Publicado en: El Extrabase
Por: Mari Montes
El cambio de Luis Arráez fue una noticia inesperada que todos sabíamos que iba suceder, aunque parezca una contradicción.
En verdad lo inesperado fue lo temprano; en todos los análisis de lo que podía ocurrir, se daba como seguro que los Marlins saldrían de Arráez. El movimiento era predecible, tal vez más cerca del Juego de las Estrellas, como ha sido en la mayoría de los casos. Los equipos que pueden competir por la postemporada, antes de la fecha límite de cambios, salen a buscar las piezas que necesitan, por eso se habla de julio, no es usual que ocurran cambios comenzado mayo.
Sin embargo, de acuerdo con el momento que quedó registrado durante la transmisión de televisión, para Luis Arráez fue sorpresivo, no esperaba que se le acercaran, justo antes de comenzar el juego, después de aparecer en la alineación, para notificarle que había sido cambiado a los Padres de San Diego, de inmediato, al terminar el papeleo y los pasos requeridos para cerrar el acuerdo.
Inicialmente se quedó atónito, es humano.
Luis Arráez acaba de cumplir 27 años, el pasado 9 de abril, pero parece más joven, por su frescura en el trato, porque siempre está sonriendo y es amable aún en medio de un slump, porque conserva en su mirada la pureza que asociamos con los niños; reaccionó con desconcierto.
The first thing Luis Arraez said to me when I introduced myself at spring training last year was “anything you need from me, no problem. Whatever I can do to help.” That’s the kind of guy he is—an absolute class act. @Arraez_21, thank you so much for being you. You’ll be missed! pic.twitter.com/F2P2MY1eTi
— Jessica Blaylock (@JessBlaylock) May 4, 2024
El beisbol de Grandes Ligas es un negocio, eso lo sabemos de sobra, es así desde la primera vez que se pagó un boleto para ver un juego y los peloteros cobraron por jugar, hace 150 años, pero también es cierto que los jugadores son seres humanos, y para cualquiera, un cambio como este, que también involucra a la familia, en principio, lleva un poco más de unos minutos procesarlo.
Como vimos, apenas unos segundos antes del juego, se le comunicó la decisión de la oficina; él se quedó sentado un buen rato ahí. En esos últimos minutos uniformado como Marlin, recibió las muestras de afecto de sus compañeros y de los técnicos, se despidieron de él, ellos también sorprendidos.
Arráez habla con los ojos, estaba perplejo.
El béisbol es un negocio y los jugadores están muy claros, desde que se convierten en profesionales, en el caso de la mayoría de los latinoamericanos siendo adolescentes, con 16 años. Muy jóvenes aprenden que parte de ese negocio consiste en que ellos pueden ser cambiados de un equipo a otro, salvo que tengan cláusula de veto, y deben aceptarlo y continuar con su trabajo en el nuevo destino. No hay discusión aquí, pero no es menos cierto que ellos son personas y eso no debe quedar de lado en el análisis de “el negocio”.
Last night sucked. No two ways about it. Luis is one of the best humans I’ve EVER been around in baseball. I hope he has tons of success.
Brighter days are ahead. I promise. I know every fan of this team has heard it before. I understand your frustration. pic.twitter.com/zyne2UGgTb
— Kyle Sielaff (@Kyle_Sielaff) May 4, 2024
Todo el staff de las transmisiones de los Marlins, en televisión y en radio, los reporteros, los miembros de la BBWAA de Miami, sus compañeros, el manager Schumaker, los coaches, los fanáticos en las redes, en abrumadora mayoría, hemos destacado al ser humano Luis Arráez, porque del jugador hemos dicho todo; lo dicen sus estadísticas, el hecho de ser el único que ha ganado el liderato de bateo en años seguidos en las dos ligas, lo hacen una figura que ya pasó a la historia de las Grandes Ligas.
Hemos destacado que fue el primer marlin que bateó la escalera desde que el equipo fue fundado en 1993, escribimos de sus jornadas perfectas, de 5-5, de 4-4, resaltamos lo difícil que es poncharlo, que ha ido a dos Juegos de las Estrellas, como invitado y como titular, también en ediciones consecutivas, que tiene en la vitrina de su casa, además de las estatuillas de Rod Carew y Tony Gwynn, tiene un Premio Luis Aparicio, dos bates de plata y un Premio al Jugador Más Valioso de los Marlins, por decisión de los escritores de Miami, en 2023, cuando fue clave para ayudar al club a clasificar a playoffs.
This is what makes @Arraez_21 so special! He gets it. #winner https://t.co/ht3guCjTfc
— Rod Allen (@RodAllen12) May 4, 2024
A Luis Arráez le hemos dedicado el tiempo y espacio que ha merecido por todo lo enumerado.
Ahora quiero contarles del que escribimos poco. No seré breve.
Luis Sángel Arráez Reverón, nació en San Felipe, estado Yaracuy, Venezuela y creció en Cocorote, donde dio sus primeros batazos. Es el hijo de Mary y Ernesto, ella dedicada al campo y a sus hijos, y él, conductor de un pequeño autobús, oficio con el cual pudo mantener a su familia sin que les faltara nada.
Normelis, la hermana mayor de Luis, que le lleva 16 años, fue de gran apoyo para Mary a la hora de ayudarlo en sus tareas escolares y también con el béisbol. Fue Normelis quien le puso: “La Regadera”, y llevaba sus números, juego por juego, para que no le discutieran sus “Champion Bate”. Sí, porque ese talento para hacer contacto que asombra de Arráez, es algo que hace desde que era un niño y el señor Ernesto le regaló su primer bate. Un pequeño mazo de plástico que vendían junto con una pelota, también de plástico.
Desde los tres años, recuerdan todos, comenzó a batear. Aunque es derecho, aprendió a hacerlo a la zurda, cosa que se convertiría en una de sus virtudes más valoradas.
Una de las técnicas de Ernesto consistía en hacerlo batear granos de carotas, así comenzó a afinar la vista.
De una mata de mango le colgaba una pelota dentro de una media, esa fue su primera “máquina de bateo”, el patio de la casa su primera academia y Ernesto, su primer coach.
Juega desde “Semillita”, la primera categoría del béisbol menor organizado, en la Corporación Criollitos de Venezuela, extendida por todo el país, y de cuyos equipos han salido muchos jugadores venezolanos que han llegado a las Grandes Ligas, organización fundada, entre otros, por el ex grandeliga Alfonso “Chico” Carrasquel.
Transitó por todas las categorías y en cada una destacó por su talento para batear. Perteneció a varias selecciones del estado y asistió a torneos “Copa de Oro”, que es una serie final de los mejores equipos de “Criollitos” de toda Venezuela.
A medida que iba creciendo, su pasión por el béisbol era más intensa, le agarró el gusto a batear, podemos decir, literalmente, que desde chiquito es líder bate.
Así comenzó el sueño de ser un pelotero profesional y para ello contaba con el apoyo de su familia.
Siempre acompañado por su mamá y por su hermana, con su papá trabajando y pendiente de todos los gastos propios de tener un niño en un equipo de béisbol menor.
Para que un muchacho venezolano pueda alcanzar ese sueño, necesita recursos y la dedicación familiar, sino, es más difícil, casi imposible.
La familia Arráez Reverón se volcó a apoyar a Luis. Se encargaron de que llegara a tiempo a sus prácticas, a los juegos, de que tuviera su uniforme limpio, de comprarle sus implementos, de que no faltara la bebida energizante, el cambur y la arepa o el sanduche para el desayuno o el almuerzo, de que cumpliera con sus deberes escolares para que jugara tranquilo. Aprendió a ser responsable y comprometido.
Oírlos recordar esos días conmueve y emociona, se entiende la dimensión que tuvo para él haber podido estar con sus padres y su hermana en los días finales de la temporada 2023, que ellos estuvieran cuando nació la menor de sus niñas, Stella, en noviembre pasado, compartir en las fiestas de navidad y hasta estos días.
Continuando con su historia como jugador, Luis Arráez fue seleccionado para el Mundial sub-15 que se disputó en Cumaná y a los meses, acordó como profesional con los Navegantes del Magallanes y con los Mellizos de Minnesota, en 2013.
Su actuación en su desarrollo por las Ligas Menores está disponible en Baseball Reference.
Él lo ha contado otras veces y hay una foto que recuerda que en aquellos días, ante lo insuficiente que resultaba el salario que ganaba en las menores, con su esposa Gladys embarazada de su primera hija, tuvo, como muchos inmigrantes, dos trabajos para poder con las cuentas.
Aunque no tenía ninguna experiencia, consiguió un empleo en la construcción; le tocó, junto con su amigo y compadre Brusdar Graterol, construir una casa en Fort Myers, Florida, un recuerdo que comenta con orgullo.
En 2019 debutó con los Mellizos, ahí inició su camino en las Grandes Ligas.
En los Mellizos comenzó su relación con Rod Carew, cuando fue coach invitado a los entrenamientos de primavera. Lo llama cariñosamente “abuelo”. En Minnesota también comenzó su amistad de Nelson Cruz, quien se convirtió en una especie de mentor y hermano mayor, orientándolo como jugador, con consejos, albergándolo en su casa en República Dominicana, transmitiéndole conocimientos para hacerlo mejor pelotero.
Gracias a Cruz llegó al coach de bateo Frank Valdez, con quien ha trabajado desde 2022, el año en el que obtuvo su primer liderato de bateo.
Luis es un hombre que ha hecho de la disciplina su rutina. Para él batear es un gusto, es divertido, y es así porque lo hace bien, excelencia que consigue porque se faja.
Después de desayunar y hacer trabajo de gimnasio, acude a una sesión de bateo, de ahí se va al estadio, donde sigue practicando. Hace los ejercicios con el equipo, practica defensa, batea otra vez en la jaula que está en el terreno y más tarde en la que está en el clubhouse. No conforme con eso, después del juego, vuelve a trabajar antes de irse a descansar.
Verlo practicar y el rigor con el que lo hace, es fascinante. Comienza tocando y luego en cada ronda dirige la pelota hacia todas las zonas del parque, como una regadera.
Cuento aparte el tiempo que dedica para atender a los fanáticos que quieren un autógrafo o una foto con él. Es más especial con los niños.
Cuando los Marlins lo requirieron para sus actividades benéficas, ahí estaba de primero, con su gran sonrisa, dispuesto siempre; a la hora de ir a un hospital a visitar a niños enfermos de cáncer o para repartir los alimentos de la mesa del Día de Acción de Gracias.
Por eso vemos tantos mensajes en las redes, en español y en inglés, deseándole lo mejor en su nuevo destino.
En Miami fue una temporada con unos días, aún así, Luis Arráez dejó una marca indeleble en quienes alcanzó, más allá de sus números y hazañas.
Con Luis Arráez se hace inevitable la cercanía; es de los que se acerca a saludar, siempre colaborador para una entrevista; su amabilidad es otra cualidad de la que hemos hablado todos.
En el momento del cambio pensé en su familia tan bonita, en lo cerca que tenía a las niñas que son tan divertidas, que adoran ver jugar a su papá, en la más chiquita, de solo 5 meses; en su hermana Normelis y sus padres… habrá pensado en todo eso cuando le avisaron del cambio.
No debió ser fácil.
Es humano y como cualquier papá, quisiera estar cerca de sus hijas todo el tiempo, no perderse un detalle mientras crecen, pero es lo que toca. La vida de algunos profesionales es así.
Por lo que hemos podido conocer de ellos, en su familia seguirá apoyado para continuar regando los jardines, ahora en el Petco Park de San Diego, donde siempre se recuerda a Tony Gwynn, con quien ya ha sido comparado.
También hemos visto que tan rápido como mueve el bate, pasa las páginas y avanza.
En el monumento a “Mr. Padre” que está en el Petco Park, en San Diego, hay una cita del papá de Tony Gwynn que dice: “Si trabajas duro, sucederán cosas buenas».
El primer batazo de Luis fue un doble.
En su estreno como Padre, de 6-4 con carrera empujada y dos anotadas. Es el primer jugador en la historia de la franquicia que debuta con 4 hits.
Así llegó Luis Arráez, siendo Luis Arráez.