¡Gracias, Miggy! - Mari Montes

¡Gracias, Miggy! – Mari Montes

Este domingo 1 de octubre de 2023, Miguel Cabrera se despidió después de 21 años en Grandes Ligas. Miggy cerró una carrera de récords, reconocimientos y el mejor desempeño que haya tenido venezolano alguno en la Major League Baseball.

Publicado en: Prodavinci

Por: Mari Montes

A Miguel Cabrera Torres:

esta es la última crónica que escribiré de ti, contigo uniformado.

“Gracias” fue la palabra más vista y dicha en Detroit en estos días. En verdad es una frase: “¡Gracias, Miggy!”; así, en perfecto castellano.

https://twitter.com/ElExtrabase/status/1707555791526351093?ref_src=twsrc%5Etfw%7Ctwcamp%5Etweetembed%7Ctwterm%5E1707555791526351093%7Ctwgr%5Ecf3136ed9e6341552d131f7dc4f5e4fcbf7a29e0%7Ctwcon%5Es1_&ref_url=https%3A%2F%2Fgraciasmiggy.prodavinci.com%2F

En varios edificios de la ciudad, en las carteleras de las iglesias y en la marquesina del bellísimo Teatro Fox, se lee la expresión dedicada a Miguel Cabrera. Se ganó ese respeto y cariño durante sus 16 temporadas uniformado con los Tigres.

“Las rodillas ya no me dan para más”, le dijo Miguel a Salvador Pérez en una entrevista que le hizo el catcher para el portal El Extrabase. Fue una conversación entre amigos. “Salvy” agradeció a Cabrera por lo que hizo en el béisbol estos años: “Te voy a extrañar por todo lo que me decías en el home cuando ibas a batear, porque más nadie hace eso.”

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Miguel hizo historia como jugador; se ubicó a la altura de los grandes peloteros de todos los tiempos, para Detroit y para las Grandes Ligas. Por eso recibió homenajes en cada estadio que visitó este 2023.

Destacaron los regalos de algunos equipos. Los Orioles le dieron un ladrillo del warehouse de Camden; los Medias Rojas, el número 24 de la pizarra del Fenway; los Guardianes de Cleveland, una guitarra Gibson “Les Paul” especial, personalizada; los Piratas una pintura con las leyendas Roberto Clemente, Honus Wagner y Paul Waner recibiéndolo en uno de los puentes que lleva al estadio; los Yankees una réplica del anuncio de la estación del metro Yankee Stadium firmada por todos los jugadores y un cuadro al óleo que refleja el instante después de darle aquel épico jonrón a Mariano Rivera; los Dodgers una estrella del paseo de Hollywood; los Angelinos, una tabla de surf con todos sus números; los Astros una silla de montar; y los Rangers, un sombrero vaquero.

En diversos departamentos ofensivos dejó atrás a figuras como Ty Cobb (bases por bola), Charlie Gehringer (cantidad de juegos) o Al Kaline y Sam Crawford (hits), hombres que llegaron al Salón de la Fama de Cooperstown y que son glorias históricas para los Tigres. Al Kaline tiene su número “6” retirado, y los apellidos Cobb y Crawford están en las paredes del jardínizquierdo y central derecho, porque cuando ellos jugaron aún no se usaban dígitos para identificarlos.

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Encima de la pared del bosque izquierdo, donde se exhiben los números retirados y los nombres de esas glorias del pasado, están los monumentos de Willie Horton, Ty Cobb, Hal Newhouser, Al Kaline, Hank Greenberg y Charlie Gehringer, justo al lado del contador de hits y jonrones de Miguel Cabrera. En ese espacio, o un poco más allá, es una grata discusión en Comerica Park, debería estar la estatua del venezolano en un futuro cercano. Ahí tendrá un lugar, ahí pertenece.

Caminar por los pasillos del estadio era conseguirse con centenares, no exagero, centenares de fanáticos de todas las edades, luciendo la camisa con el número “24” y el apellido “Cabrera”; con orgullo se multiplicaban los “Miggy”. Iban sonrientes, emocionados. Era el último fin de semana de su ídolo como jugador activo y todos fueron a aplaudirlo, a ligarle un batazo, a devolverle la alegría que les dio. A decirle “¡Gracias!”.

Los venezolanos destacaban porque muchos llevaban la bandera, más orgullosos que nunca. Conmovía ver a los estadounidenses pedirles una foto con nuestro tricolor. Varios lucían la camisa con el número 24 y el símbolo de los Tigres, pero de Aragua.

Por los pasillos de Comerica Park desfilaron montones con la camisa de la selección de béisbol y todos los uniformes de la Liga Venezolana de Béisbol Profesional, de los equipos rivales a quienes Miguel Cabrera castigó con sus batazos, eso no importaba ya. Era una manera de mostrarse orgullosos de ser venezolanos.

Miggy Weekend

Antes del primer juego de la serie contra los Guardianes de Cleveland, en la pizarra gigante del parque se proyectaron partes de un video documental hecho por los Tigres, narrado por el ganador del Oscar J.K. Simmons, uno de los grandes admiradores de Miguel.Cada vez que aparecía un fragmento del programa, los fanáticos presentes se quedaban mirando la pieza audiovisual, algunos con lágrimas en los ojos, otros con sonrisas, haciendo comentarios de sus recuerdos con él. Fueron tres programas, uno para cada día.

No le tocó ningún juego de la serie a Shane Bieber, pero quisimos saber cómo vivió el recordado jonrón de la nieve. El primer vuelacercas de la temporada 2021, cuando Miguel Cabrera desapareció la pelota en medio de una nevada que caía inclemente sobre Comerica Park: “No se veía nada; yo no veía las señas del catcher, así que le tiré una recta por el medio de plato, pensando que no la vería, ya sabemos lo qué pasó”.

Para los pitcheos ceremoniales fueron invitados algunos beneficiarios de las becas escolares y universitarias, otorgadas por Miggy Foundation.

Poco se habla de que ha sido nominado 11 veces al Premio Roberto Clemente, que reconoce a los jugadores solidarios con sus comunidades, los que impactan en positivo porque dedican recursos y tiempo a buenas causas.

La fundación de Miguel lleva ayuda a niños y jóvenes de su natal Maracay; en Detroit y Florida apoya a estudiantes con becas educativas. Durante la pandemia, él y su esposa Rosangel donaron 250 mil dólares en equipos tecnológicos, como tabletas y módems para servicios de Internet, para los niños de las zonas pobres de Detroit, para que pudieran recibir clases a distancia.

El viernes el juego comenzó con puntualidad de Grandes Ligas. La pizarra informaba la agradable temperatura de 76 grados Fahrenheit. De tercero en la alineación, en el primer turno sonó un doble, el 625, para dejar atrás a Hank Aaron en batazos de dos esquinas. En el segundo recibió un bolazo que provocó un estruendoso abucheo al lanzador derecho Cal Quantrill.

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En su tercera visita al plato conectó el tubey 626. En el séptimo capítulo conectó un sencillo y fue dominado con rodado, en su última vez al bate en el primer juego de la serie final.

Fue el encuentro multihit 897, con el que dejó atrás a Rod Carew en este departamento, para ubicarse en el puesto 17. Miguel ya lo había desplazado en hits en julio de 2022, cuando conectó el imparable 3.053.

Al terminar el desafío, los Tigres de Detroit tenían preparado un espectáculo de drones en homenaje.

Los robots de luces teledirigidos dibujaron en el cielo de Comerica Park todo tipo de figuras.

Comenzaron con una pelota de béisbol, luego armaron la silueta de Cabrera bateando y después saludando el día del hit 3.000, una corona, las palabras “Triple Crown”, MVP y los números icónicos 3000 y 500, mientras se oía la voz de Dan Dickerson en sus emocionantes narraciones. Escribieron su nombre y finalizaron con la frase más dicha en Detroit desde que comenzó esta temporada: “Gracias, Miggy!”.

Así terminó el show de drones y fuegos artificiales.

El homenaje

El sábado Comerica Park abrió sus puertas a las 11 de la mañana, pero desde dos horas antes comenzaron los fanáticos a agruparse en las entradas. Llegaron con tanta anticipación por la oferta de los giveaways (como llaman los obsequios que dan los equipos a la afición: unas camisas alusivas a Miguel, estampadas con su número 24, la bandera de Venezuela, figuritas de él, su firma, el símbolo de la triple corona, la frase “Gracias, Miggy” en un círculo y la D del logo de los Tigres. Las camisas fueron entregadas a los primeros 15 mil fanáticos que llegaron al estadio, por eso las filas tempraneras.

El homenaje comenzó a la hora prevista (1:00 pm), con Dan Dickerson como maestro de ceremonia, él es el narrador de la radio de Detroit, la voz del emocionante hit 3 mil.

En la primera fila de sillas dispuestas a un lado del infield estaba la familia Cabrera: su esposa Rosangel, sus hijos Brisel, Isabella y Christopher; sus padres, Gregoria y Miguel; su hermana Ruth y sus sobrinos. Estaban también los ex jugadores y miembros del Salón de la Fama, Jim Leyland y Alan Trammell, sus compañeros Mathew Boyd y Eduardo Rodríguez, además del presidente de operaciones de los Tigres de Detroit, Scott Harris, y el manager A.J Hinch.

A la hora de los discursos, Alan Trammell recordó a “Mister Tiger”, Al Kaline: “Me gustaría que estuviera aquí. Está grabado diciendo que Miguel Cabrera es el más grande bateador derecho que él vio”. Matthew Boyd le dijo: “No he tenido un compañero que haya impactado en mi carrera como tú los has hecho. Me inspiras a ser mejor cada día e inspiras a todos a ser mejores”.

Eduardo Rodríguez habló en español. Días atrás, conversando con el catcher Salvador Pérez, tomó la decisión de hacerlo en nuestro idioma, tomando en cuenta la numerosa asistencia hispana, y particularmente venezolana, que estaría presente en Comerica Park: “Como pelotero latino, como jugador que he visto tantos peloteros que han estado con nosotros este tiempo, gracias por pavimentar el camino para nosotros llegar aquí, gracias por dar todo por nosotros, por entregar todos los días lo mejor de ti. Todos los latinos que estamos aquí te reconocemos como uno de los jugadores más legendarios de este deporte. Como venezolano, sé que todos están viendo los últimos días de tu carrera, sé que todos están orgullosos de ti. ¡Gracias, Miguel!”. En ese momento, los venezolanos se hicieron sentir con aplausos y gritos.

Los regalos fueron extraordinarios: unos zapatos “Michael Jordan” personalizados, diseñados por el artista Marko Terzo a partir de algunas pelotas de béisbol significativas en la carrera de Cabrera para alcanzar los 3 mil hits y 500 jonrones, montados sobre una base (almohadilla), enjoyada y revestida de vidrio; una silla de Comerica Park firmada por todo el equipo y una donación de 24 mil dólares para su fundación.

Detrás de la pared del jardín central-derecho, donde están los nombres de Harry Heilman, Hughie Jennings, Mickey Crochane, Ernie Harwell, Heinie Manush, Sam Crawford y Sparky Anderson, fue develado un enorme número 24, una obra para la que se usaron 3 mil pelotas blancas y 500 pelotas doradas.

Gregoria Torres de Cabrera y Miguel Cabrera padre hicieron los pitcheos ceremoniales, ambos recibidos por su hijo. Fue un momento emotivo y simpático, porque “Goya” sacó su casta de jugadora de softball y Miguel papá mostró su sentido del humor, extrovertido y divertido; como reza el dicho: “Lo que se hereda no se hurta”.

Cabrera en fotos [2003-2007]

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10 de octubre de 2003: El venezolano Miguel Cabrera de los Marlins de Florida rompe su bate al golpear la pelota contra los Chicago Cubs en el juego tres de la Serie de Campeonato de la Liga Nacional en el Pro Player Stadium de Miami, Florida.
Cortesía: Matthew Stockman | Getty Images

 

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15 de octubre de 2003: Miguel Cabrera, en el año de su debut con los Marlins de Florida, recorre las bases después de conectar un jonrón de tres carreras en la primera entrada contra los Chicago Cubs durante el juego siete de la Serie de Campeonato de la Liga Nacional en Wrigley Field de Chicago, Illinois. Cortesía: Brian Bahr | Getty Images

 

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25 de octubre de 2003: Miguel Cabrera celebra la victoria de los Marlins 2-0 sobre los Yankees de Nueva York en el juego seis de la Serie Mundial de las Grandes Ligas en el Yankee Stadium del Bronx, Nueva York.
Cortesía: Doug Pensinger | Getty Images
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1 de marzo de 2007: El tercera base Miguel Cabrera #24 espera el lanzamiento durante un juego contra los Baltimore Orioles en el Roger Dean Stadium en Jupitor, Florida.
Cortesía: Marc Serota | Getty Images

 

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19 de agosto de 2007: Miguel Cabrera #24 de los Marlins de Florida impulsa a Hanley Ramírez y Dontrelle Willis con un doble en la quinta entrada contra los Gigantes de San Francisco en el Dolphin Stadium, Miami.
Cortesía: Marc Serota | Getty Images

La venezolana Alejandra Maldonado, conocida por su nombre artístico Koko Mallen, interpretó el himno de Estados Unidos, para dar paso al juego de béisbol.

Miguel se fue de 4-1. Conectó el último doble de su hoja de servicio en las Mayores, el 627. Quedó en el puesto 13 en la lista histórica de los que más acumularon tubeyes en el Big Show, y en el puesto 16 en imparables.

Antes de la ceremonia, en la suite de la familia, desde donde vieron todos los juegos por 16 temporadas, Gregoria nos confesó que ha llorado escondida.

Ella fue quien lo enseñó a batear: “Es algo demasiado grande para una madre, haberlo visto comenzar a jugar y terminar, gracias Dios y a la Virgen. Terminó súper, súper bien. Le doy las gracias a mi hijo por tantas satisfacciones que nos dio, no nada más a nosotros, a toda la familia, a sus hijos, sino también al mundo entero. Hoy tiene al mundo parado, tiene a la gente con los pelos de punta, y eso yo se lo agradezco a él. Me siento tan orgullosa, que la emoción es demasiado grande”.

Todos presenciaron el show de los drones desde esa suite, fue otro de los momentos que hicieron llorar a la madre de Miguel en la semana final: “Me puse a llorar, me puse a llorar porque vi eso tan bello que le hizo esta gente aquí. El que no lloró es porque tiene el corazón de piedra. Eso fue demasiado lindo y fue una sorpresa, no lo esperaba, demasiado bello”.

Sabía que para esta serie en Detroit vinieron decenas de venezolanos desde todas partes: “Es demasiado emocionante ver a tanta gente, ahora en las tribunas conseguí personas de todos lados de Venezuela, vinieron desde Orlando, Miami, Nueva York, Canadá, Texas, de todos lados, espectacular. Yo les agradezco ese apoyo tan grande que tienen con mi hijo, que lo quieran tanto, eso me emociona, eso también ayer me sacó unas lagrimitas. Fue emocionante, también el público de aquí de Detroit, ese amor que le tienen a Miguelito, ese apoyo tan grande que le han brindado al niño, eso para mí es muy grande, se los agradezco. También a toda Venezuela, a Maracay, a La Pedrera, mi barrio, que verá en una pantalla gigante el último juego de Miguel Cabrera”.

Gregoria, quien fue una destacada jugadora de softball, conocedora del tema, siempre lleva una hoja de anotación para seguir cada detalle del juego. Sin embargo, en estos días no lo hizo con rigor, como acostumbra: “Anoto mi jueguito muy bien, pero en el cuarto o quinto inning, cuando se pone emocionante, lo paro, no lo anoto más. Anoté los dobles del viernes y del sábado. El jonrón 511 lo anoté y después no anoté más”.

La grata conversación con ella terminó con un mensaje para Miguel, un mensaje típico de mamá venezolana. Las madres vemos siempre a nuestro hijos como nuestros niños, tengan la edad que tengan: “Me siento muy orgullosa de ti; demasiado orgullosa, te quiero mucho, gracias por todas esas cosas que hiciste, todas las cosas que te trazaste, las conseguiste y bueno, te amo mucho, y te seguiré amando hasta el resto de mis días ¡Te amo, te amo!”.

Miguel Cabrera padre estaba eufórico, como todos, revuelto con la alegría de ver a su hijo culminar su carrera en grande, reconocido por todo el béisbol como uno de los mejores bateadores que ha estado la Gran Carpa. Llegó a Estados Unidos hace dos meses y medio. No estuvo antes porque no tenía visa y no pudo acompañar a Miguel cuando bateó el jonrón 500 y el hit 3 mil: “Esto no quería perdérmelo”, dijo emocionado.

Miguel hijo, físicamente, tiene mucho de los dos.

A medida que avanzaba la conversación, recordé al maestro Joan Manuel Serrat: “Se menean con los mismos gestos”.

El señor Miguel no cabía de orgullo, se emocionaba contando cuánto amor le han dado a su muchacho: “Todos estos días he estado pensando: ‘falta un día menos’, y me siento chiquitico y se me arruga el corazón. Ya va a terminar todo esto que empezó tan bonito. Trato de disfrutarlo, aunque sienta tristeza, porque también tengo mucha alegría”.

Fue una constante en toda la temporada, desde el Opening Day en Tampa, que en el primer turno de Miguel los catchers se quedaban de pie, fuera del home, el lanzador lejos del montículo y el umpire principal daba tiempo, sin la amenaza de aplicar la regla del reloj, para que los fanáticos lo aplaudieran. En estas últimas dos series, ese ritual ocurrió cada vez que llegó al plato, ovacionado.

Cabrera en fotos [2008-2021]

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31 de marzo de 2008: Miguel Cabrera, ahora con el #24 de los Tigres de Detroit, se prepara en posición defensiva en la tercera base contra los Reales de Kansas City durante su juego en el Día de Apertura en Comerica Park, Detroit.
Cortesía: Gregory Shamus | Getty Images

 

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10 de abril de 2009: Miguel Cabrera, #24 de los Detroit Tigers, observa su grand slam en la cuarta entrada frente a Jarrod Saltalamacchia de los Rangers de Texas, durante el Día de Apertura en Comerica Park, Detroit. Cortesía: Gregory Shamus | Getty Images

 

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12 de julio de 2010: Miguel Cabrera, All-Star de la Liga Americana, #24 de los Tigres de Detroit, balancea el bate durante la primera ronda del Derby de Jonrones de State Farm 2010, durante el Fin de Semana de las Estrellas en el Angel Stadium en Anaheim, California.
Cortesía: Jeff Gross | Getty Images

 

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3 de octubre de 2011: Miguel Cabrera, #24 de los Tigres de Detroit, reacciona desde el círculo de espera después del jonrón en la séptima entrada de Delmon Young contra los Yankees de Nueva York en el juego tres de la Serie de División de la Liga Americana en Comerica Park, Detroit.
Cortesía: Gregory Shamus | Getty Images

 

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22 de agosto de 2021: Miguel Cabrera, #24 de los Tigres de Detroit, conecta su jonrón 500 en la sexta entrada contra los Azulejos de Toronto en el Rogers Centre en Toronto, Ontario, Canadá.
Cortesía: Vaughn Ridley | Getty Images

Salvador Pérez, careta de los Royals, protagonizó la rutina, siempre emocionante, pero aún más cuando lo hizo en batería con otra leyenda que dijo adiós esta temporada: Zack Greinke, en la última serie de Kansas City en Detroit.

Después de la ovación, seguía un silencio que duraba unos segundos, hasta que alguien gritaba: “¡Gracias, Miggy!”.

Describió muy bien Miguel papá: “Es increíble, es algo que uno no se espera. En todos los estadios que me ha tocado ir, el público ha sido increíble. Todo el béisbol, los jugadores de los otros equipos, no solo los venezolanos, también los de todo el Caribe, Estados Unidos, los asiáticos, todos, los umpires; pienso que ellos también sienten como un orgullo y saben que se va un grande del béisbol, pero yo no sé describir qué es lo que se siente en ese momento. Se siente algo bien bonito, se siente bien”.

Destacó cada logro de Miguel: “¡Es un guerrero! Desde pequeño, una vez se lastimó el dedo jugando fútbol, era imposible que se curara, y a los 8 días estaba listo. Era guapo”.

Dio cuenta de lesiones que Miguel ocultó para seguir jugando; las operaciones, las grapas en su abdomen, el espolón, la fractura del tobillo, la rodilla, las hernias en su espalda. Contó lo doloroso que ha sido para su hijo prepararse y estar listo para jugar en estos últimos años.

“Él tuvo que haber jugado con el tobillo fracturado”, le dijo un médico a Miguel padre.

Me consta que nunca le gustó hacer énfasis en las lesiones, no quería que pareciera una excusa. Evitaba hablar del asunto.

Sólo la constancia, paciencia, disciplina y ética de trabajo hacen posible estadísticas como las suyas.

El average vitalicio de .306, 3.174 hits, que incluyen los 511 jonrones y 627 dobles, además de la Triple Corona, lo hacen único, y es así porque a todo eso hay que agregar que se acostumbró a lidiar con el dolor. Hace recordar a otros grandes, como Mickey Mantle.

La humildad para reconocer los errores cometidos y aceptar ayuda para enmendarlos fue otra cualidad fundamental en la vida de Miguel. Él superó esas caídas y se hizo mejor persona.

En el béisbol, los errores forman parte del juego, es tan así, que tienen un renglón en la pizarra, se anotan, y si producen una carrera, la definen como “sucia”.

En la vida de una figura como él, los errores también fueron publicados.

Cuando Miguel se desvió por un momento de la vía que conduce a la gloria, retomó el camino muy rápido, gracias a su voluntad y a su familia.

Cuando lo entrevisté sobre eso, reflexionó y me dijo que estaba decidido a cambiar: “Me di cuenta de que soy un ejemplo para los niños, sobre todo para los míos, para mis hijos”.

Esto también lo cumplió.

Rosangel Polanco, esposa de Miguel, la mujer que ha estado con él desde antes de firmar como prospecto, se convirtió en la compañera que le brindó la tranquilidad de saber que sus hijos estaban bien, con una madre dedicada. Juntos han sabido superar los problemas. Ella ha sido clave a su lado. No es amiga de hablar mucho, pero faltando dos juegos para el adiós, el día del homenaje, nos contó cómo ha disfrutado la semana final y todo el año:

“Ha sido bellísimo. Desde el Opening Day sabíamos que este sería el final. Queríamos disfrutarlo y es exactamente lo que está pasando. Es emocionante, estamos contentos por los récords que él consiguió con su entrega, disciplina y pasión. Hemos tenido momentos muy sentimentales, tantos recuerdos de cosas que sucedieron a lo largo de su carrera. Los niños también están muy contentos, todos estamos muy contentos.Él lo ha hecho muy bien, me siento súper orgullosa. Sé que logrará muchas cosas en su nueva posición con los Tigres, porque es muy inteligente”.

Cabrera fue nombrado Asistente del Presidente de Operaciones de Béisbol de los Tigres de Detroit, Scott Harris; tal como deseaba, se queda en la organización “alrededor de los muchachos”.

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Miguel Cabrera con el scout Louis Eljaua.
Cortesía: Mari Montes | Twitter

Cuando firmó con los Marlins, después del trabajo de seguimiento que hizo Miguel Ángel García, el scout Louis Eljaua viajó a Maracay para conocer al prospecto. Equipos como los Bravos y los Medias Rojas también se interesaron por él: “Miguel Angel García fue el primero que me habló de él, en 1998. Me había mencionado su nombre un par de veces y yo hice el esfuerzo de viajar a Venezuela para verlo. Miguel tenía 15 años, lo vimos en Maracay, en un campo de La Pedrera, al lado de su casa. Desde el momento que lo vi, sabía que era algo especial, cómo lanzaba y cómo atrapaba la pelota en el campocorto, pero especialmente cuando lo vi agarrar el bate. Básicamente tenía el mismo swing que tiene ahora. Tenía 15 años pero le daba con mucho impacto a la bola y tenía un instinto para batear diferente a cualquier muchacho de esa edad. Estoy orgulloso. Uno como scout sueña con firmar a un pelotero de esa calidad. No he visto en mis 30 años de scouteo a nadie como él a esa edad, especialmente su bate, y he visto miles de muchachos en tres décadas”.

Conversamos sobre una interesante cláusula en su contrato. Los padres de Miguel exigieron la garantía de una beca universitaria. Así, en caso de sufrir alguna lesión que le impidiera seguir jugando en su camino a las Grandes Ligas, podría estudiar alguna carrera en la universidad que quisiera: “En realidad yo creo que nada iba a parar a ese muchacho para ser esa estrella, él tenía ese destino por delante. El tiempo pasó muy rápido, parece que fue ayer cuando lo vi por primera vez. Estoy orgulloso de la carrera que ha tenido y me alegro porque todo el talento que tuvo y la disciplina lo hicieron conseguirlo. Estoy orgulloso porque eso que decía aquel informe se cumplió y eso me hace lucir muy inteligente, pero él fue quien lo hizo”.

Cuando Miguel lo vio, dejó todo lo que estaba haciendo para atenderlo, luego dijo que era muy especial para ambos ese reencuentro en sus días finales como jugador activo.

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Los últimos 27 outs

Todos los juegos de la última jornada de las Grandes Ligas, estaban pautados a las 3 de la tarde, como siempre en el final de temporada, los juegos son a la misma hora.

Llegamos al estadio temprano, con la intención de esperarlo en el pasillo que conduce del estacionamiento al clubhouse.

Varios reporteros y las cámaras de Bally Sports Detroit seguimos su llegada. Saludó a las empleadas que manejan las comunicaciones audiovisuales de los Tigres, y mientras bajaba por la rampa, al ver la cantidad de personas que lo esperábamos, Miguel preguntó jocoso: “¿Qué pasó, y este poco de gente chamo?”.

Se veía feliz. Le dio un abrazo a Craig Monroe, ex jugador y staff de la transmisión de televisión; se dio un cálido abrazo con su querido Willie Horton; saludó “de puñito” a Tony Los, encargado de la seguridad del pasillo, como hacen todos los jugadores cada día, y se metió al clubhouse.

La noche anterior, después de que el personal de mantenimiento dejó limpio todo el estadio que había recibido más de 40 mil personas, los empleados de los Tigres se dieron a la tarea de colocar en cada una de las 41.081 sillas, cartulinas de diferentes colores: anaranjadas, blancas y azules, distribuidas para construir un inmenso mosaico humano que decía “Gracias, Miggy” en la parte baja de la tribuna. En el segundo piso: 500, su número 24 y 3000.

Al ver esto al comenzar el juego, protagonizado por los miles de fans, Miguel se llevó las manos a la cabeza, como hace siempre que algo lo sorprende y conmueve. La primera vez que le vi hacerlo fue cuando dejó atrás en la cuenta de hits a Babe Ruth.

Los pitcheos ceremoniales estuvieron a cargo de sus hijos: Brisel, Isabella y Christopher, con Miguel recibiendo los envíos, igual que en la jornada anterior con sus padres.

Desde el terreno, el premiado actor J.K. Simmons, gran fanático de los Tigres de Detroit y de Miguel, fue el encargado de dar la voz de “Play Ball!”.
Fue la antesala de un final de película.

¡Gracias, Miggy! - Mari Montes

Cuando llegó el primer primer turno (otra vez tercero en la alineación), sus tres hijos hicieron el anuncio por el sonido interno: “¡Al bate, nuestro padre: Miguel Cabrera!”. Christopher imitó el tono de Dan Dickerson en su emocionada narración del hit 3 mil. Después explicó Miguel que eso lo sorprendió y lo desconcentró un poco.

En los turnos de cada jugador de los Tigres, la pizarra los mostraba en imágenes al lado de Miguel, alegres, riéndose con él.

Entre los innings proyectaban los logros de Cabrera con el título de “Miggy Moments”, y más videos con saludos de figuras como Derek Jeter, Albert Pujols, David Ortiz…

En paralelo al buen trabajo de Eduardo Rodríguez, los Tigres hicieron tres carreras en los tres primeros episodios, y nunca más perdieron la ventaja.

El serpentinero venezolano tuvo una gran actuación. Al finalizar el desafío estaba visiblemente contento por haber ganado el último juego de Miguel Cabrera.

Miguel no tuvo suerte en sus tres primeros turnos.

Se repetía el mismo ritual cada vez que caminaba del círculo de espera al home: anuncio de su nombre, ovación, todos grabando el duelo con el lanzador y, sin importar lo que sucediera, aplausos de nuevo, de pie, coreando su nombre.

En su última vez al bate, se escuchó por el sonido interno el Alma Llanera interpretada por Simón Díaz, su versión favorita del llamado “segundo himno de Venezuela”. La que pidió para celebrar su hit 3 mil.

Negoció una base por bolas.

Confesó después que se le nublaba la visión y no veía bien a los pitchers, que nunca había sentido algo igual.

Fue muy emotivo, y fue así en cada turno ese día, por lo que se alegró por haber conseguido un boleto: “Esa base por bolas me hizo el día”. Su OPS (porcentaje de embasado) terminó en .900 exactos.

Muchos en Comerica Park pensaron que sería el momento ideal para sustituirlo por un emergente y que siguiera la despedida final, pero A.J Hinch y el béisbol tenían otro plan, mucho mejor.

Miguel Cabrera saltó al campo en el octavo capítulo, entró corriendo, sonriendo y feliz hacia la primera base, la posición que más jugó en sus 21 temporadas, mientras Hinch informaba el cambio al umpire principal, John Bacon.

De nuevo la ovación, la emoción de la afición al verlo ahí, con un mascotín, una vez más corearon su nombre, él saludó quitándose la gorra. Lo dejaron solo a propósito.

Cabrera en fotos [2021-2022]

¡Gracias, Miggy! - Mari Montes
22 de agosto de 2021: Miguel Cabrera, #24 de los Tigres de Detroit, celebra después de conectar su jonrón 500 en el Rogers Centre en Toronto, Ontario, Canadá.
Cortesía: Vaughn Ridley | Getty Images

 

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24 de septiembre de 2021: Los fanáticos sostienen fotos de Miguel Cabrera, #24 de los Tigres de Detroit, durante su turno al bate en la primera entrada contra los Reales de Kansas City en Comerica Park, Detroit.
Cortesía: Duane Burleson | Getty Images

 

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23 de abril de 2022: Miguel Cabrera, #24 de los Tigres de Detroit conecta un sencillo, el hit número 3000 de su carrera, durante la primera entrada contra los Colorado Rockies en Comerica Park, Detroit. Cortesía: Katelyn Mulcahy | Getty Images

 

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23 de abril de 2022: Miguel Cabrera, #24 de los Tigres de Detroit, conecta su hit número 3000 durante la primera entrada en un juego contra los Colorado Rockies en Comerica Park, Detroit.
Cortesía: Duane Burleson | Getty Images

 

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23 de abril de 2022: Una vista general mientras el cartel de Miguel Cabrera, #24 de los Tigres de Detroit, se cambia a 3001 hits en su carrera, después de un sencillo en la sexta entrada contra los Colorado Rockies en Comerica Park, Detroit.
Cortesía: Katelyn Mulcahy | Getty Images

Después el resto del equipo ocupó sus posiciones.

No pudo ser mejor, el béisbol de la vida real es superior a un guión cinematográfico.

Así es la magia de este juego.

Al saber que cubriría la primera base, le dijo a sus compañeros que iba a salir un batazo hacia él.

Le pidió el mascotín a Spencer Torlkelson, el joven a quien en primavera de 2022 le regaló uno, a manera de testigo. Miguel no tenía guante porque desde 2021 juega como bateador designado; así que “Tork” le prestó el suyo para la histórica atrapada. Después se lo llevó a casa autografiado por su mentor, que además agregó todos sus logros estadísticos de su puño y letra; una joya.

“Sorprendimos a Miggy cuando lo hicimos salir solo al terreno”, comentó luego A.J Hinch. “Es algo muy difícil de hacer. Fue una experiencia asombrosa. Fue otro de los ‘Momentos de Miggy’. Es increíble lo que puede generar el béisbol”.

El guión del béisbol se desarrolló a la perfección; Steven Kwan conectó el envío de Alex Lange de rolling hacia la inicial, donde Miguel Cabrera capturó la bola para hacer el out sin asistencia, tal como él esperaba. Más tarde soltó esta frase a propósito de esa última jugada: “La pelota siempre lo busca a uno”.

El juego que comenzó con sus hijos haciendo los pitcheos iniciales y presentando su primer turno, terminó con ellos acompañando al manager a sacarlo, para que Comerica Park lo despidiera en su última aparición uniformado.

Salieron todos sus compañeros de equipo, del dugout y del bullpen, para aplaudirlo. También los guardianes se unieron al tributo, comenzando por el manager Terry Francona, quien también dijo adiós ese domingo, y los venezolanos Andrés Giménez y Brayan Rocchio.

Rosangel también estaba ahí. Fue un momento precioso en el que estuvieron unidos como familia, en el terreno donde Miguel escribió su magnífica historia.

Como recordó el periodista y narrador Carlos Guillén Altuve, al describir el emocionante momento para la transmisión de la radio en español de los Tigres de Detroit: “Una historia que comenzó en el estadio “Raúl Leoni” del barrio ‘La Pedrera’ en Maracay” estaba culminando como merecía.

Ahí estaba Miguel Cabrera, aquel muchacho que se hizo ese gran jugador, uno de los mejores toleteros de todos los tiempos, ganador del Bate de Plata en todas la posiciones que jugó: como jardinero izquierdo, tercera base, inicialista y designado; dos veces MVP; cuatro campeonatos de bateo, una docena de invitaciones al Juego de las Estrellas; una Triple Corona y la membresía del Club de los 500 jonrones y 3 mil hits, 627 dobles, además de promedio vitalicio de .306.

Un guerrero a quien vimos debutar y dar jonrón en su primer juego ante Al Levine, para dejar en el terreno a los Rays. Ese que le devolvió una pelota a las gradas a Roger Clemens en la Serie Mundial de 2003, cuando ganó su único anillo de Serie Mundial; el que derrotó en un duelo épico a Mariano Rivera, en el Yankee Stadium, con una sola pierna, después de golpearse dos veces con fouls en la pantorrilla que ya tenía lastimada.

Ese “guerrero”, como lo describió su padre, no pudo contener el llanto, y se quebró, aunque intentó ocultarlo con la gorra.

Miguel Cabrera es un ser humano sensible, aunque trate de esconderlo. Un “duro”, hasta que le llegó la hora del adiós definitivo al béisbol, uniformado.

¡Hay llanto en el béisbol!

Cabrera en fotos [2023]

¡Gracias, Miggy! - Mari Montes
26 de mayo de 2023: Miguel Cabrera, #24 de los Tigres de Detroit, juega contra los Medias Blancas de Chicago en Comerica Park, Detroit. Cortesía: Gregory Shamus | Getty Images

 

¡Gracias, Miggy! - Mari Montes
28 de julio de 2023: Miguel Cabrera, #24 de los Tigres de Detroit, saluda a la multitud antes de jugar contra los Marlins de Miami en el loanDepot Park en Miami.
Cortesía: Megan Briggs | Getty Images

 

¡Gracias, Miggy! - Mari Montes
30 de septiembre de 2023: Miguel Cabrera, #24 de los Tigres de Detroit, con su familia observando, saluda a los fanáticos mientras es presentado durante una celebración de su carrera antes de un juego contra los Guardianes de Cleveland en Comerica Park, Detroit. Cortesía: Duane Burleson | Getty Images

 

¡Gracias, Miggy! - Mari Montes
1 de octubre de 2023: Steven Kwan, #38 de los Guardianes de Cleveland, batea para out contra Miguel Cabrera, #24 de los Tigres de Detroit, durante la octava entrada en Comerica Park en Detroit. Cortesía: Nic Antaya | Getty Images

 

¡Gracias, Miggy! - Mari Montes
1 de octubre de 2023: Miguel Cabrera, #24 de los Tigres de Detroit, abraza a su familia después de jugar su último juego contra los Guardianes de Cleveland en Comerica Park, Detroit. Cortesía: Nic Antaya | Getty Images

En la transmisión de televisión enfocaron el balcón de la suite de la familia, Goya lloraba como nunca la habíamos visto, de nada sirvieron los anteojos de sol que llevaba puestos, tampoco los que usaba Miguel papá pudieron tapar sus lágrimas, mientras aplaudía a su hijo junto con todos en ese parque.

El encuentro se reanudó para culminar con pizarra de 5 por 2, favorable a los Tigres de Detroit sobre los Guardianes de Cleveland, dándole a Miguel otro motivo para estar satisfecho y contento, porque si algo le ha interesado siempre, más que sus números personales, es que el equipo gane.

En el clubhouse al terminar el juego, en su último encuentro con los periodistas, ya sin uniforme, explicó Miguel: “Estoy contento de poder decir adiós y muy feliz de poder sacar un out. Tenía años que no pisaba la primera base. Y bueno, todavía las manos están buenas”.

Lo vi todo desde el palco de prensa después de comentar su último turno al lado de Carlos Guillén para la transmisión en español de los Tigres, valoro el honor.
Destacaban las banderas de Venezuela. Pensé que allá también lo estaban viendo, y donde quiera que hubiera un venezolano en el mundo, pendientes de “El Muchacho de La Pedrera”.

Se me hizo inevitable recordar lo que me dijo en la primera entrevista que tuvimos, en diciembre de 2003, cuando regresaba de ser campeón con los Marlins de Florida. Le pregunté cuál era su sueño además de mantenerse en las Grandes Ligas, respondió: “Quisiera ser un jugador que una a Venezuela”.

¡Misión cumplida!

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Dijo más tarde en referencia a todo lo vivido: “¡Gracias no es suficiente para todo el cariño que recibí durante toda mi carrera. Estoy muy emocionado. Gracias por el apoyo. Estoy contento!”.

Todo este seguimiento desde que dejó atrás a Babe Ruth, me permitió, gracias a la tarea de ir investigando y escribiendo con mayor profundidad sobre esas leyendas que encontró en su camino y dejó atrás, darle mejor dimensión a su extraordinaria carrera. Me obligó a conocer más a los protagonistas élite de la historia del juego, y eso me hizo aprender cosas que desconocía y han sido muy enriquecedoras para mí en estas temporadas.

Miguel no sólo es inspiración para sus compañeros o para los niños que crecen con la ilusión de ser como él algún día; Miguel es inspiración para todos los que amamos el béisbol, y más allá…

He disfrutado en grande haber seguido y escrito su historia desde el primer día, hasta el último como jugador activo.

Aunque sé que el béisbol continúa, continúa en buenas manos, y continúa para él desde otro rol, siento nostalgia y un poco de tristeza. Tampoco lo sé explicar…

¡Ya no habrá más batazos de Miguel Cabrera!

Ha sido un maravilloso privilegio, cada entrevista, cada conversación, en los días difíciles y en los mejores días.

Ahora lo digo yo:

¡Gracias, Miggy!

 

 

Créditos

Edición: Ángel Alayón y Oscar Marcano

Texto: Mari Montes

Concepto gráfico, desarrollo y montaje: John Fuentes

Infografías: John Fuentes y Franklin Durán

Flourish: Luisa Salomón

Asistencia de investigación y datos: Luisa Salomón

Fotografías: AFP

Fuentes: Baseball Reference

Redes sociales: Luisa Salomón

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