Texto e imágenes: Andreina Mujica
En París apenas amaneció, ya tenían los testigos de las mesas puestos y bien preparados en el Consulado de Venezuela: el ex cónsul Nelson Castellano, la ingeniera en petróleos Mayela Rivero, la abogada y consejera jurídica Elvia Martínez, el joven Arturo, todos prestos a cuidar actas, votos y electores.
Mariela Franco, abogada y fisioterapeuta, es la madre de Rodrigo Adam, el joven atleta que llevó la antorcha olímpica. Preparó un menú completo: fruta, postre, jugo, sándwiches para cada testigo de mesa. El profesor Francisco Margiotta se vino desde Normandía a cuidar los votos.
Chipilo Pulido, Lena Sofer, Raquel Chochol, María Plaza, personalidades que hacen vida política y cívica en París desde hace más de 30 años, se mezclaban con las nuevas generaciones. Todo el mundo centrado en votar. La escritora, articulista, intelectual francesa, nacida en Valencia, Elisabeth Burgos votó con la cédula vencida desde 1963, con un número que no llega al millón y medio de habitantes. La doctora Mirla Oviedo asistió a pesar de estar con una fuerte dolencia de vértigo, la cinesta Margarita Cadenas y la artista plástico Mariana Bunimov también hicieron su cola para lograr ejercer el derecho al voto.
Afuera, otros voluntarios ayudan a la gente a encontrarse en las listas. Personas mayores y personas con niños pequeños o bebés tienen prioridad. Beatriz Petkoff, hija de Teodoro, no era ubicable en las listas. Se levantó una ola de apoyo para ella y logramos que la buscaran en los cuadernos, y resultó que sí estaba en ellos. Entró y votó.
Luego llegó el primer comando de comida para los testigos, guardia de 8 de la mañana a 13 hrs del mediodía. La cola de votantes se iba enriqueciendo como un aguacero sabroso y refrescante bajo el primer día soleado desde que se inauguraron las Olimpiadas, con sonrisas, sillas plegables, sombreros, y por qué no decirlo, la gente que he visto desfilar por la pasarela electoral de París durante las últimas dos décadas vino vestida para la ocasión, elegantes, sobrios, honrando el momento crucial por el que atraviesa el país.
Una periodista que ya es parte de Venezuela, Diana Jallon, corresponsal de NTN24, no le permitieron entrar al consulado ni tampoco dieron declaración alguna, estando dentro del recinto embajador actual y ex embajadores. Mateo Piñeros, periodista de Blu Colombia en Paris, vino por los Juegos Olímpicos pero las elecciones venezolanas le hicieron dar un giro de domingo.
De pronto, entre abrazos, encuentros y reencuentros, se escuchan gritos. También había vigilantes de oposición del lado de la Embajada de Venezuela. Ahí podemos ver con foto agregada cómo están metiendo a escondidas de los votantes que tuvimos que justificar que vivimos en Francia a toda la delegación de atletas de los Juegos Olímpicos entrar como ladrones por la puerta de atrás. ¿Había necesidad de humillar a los atletas de esa manera? La gente respondió indignada, pero igualmente llegó la calma y el sosiego.
«Hay que calmarse», decía el artista plástico que expone en el Museo del Louvre, Elías Crespin, «no tiene sentido armar alboroto, sabemos que ellos son capaces de cerrar el consulado por supuesto temor a un atentado»; comentaban en la cola. Carlos Cruz Delgado (Carlitos) hijo del artista cinético Carlos Cruz Diez, estaba casi al final de la cola, desde ahí animaba a la gente a mantenerse tranquilos e ir a votar.
La gente se calmó, hubo minutos de silencio y todo volvió a ser alegría y abrazos.
- Vamos a salir de esto por fin.
- Hay que votar para poder regresar.
- Llegó el momento de volver a ser un solo país.
Irregularidades:
Se supo que Julio Mayora, campeón olímpico en pesas, votó en la mesa 1; el Jefe de la delegación votó en la Mesa 3 y Yulimar, la gran atleta, votó en la Mesa 2.
Marielba Matute Pérez, desde el 30 de julio del 2015 estaba inscrita en París, la cambiaron de nuevo a votar en Venezuela. Su impotencia la llevó a las lágrimas: «en estos años han muerto mi madre, amigos, mi abuela».
Jesús Alejandro Joves tiene 12 años viviendo y trabajando en París, su hijo nació acá. Ahora, repentinamente, lo cambiaron a su ciudad natal, Mérida.
Pedro León es oriundo de Barquisimeto, verificó hace unos meses y como siempre, desde el 2012 que vive y trabaja en Francia, vota aquí en París. Hoy llega con la sorpresa de que lo mudaron a Madrid.
Otros tres casos no quisieron prestar su testimonio por miedo a represalias de la embajada. Desde Francia, los venezolanos se despiertan sabiendo que se cumplió con el deber de votar, que se ha ganado la batalla de las elecciones, ahora a terminar de ganar el país que todos merecemos. Venezuela libre y democrática.