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Del África suelen llegarnos historias terribles con relación a la mujer. Hemos oído historias de mujeres que mueren apedreadas, mujeres que son sometidas a esa cruel operación de sus genitales, mujeres mutiladas, mujeres humilladas, mujeres condenadas. Por ello nos llama tanto la atención esta noticia que nos llega desde Kenia vía la BBC, donde una mujer no es ni humillada, ni castigada, ni herida, todo lo contrario. La noticia es que esta mujer logra imponerse de manera muy singular sobre el mundo de los hombres. ¿Qué ocurre? La mujer de la que no conocemos su nombre, es una viuda con dos hijos. Y hay dos hombres que están muy enamorados de ella. Uno es Sylvester Mwendwa y el otro Elijah Kimani.
Resulta que ellos dos descubren que tienen tiempo manteniendo una relación en paralelo con la mujer en cuestión. Lo insólito de la salida es que lejos de apedrearla por adultera, aunque era un mero noviazgo, los dos hombres confiesan que no pueden vivir sin ella, mal no pueden entonces agredir o hacer algún daño. Así que van ante un tribunal y deciden casarse los dos. Y se establece un convenio según el cual los hombres tendrán un calendario rotativo para habitar en la casa de la esposa compartida.
Dice la nota de la BBC:
Ambos se comprometen también a colaborar en la crianza de los niños que ella pueda tener, independientemente de quién sea el padre biológico.
Mwendwa dijo que esperaba que el contrato ayudara a «establecer los límites» y «mantener la paz» en la relación con la mujer, a la que él ama.
«Ella será como el árbitro, – no va a ser un juez, va a ser ella-la que podrá decir si quiere estar conmigo o con mi colega», es decir, el co-esposo, él lo define como colega. La mujer en definitiva es la que reina, decide cuándo está con uno, cuando está con otro y ellos le sirven. Además los hijos que tenga con uno o con otro, se comprometen a criarlos los dos.
Qué tendrá de maravillosa esta mujer que ha logrado la poliandria, que es la singular relación de una mujer con varios hombres tan contraria a la poligamia, tan frecuente por aquellas latitudes. ¿Qué tendrá esta mujer? Lo curioso es que ambos hombres dicen que cada uno respetará los tiempos que les corresponden, porque nadie los ha forzado a llegar a este acuerdo. Lo desearon solo por amor a ella. Bendita y afortunada sea ella, aunque lamentablemente no conocemos su nombre.
