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Pasó ya la octogésima quinta entrega de los Premios Oscars y en realidad no hubo mayores sorpresas. Hubo unas cuantas, ciertamente significativas, sorpresas al fin. Pero en líneas generales, todo fue en una tónica que ya se predecía.
De hecho, según los pronósticos que les hicimos la semana pasada, de nueve, acertamos seis. Acertamos “Argo”, como la Mejor Película; Daniel Day-Lewis, como el Mejor Actor, por Lincoln; Anne Hathaway, como Actriz de Reparto, por “Los Miserables”. Acertamos también la película austríaca “Amour”, como Mejor Película Extranjera; el Guión Adaptado de Chris Terrio, por “Argo; y el Guión Original de Quentin Tarantino, por «Django Desencadenado».
¿En cuáles nos caímos?
Habíamos optado por Jessica Chastain, por «Zero Dark Thirty». Sin embargo, la gran sorpresa fue la jovencita Jennifer Lawrence, por «Silver Linings Playbook», traducida como “Los Juegos del Destino”. Ella competía con la señora Chastain, con la señora Emmanuelle Riva, de ochenta y tanto años; y con la jovencita Quvenzhane Wallis, de apenas 9 años. Es decir, teníamos en esta categoría a una señora ya muy anciana, creo que mayor que Jessica Tandy, cuando compitió por “Driving Miss Daisy”, y la otra que figuraba, era Naomi Watts por “Lo Imposible”.
Sin embargo, se alzó una que goza de favoritismo entre la juventud. Pero que a decir verdad, no entiendo cómo fue ese premio, uno la nominación puede entenderla. Pero la película (ya la comentaremos ampliamente), siendo una comedia americana, no había ninguna actuación así realmente que uno dijese: «¡Caramba! Sí, claro que lo merece». Ni para Bradley Cooper, como Mejor Actor; ni para Robert De Niro, como Actor Secundario; ni tampoco para Jacki Weaver, como Actriz de Reparto. Y fíjense que ha sido la gran sorpresa, la de esta muy talentosa, Jennifer Lawrence.
Me hizo recordar, por ejemplo, el Oscar que le dieron a Gwyneth Paltrow, por “Shakespeare in Love”, que siendo una comedia muy inteligente, un gran guión de Tom Stoppard, y siendo la Mejor Película del año, la actuación de la Paltrow no era nada descollante, sobre todo si se comparaba con Cate Blanchett, haciendo nada menos que el papel de la Reina Isabel I de Inglaterra. Pero así son los caprichos del Oscar.
En el Actor de Reparto habíamos optado por Tommy Lee Jones, sin embargo, ganó Christoph Waltz, el actor austriaco, por “Django Desencadenado”. La victoria de Christoph Waltz no fue tampoco tan sorpresiva, las apuestas estaban bastante parejas a última hora. Si bien Tommy Lee Jones era el favorito, era muy probable que también pudiese ganar Waltz, quien además, venía de ganar ya varios premios. Hubo un tuit muy interesante en la noche del Oscar que decía: «Es un fenómeno, tiene dos nominaciones y dos Oscar, el primer Oscar se lo ganó por matar judíos, el segundo por defender negros». Pero se alza de verdad un Oscar por demás merecido.
El otro Oscar en el cual nos equivocamos fue en el de Mejor Director. Steven Spielberg era nuestra opción. Sin embargo, allí ya habíamos dejado abierta la puerta para Ang Lee. Decíamos Spielberg, pensando que quizá «Lincoln», iba arrasar en los Oscar, cosa que no ocurrió. Y Ang Lee se lleva el Oscar por su trabajo con “Life of Pi”, “La Vida de Pi”, esta aventura maravillosa de dirigir al Tigre y al muchacho en el bote en medio del océano. Y esta película, si nos detenemos a ver, fue la verdadera gran triunfadora, fue la que se llevó la mayor cantidad de Oscars en total.
Muchas películas se alzan con premios en los Oscars y después pronto pasan al olvido. Algunas de estas, sin embargo, las seguiremos recordando. Quizás, «La vida de Pi», haya que incluirla entre esas que permanecerán, no así tanto , «Silver Linings Playbook», por ejemplo.
