a los Dodgers a ganar.

La primera vez que se lo dijo a Miguel, él le respondió un poco indiferente, porque no estaba en los planes que entrara en el lineup.

En el sexto juego hizo jugadas a la defensa que fueron clave en la victoria sobre los Azulejos, con su guante se ganó el derecho de ser titular en el séptimo juego de la Serie Mundial, el juego más importante en el que puede estar un jugador de las Grandes Ligas.

Cuando llegó el noveno, Mariana de Rojas pidió a Dios que Roberts no sacara un emergente, ella sentía que haber visto varias veces el número “11”, que ahora usa Sasaki porque Miguel se lo cedió cuando el japonés llegó al equipo, era un mensaje, así que ella seguía creyendo.

Para Mariana el jonrón no fue una sorpresa, ella lo estaba esperando con la certeza que da la fe.

Miguel peleó el turno contra Jeff Hoffman hasta que dio el batazo que llevó la pelota a las gradas encima del jardín izquierdo,

Miguel le daba la vuelta al cuadro y Mariana celebraba y agradecía a Dios y a San Judas Tadeo.

Miguel tenía un mes que no daba un imparable, había dado un sencillo a Max Scherzer, su primer hit en una Serie Mundial, seguro tampoco lo olvidará.

El sueño de todos los niños es estar en ese juego y dar un jonrón importante.

Miguel Rojas vivió ese sueño, no fue el jonrón de ganar el juego, pero sin ese jonrón no ganan, fue el batazo que igualó la pizarra para llegar hasta el inning once, cuando Will Smith conectó el estacazo para irse arriba.

Al terminar el juego, en medio de la celebración, el presidente del Museo y Salón de la Fama de Cooperstown, Josh Rawitch, se acercó a Miguel a pedirle los guantines que llevaba cuando dio el batazo que empató el juego. Era una decisión que él tenía que consultar con Mariana, entonces ella le explicó que le había prometido a San Judas Tadeo dejarle los guantines en el altar, así que optaron por entregar el bate, conscientes de la importancia histórica del momento y la necesidad del recinto sagrado del béisbol de tener algo que recordara la conexión.

El bate se fue a Cooperstown, pero los guantines son del santo de las causas imposibles. Los guantines son de San Judas Tadeo.

 

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