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Hay escritores prodigiosos. Escritores que escriben mucho y mucho publican. Otros escriben mucho pero no publican tanto. Estos son escritores curiosos, por lo general exigentes. Los rodea algún tipo de misterio que les hace ser reservados, y que les obliga a escribir y escribir. Pero hay elementos muchos, circunstancias, pruritos que no le permiten publicar tanto como escriben. Estos escritores tienen, por lo general, espacios importantes en el mundo de la literatura. Ernest Hemingway fue uno de ellos. Más recientemente, Guillermo Cabrera Infante. No es gratuito, entonces, que una vez muertos hayan aparecido de ellos obras póstumas.
En el caso de Hemingway se comprobó que algo de lo que se publicaba como póstumo no era en realidad de él. En el caso de Cabrera Infante, aparentemente todo sí era de él pero no todo era bueno. No todo estaba a la altura de lo que publicó en vida. Muchos de los libros que su viuda ha publicado luego de su muerte no están a la altura de “La Habana para un infante difunto” o su gran obra “Tres tristes tigres”. Eran ejercicios, libros inconclusos. No se sabe.
El otro escritor que ya va compitiendo con la obra que escribió en vida con su obra póstuma, es el chileno Roberto Bolaño. Después de su muerte se han publicado no pocos libros. Inclusive se publicó su obra magna 2666. Libro que escribió a conciencia de que podría morir -por el problema del trasplante- antes de su publicación, y por lo tanto, pensando en la herencia de sus hijos, lo había concebido como cuatro libros autónomos y separados. Pero los editores decidieron lo contrario y lo publicaron como un solo libro. Libro monumental, voluminoso. Después de esa publicación póstuma, han venido otras -La universidad desconocida, por ejemplo- y ahora se presenta “El espíritu de la ciencia ficción”.
Esta la escribió Bolaño en Blanes, en 1984. Y se estima que puede ser el antecedente de otra de sus grandes novelas, Los detectives salvajes. Allí está el nacimiento de algunos de los personajes. Además, según los críticos que ya han leído, también podría darnos pistas para entender el secreto de 2666.
Pero, ¿por qué se publica 13 años después de la muerte de Bolaño, en 2003? Esto es lo que se pregunta Winston Manrique Sabogal, en una nota por demás interesante en El País, de Madrid. Dice la editora Pilar Reyes: “El espíritu de la ciencia ficción era un texto íntegro, con enorme fuerza narrativa, que abría por primera vez el mundo que luego lo consagraría como escritor en sus obras narrativas de madurez. Nosotros pensamos que era un texto de indudable interés, que los lectores apreciarían y que podría ser una formidable puerta de entrada al universo Bolaño para quienes aún no le hubieran leído”. Continúa: “El manuscrito está fechado y firmado, y son tres las libretas que lo contienen, en tres etapas de la escritura: notas, primer borrador y transcripción en limpio. Existe una cuarta libreta con la entrevista que integra la parte inicial del libro, con indicaciones exactas del autor de dónde debe ensamblarse.”
Según esto, entonces, era un libro que ya Bolaño había concluido, que había dejado perfectamente armado y que sería enviado a la imprenta. Más, ¿por qué el chileno no lo envió nunca? Esa es la pregunta. ¿Por qué quedó para la posteridad? Y, además, ¿por qué los editores deciden publicarlo trece años después de su muerte?
Por los vientos que soplan, Bolaño escribió tanto y paradójicamente publicó tan poco en vida, que seguiremos leyendo su obra póstuma.