La mujer más bella de la eternidad

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  Me fijé en ella por primera vez cuando ya salía de la niñez y estaba entrando, pues, en esos primeros momentos – siempre torpes – de la adolescencia. Tan pronto me empezaron a gustar, en serio, las mujeres. Ella fue una de las primeras que me gustó.

  Venía mucho en el patrón de las grandes bellezas del cine, sobre todo el cine europeo. Me toca crecer en los tempranos años ’60,  encandilado por la Ursula Andress de James Bond, por Claudia Cardinale, por Sofía Loren, Jane Fonda, vendría después por allí. Pero, quedémonos con las italianas. Por ejemplo, quedémonos con la Cardinale, sobre todo con la Loren.

  La Loren, con un perfil tan mediterráneo, una boca y unos labios carnosos, unos ojos grandes. Y ella a mí se me pareció mucho, entonces, a esa mujer como la Loren. Pues eso me ocurre temprano en mi vida, temprano ya en la adolescencia. Y reconozco que pasaron muchos años – unos cuarenta y tantos –  cuando por fin la pude ver de cerca, de frente, en persona, como quien dice. Apenas a unos cuantos centímetros de mí.

  Yo, por supuesto, había envejecido muchísimo y ella estaba, sin embargo, intacta. En realidad, se dice que está cumpliendo, en estas fechas de diciembre, 100 años. Pero eso es mentira, porque la verdad verdadera es que ella está cumpliendo 3.300 años. Hablo, sin duda, de una de las mujeres más bellas de todos los tiempos. Hablo de la reina Nefertiti, Reina de Egipto.

  Nefertiti fue descubierta en el desierto egipcio en diciembre del año 12, del siglo pasado. La descubre un alemán, y este alemán se la lleva,  a Berlín. En Berlín se exhibe por primera vez, muchos años después, en el año 24, es cuando la presentan por primera vez y el mundo quedó deslumbrado. Los egipcios, indignados., como les ha ocurrido tantas veces, cuando se descubre que su patrimonio está afuera.

  Para los alemanes fue una gran fiesta y en esos años ’20, luego de la humillación del Tratado de Versalles,  la República de Weimar iba avanzando y se hizo esa gran fiesta por esa reina que ya más nunca saldría de Berlín. Uno la puede ver, allá, en el Museo de Berlín y cuando le llega cerca – como comentaba hace un momento – el impacto es fuerte.

  El rostro es perfecto, absolutamente perfecto. El busto, está partido en dos, por eso suele vérsele sólo de perfil o la mayoría de las veces de perfil, porque en un lado tiene su piel completa, su tez aceitunada todavía, un ojo inmenso maquillado bellamente, los labios carnosos y luego, la otra mitad no tiene el ojo, y todo está distinto.

  Dicen que era un modelo, en realidad. Que este busto era un modelo para que los artistas supiesen cómo había que trabajar el rostro humano, cómo lograr la belleza. Es, sin embargo, una mujer tan perfecta que hay inclusive estudiosos que dicen que eso no fue ningún egipcio, que eso es un invento moderno. Hay demasiada perfección allí.

  Habla además de una mujer madura. Ese inquebrantable encanto siempre seductor de la mujer madura. Y es una mujer madura que adquiere allí su más alta belleza. Hay alguna arruga que se le pueda ver, y no se la taparon. Yo al verla, al tenerla tan cerquita, creo que sentí de nuevo el estremicimiento de aquella temprana adolescencia y cuando uno le llevan a que sienta lo que pasó hace ya tanto por el cuerpo, pues uno lo agradece.

  Ahora, ¿cuántos años más le quedarán? No sabemos… Pero, sin duda, esa es la mujer más bella de la eternidad.

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