Muchos argentinos reclaman por la libertad del país que los amparó durante los años de la dictadura
Publicado en: La Nación
Por: Helena Brillembourg
Tienen grabada en su memoria la fecha en la que aterrizaron en el aeropuerto de Maiquetía. En los años 70, escaparon hacia ese destino que sería fundamental en la vida de cada uno. Ya no viven allí, pero siguen con atención la crisis política de Venezuela, el país que supo ser su refugio cuando más lo necesitaron. Movidos por una gran preocupación ante el fraude del chavismo en las elecciones de fines de julio y ante la persecución del régimen de Nicolás Maduro contra la población que lo denuncia, el grupo sintió el compromiso de dar un testimonio de agradecimiento y, a la vez, de levantar la voz para unirse a quienes alrededor del mundo piden validar la voluntad de cambio expresada por la gran mayoría de los venezolanos en las urnas. Saben que lo hacen también en nombre de los miles de otros argentinos que, al igual que ellos, encontraron en Venezuela un lugar seguro que les dio trabajo y seguridad para sus familias.
Durante la presidencia de Cámpora, Horacio Losoviz asume como director nacional de Industrias para el área internacional, cargo que ejerce hasta fines de 1974, cuando, muy preocupado por el ambiente de desconfianza que sentía en el país, presenta su renuncia. “Así fue como acepté la oferta para abrir una empresa argentina en el exterior y sugerí que fuese en Venezuela. Con el apoyo de Eli, mi esposa, quien estaba embarazada, salimos con nuestros hijos y llegamos a Caracas en mayo de 1975. Me emociona recordar el recibimiento de los amigos venezolanos que había hecho a través del Pacto Andino. Gracias a su ayuda desinteresada pude constituir rápidamente la compañía y comenzar a trabajar. La fortuna quiso que Hans Neumann, uno de los empresarios más importante de Venezuela, se nos acercara interesado en comprarla. De esa manera comenzó una relación de años trabajando a su lado. Aprendí de todo y llegué a formar parte del comité ejecutivo de ese grupo. Mientras, en la Argentina la dictadura era cada vez más férrea y recibí a muchos compañeros de facultad que también huían de ese horror; hasta mi hermano Osvaldo y su esposa, cuyo socio había desaparecido, tuvieron que escapar. También ellos pudieron desarrollarse en ese país lleno de oportunidades. En 1987 recibo una llamada del presidente Alfonsín para proponerme la presidencia del Directorio de Empresas Públicas. No pensaba aceptar, pero al viajar a la Argentina para agradecerle, sentí que era el momento de regresar. Fue muy difícil despedirnos de Venezuela y no dejo de manifestar mi agradecimiento por todo lo que nos dio”.
Generosidad
Junto a Rodolfo Terragno, Miguel Ángel Diez creó Cuestionario, una revista de análisis político y económico que el gobierno militar cerró en 1976. “Fuimos audaces con lo que publicábamos y sabíamos las consecuencias. Después del cierre, viví con mucho temor y terminé aceptando la oferta de Terragno para irme a Venezuela. Llegué un 9 de julio, con una valija y 800 dólares en el bolsillo. La generosidad con la que fui recibido en el momento más difícil de mi vida no la olvidaré jamás. Al día siguiente, me consiguieron una entrevista con Diego Arria, ministro de Turismo, quien me contrató de inmediato; luego formé parte del proyecto que tenía junto a Terragno para hacer un diario, El diario de Caracas. Convocamos a Tomás Eloy Martínez para que fuese jefe de redacción; fue un diario rompedor; la foto de la portada, que era una especie de editorial, revolucionó el periodismo. Después lancé la revista Número, al modo de Businessweek, que fue exitosísima. Dejé Venezuela con profunda tristeza, pero era el turno de apoyar a mi esposa María Teresa, decidida a cursar una maestría en Londres. Con la democracia regresamos a la Argentina y compré Mercado, que terminó convirtiéndose en una revista de consulta. A pesar del tiempo transcurrido, nunca dejé de estar al tanto de lo que sucedía en Venezuela y me obsesiona la pregunta de cómo se hace para salir de la terrible situación en la que se encuentra.”
A su regreso de Estados Unidos, donde había reemplazado temporalmente al corresponsal de LA NACION, el periodista Jorge Sethson, quien también había trabajado en la sección de Economía del diario, recibe una oferta de Reuters para abrir una oficina en Caracas. Así es como llega en 1971 a Venezuela. “A pesar de que no salí escapando de la dictadura, el contraste fue inmenso entre esa Argentina gris de los años de Onganía y un país en el que respirabas la paz democrática. Me parecía genial que Rafael Caldera, quien gobernaba en ese momento, diera semanalmente una rueda de prensa en la que podías preguntar lo que fuese. Dejé Reuters para dirigir la sección internacional de El Nacional. Allí viví la nacionalización del petróleo y el boom económico de Venezuela. Tuve llegada directa a Carlos Andrés Pérez, un presidente que, a pesar de sus errores, logró posicionar a su país en el mundo. Se creó el Sistema Económico Latinoamericano (SELA) y me invitaron a manejar las comunicaciones del organismo. Estuve allí hasta 1980, cuando me contrataron para trabajar en el Pacto Andino en Lima. Con la victoria de Alfonsín sentí que tenía que regresar a mi país. Mantuve siempre mi conexión con Venezuela, por eso hoy se me saltan las lágrimas al ver lo que sucede allá”.
Daniel Divinsky estaba al frente de Ediciones de la Flor, la mítica editorial que fundó junto a Ana María Miller, su exmujer, cuando ambos fueron arrestados y llevados a prisión por la publicación de un libro de cuentos infantiles que fue considerado subversivo. A su liberación, luego de pasar 127 días presos, los editores de la obra de Quino y Fontanarrosa decidieron exiliarse. “Gracias a la diligencia de Terragno, conseguimos que la embajada venezolana nos diera una visa de turismo, y así llegamos a Caracas en enero de 1978 acompañados de nuestro hijo de dos años. Ángel Rama, el gran intelectual uruguayo, nos consiguió trabajo. Tuve a mi cargo la distribución de la Biblioteca Ayacucho, editorial patrocinada por el Estado, que se encargaba de publicar los clásicos de la literatura iberoamericana. Fui jefe de las páginas de cultura y espectáculos de El Diario de Caracas, donde nos invitaron a dirigir una colección de libros dominicales y llegamos a sacar más de 150 libros de temáticas diversas. Venezuela era un país con una alegría inmensa, en el cual la democracia era un valor dado, eso no estaba en debate. Parecía que seguiría así durante 1000 años.”
Para los hijos de Julio Broner, Edgardo y Marcela, así como para su yerno, Gabriel Taraciuk, llegar a Venezuela fue respirar la libertad. Recuerdan el día como un nuevo nacimiento: 25 de octubre de 1976. Broner, creador de Wobron, ícono de la industria argentina y presidente de la Confederación General Económica, se había convertido en un perseguido por la Junta Militar de 1976. Tras un intento de asesinato, decide exiliarse en Venezuela. “Desde allí seguía manejando su empresa, pero en 1977 saliendo por Maiquetía, lo detienen por una orden de extradición del gobierno argentino. Había un avión militar dispuesto a traerlo de vuelta. Gracias a la intervención de varios contactos, lograron que se quedara en Venezuela, donde pasó seis meses detenido enfrentando un juicio por extradición. La Corte Suprema venezolana terminó rechazándola y pudo recobrar su libertad. Como le habían quitado la ciudadanía argentina, el gobierno de Carlos Andrés Pérez le otorgó la nacionalidad. Siempre amó Venezuela por haberle salvado la vida y por ser el país donde vio nacer a sus nietas. Sabemos de muchos argentinos a los que, junto con nuestra madre, ayudó a establecerse en Venezuela. Con la vuelta de la democracia y el cierre de todos los procesos judiciales iniciados en su contra volvieron a la Argentina, pero no se establecieron hasta 1987, cuando por problemas de salud se queda definitivamente en Buenos Aires, donde fallece en 1990″.
Apoyo desde lejos
Hoy todos siguen conmocionados las noticias y se preguntan dónde quedó ese país que era ejemplo de democracia. ¿Cómo es posible que el organismo oficial haya declarado vencedor a Maduro, cuando las actas electorales en manos de la oposición demuestran que Edmundo González obtuvo el 67% de los votos? Están al tanto del pronunciamiento del Centro Carter y del panel de la ONU, únicos observadores internacionales que permitió el gobierno, avalando el triunfo de González. Por eso, piden a la comunidad internacional que no abandone el reclamo de una población que exige se respeten los resultados. No conciben que exista represión, secuestros y tortura en el lugar al que llegaron huyendo de esos mismos males y afirman que siguen cantando el “Gloria al bravo pueblo”, el himno venezolano, en apoyo a una ciudadanía que lucha por recuperar ese país que en un momento también fue suyo.