[sonido]https://soundcloud.com/6j86-producciones/la-historia-de-amor-de-naty-revuelta[/sonido]
La historia se presta. Alta sociedad, comienzos de los años 50, La Habana, Cuba. En una gran mansión vive un prestigioso médico, el cardiólogo Orlando Fernández. Está casado con una mujer joven de escasos 26 años, que tiene la fama de ser la mujer más bella de La Habana. Una mujer de ojos verdes muy intensos. Esa mujer, inquieta, inteligente y vivaz, se dedica al mundo de la cultura. Pero le atrae también el de la política. Gobierna férreamente el dictador Fulgencio Batista, y Naty -como la llamaban- entra en contacto con dirigentes políticos, digamos extremistas. Uno de ellos es Fidel Castro, quien ya está concibiendo asaltar el cuartel Moncada, en la ciudad de Santiago de Cuba, para de allí crear toda una gran revuelta que conduzca a la formación de una guerrilla en la cercana Sierra Maestra.
Natalia Revuelta, la gran dama de la sociedad habanera -la bellísima Naty- presta su casa, la casa del doctor Orlando Fernández. Allí se reúne clandestinamente, a espaldas inclusive, se dice, del doctor Fernández, Fidel Castro con los suyos. Y allí, en la casa de su marido, esta jovencita de la alta sociedad pierde la cabeza y queda seducida por este hombre de alta estatura, arrojado, que con voz tronante que plantea nada menos que una revolución. Así se da el asalto de Fidel a la bella Naty, allí mismo, bajo el techo de su marido. Luego se da el asalto al Cuartel Moncada.
Año de 1953, 26 de julio, fracasa el asalto y Castro va a la cárcel. Naty, sin embargo, cumple con las responsabilidades que tenía: repartir entre políticos y periodistas fiables el Manifiesto a la Nación de Fidel, que contenía el ideario político del movimiento revolucionario. Algo de esto llevo adelante, pero después del fracaso no fue castigada, ni siquiera por su marido.
En el fragor de ese juicio, Castro soltó su famosa frase: “condenadme, la historia me absolverá”. Sesenta y dos años después, la historia sigue sin absolverlo.
Pero regresemos al romance con la bella Revuelta. Castro en la cárcel y Naty empiezan a tener una relación epistolar magnífica, relación epistolar que después terminaría reunida y publicada en un libro. Y entre carta y carta ocurrió un detalle curioso, porque siempre las historias de amor dejan una pifia en algún rincón. Alguien siempre se descuida en una historia de amor, más si este es prohibido. Y así como hoy en día se puede poner un dedo en la tecla que no es y el email termina donde no debe, en aquel entonces Fidel Castro equivocó la dirección postal y la carta no terminó en las manos de para su bella Naty, sino en las de su esposa, Mirta Díaz Balart (en efecto, el Díaz Balart que hoy no puede venir a Venezuela, según la prohibición reciente de Nicolás Maduro, es la misma familia). Lo cierto es que Mirta, que ya tenía un hijo con Fidel (Fidelito), decide divorciarse, y ahí termina eso.
Sale Fidel de la cárcel y logra continuar su relación idílica con Naty Revuelta. Pero se separan cuando en 1955 recibe una amnistía y se exilia en México. De aquí solo regresará cuando en el Puerto de Veracruz zarpe en el pequeño yate Gramma, para levantar ahora sí la revolución. Ese resto es historia.
Cuando Fidel regresa se entera que Naty ha dado a luz a una hija suya, Alina. El doctor Orlando Fernández -porque siempre hace falta un hombre noble en una sórdida historia de amor- decidió darle su apellido. Y Alina Fernández, la llamada “hija rebelde de Fidel Castro”, terminaría creciendo y huyendo de la isla para hablar pestes de su padre biológico que no su padre verdadero.
Traemos a cuento la historia de Naty Revuelta porque falleció el pasado sábado 28 de febrero a la edad de 89 años. Ya vieja, con ese decaimiento no solo de la edad sino de la penuria de lo vivido, la vemos en una foto que, ahora, le ha dado la vuelta al mundo. Ella aparece viendo desafiante a la cámara, con un vestido floreado en una vieja mecedora tejida en mimbre, y al fondo el cuadro donde ella luce en todo el esplendor de su juventud, cuando sedujo a Fidel Castro y a toda Cuba también.
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Naty salió de Cuba un par de años con la revolución ya establecida, los vivió en Francia, pero luego regreso para seguir viviendo, muy militante como revolucionaria, el proceso cubano. Aunque más nunca volvió a tener nada, románticamente hablando, con Fidel Castro.
Ella pidió un funeral muy sencillo, y le complacieron en su último deseo. Sus cenizas están en el Mar del Caribe.