Floria se fue cantando – Soledad Morillo Belloso

Por: Soledad Morillo Belloso

No hay silencio más hondo que el que deja una voz que nos habitaba. Floria Márquez no era sólo cantante: era cómplice, era escena, era abrazo. Se nos fue en pleno acto, como las grandes, como las que no se despiden sino que se funden con la música. Se apagó mientras cantaba. Segunda canción. Un bolero. Un suspiro. Un adiós sin aviso.

Floria era de esas que no cantan para lucirse, sino para acompañar. Su voz tenía memoria de mujer, picardía de vecina, elegancia de diva y ternura de amiga. Cantaba como quien cuenta secretos, como quien consuela sin palabras. Y cuando reía, el bolero se volvía fiesta.

Hija de pianista, hermana de cantante, madre de emociones. Floria tejía sus espectáculos como quien borda manteles para la sobremesa: con humor, con anécdotas, con guiños. Su monólogo “Ella sí canta boleros” no era sólo teatro: era confesión con armonía. Y cada vez que decía “¡Buenas noches, Venezuela!”, el país se sentía querido.

Hoy el bolero está de luto, sí. Pero también está agradecido. Porque Floria nos enseñó que se puede vivir cantando y morir en escena, sin miedo, sin pausa, sin dejar de ser quien se es. Su esposo, Pedrito López, lo dijo con el alma rota: “Se fue haciendo lo que más amaba”. Y eso, en este mundo tan apurado, es un milagro.

Floria, amiga, voz, leyenda… que tu canto siga sonando en cada serenata, en cada radio, en cada corazón que se atreva a amar con bolero.

 

Compartir

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Post recientes