Publicado en: Prodavinci
Por: Mari Montes
“El joven Roger Hornsby amaba tanto el uniforme de béisbol, que lo usaba todo el tiempo como le era posible, incluso en su propio jardín.”
C.Paul Rogers, escritor.
De ellos dos se dicen cosas parecidas.
Miguel Cabrera va por Roger Hornsby en la lista de quienes más hits han conectado en la historia. Hornsby dejó en su cuenta definitiva en 2.930 imparables, espaciados en veintitrés temporadas que transcurrieron entre 1915 y 1937. Jugó pelota desde su infancia, debutó a los 19 años de edad y se mantuvo vinculado al béisbol hasta que murió.
Cada vez será más difícil ver a un jugador de diecinueve, veinte o más temporadas en las Grandes Ligas. Para llegar a esas cifras, deben mantenerse sanos, en óptima forma para estar a la altura de la exigencia, y ser consistentes en el rendimiento. Solo así pueden permanecer jugando. Por eso es un club con pocos miembros. La longevidad no es valorada como una virtud en el negocio del béisbol, los equipos buscan ser eficientes, y cuando un jugador comienza a declinar en su rendimiento, termina su historia como activo. No hay paciencia: el que no rinda, se queda afuera.
Dice su biografía en Baseball Reference, que Roger Hornsby fue conocido como “El Rajá”. El sobrenombre fue producto de una especie de moda de entonces, derivada del éxito de una película protagonizada por la estrella del cine mudo Rodolfo Valentino “The Shaike” (El Jeque), que fue un éxito en 1921. En Estados Unidos quedó un encanto con todas las cosas promedio «árabes». Como resultado, Babe Ruth se hizo conocido como el «Sultán de Swat» y Hornsby el «Rajá de Swat», pronto acortado a «el Rajá”.
Tenía un carácter difícil, prefería hablar con su bate, y con el bate era hostil cuando enfrentaba a sus rivales. Según cuenta C. Paul Rogers III en su ensayo sobre Roger Hornsby en SABR.org: “Hornsby era casi tan conocido por su franqueza y total falta de diplomacia, como por su destreza con un bate. Rara vez discutía con los árbitros, pero decía lo que se le pasaba por la cabeza a cualquier otra persona, incluidos los propietarios para quienes trabajaba. El dueño de los Cardenales, Sam Breadon, comentó que escuchar a Hornsby era como “tener el contenido de una trituradora de rocas, vaciada sobre su cabeza.’
Una vez, cuando jugaba en la segunda base para los Gigantes de Nueva York, en 1927, estaba cenando con Eddie «Doc» Farrell, el joven campocorto del equipo. Un periodista deportivo se detuvo junto a la mesa y le preguntó a Hornsby si pensaba que los Gigantes podrían ganar el banderín. ‘No con Farrell jugando en el campo corto’, fue su respuesta”. Era un solitario, a veces terminaba el juego y él se marchaba sin hablar con nadie, se alojaba en una habitación solo para él, y a menudo comía sin compañía.
Le gustaba hacer desplantes. Los cronistas de la época se encargaron de registrar algunos, pero no es eso lo que importa de su carrera. Todos los textos coinciden en algo que sabemos quienes debemos hurgar a menudo en la historia del béisbol: siempre que se hable de los mejores bateadores, en la lista más reducida, tiene que aparecer Roger Hornsby, si la conversación es seria.
Bateó de por vida de .358 en 23 temporadas, escolta de Ty Cobb, quien dejó su promedio en .367, y supera con holgura a Tris Speaker (.345), Ted Williams (.344), Babe Ruth ( .342), Lou Gehrig (.340) y Stan Musial (.331).
Escribe C.Paul Rogers sobre Hornsby: “Realmente no se debate que Hornsby es el mejor bateador derecho de todos los tiempos; está significativamente por delante de notables como Harry Heilmann (.342) y Al Simmons (.334).”
Fue de esa clase de jugador cuya habilidad le hizo ganarse el respeto de los umpires, lo que de alguna manera le dio una ventaja sobre los lanzadores que enfrentaba y los obligaba a ser mejores.
Es repetida con insistencia una historia apócrifa pero que aparece en todos los relatos, que dice que una vez el árbitro Bill Klem (también Salón de la Fama) cantó un pitcheo adentro como una bola en lugar de un tercer strike. El lanzador se disgustó. Hornsby conectó un jonrón con el siguiente envío y Klem supuestamente le dijo al pitcher: «Mira, cuando esté lo suficientemente cerca para ser un strike, el señor Hornsby te lo hará saber”.
John McGraw lo definió como “Mejor bateador que Babe Ruth” y Frankie Frisch dejó esta frase para la historia: “Es el único tipo que conozco que puede batear .350 en la oscuridad”.
En su ficha en Baseball Almanac, se lee: “Rogers Hornsby nació en Winters, Texas, el último de los seis hijos de Ed y Mary (Rogers) Hornsby. Cuando tenía dos años, su padre murió por causas desconocidas. Cuatro años después, los Hornsby se mudaron a Fort Worth, Texas, para que los hermanos de Hornsby pudieran conseguir trabajos en la industria del envasado de carne, para mantener a la familia. Hornsby comenzó a jugar béisbol a una edad muy temprana; una vez dijo: ‘No puedo recordar nada de lo que pasó antes de tener una pelota de béisbol en la mano’. Aceptó un trabajo en la planta de la industria cárnica de Swift and Company como mensajero cuando tenía 10 años, y también fue utility del cuadro en su equipo de béisbol escolar. A la edad de 15 años, Hornsby ya jugaba para varios equipos semi profesionales. También jugó béisbol para North Side High School hasta el décimo grado, cuando se retiró para tomar un trabajo de tiempo completo en Swift and Company. Mientras estaba en la escuela secundaria, Hornsby también jugó en el equipo de fútbol americano, junto con el futuro miembro del Salón de la Fama del Fútbol Americano Universitario, Bo McMillin.”
Sus estadísticas son la constancia de su excelencia como jugador, y también como manager y coach. Ni la lesión en la rodilla izquierda que le afectó por un tiempo, ni su carácter irascible, fueron más determinantes que su talento y entrega en el béisbol.
Rogers Hornsby ganó dos premios MVP de la Liga Nacional (1925 y 1929), dos veces la Triple Corona de bateo (1922 y 1925), dos veces fue líder de triples (1917 y 1921), dos veces líder de jonrones ( 1922 y 1925), tres veces líder en bases por bolas (1924, 1927 y 1928), cuatro veces líder en hits (1920-1922 y 1924), cuatro veces líder en dobles (1920-1922 y 1924), cuatro -veces líder de carreras impulsadas (1920-1922 y 1925), cinco veces líder de carreras anotadas (1921, 1922, 1924, 1927 y 1929), siete veces líder de bases totales (1917, 1920-1922, 1924, 1925 y 1929), siete veces campeón de bateo (1920-1925 y 1928), nueve veces líder en porcentaje de embasado (1920-1925, 1927, 1928 y 1931) y nueve veces líder en slugging (1917, 1920- 1925, 1928 y 1929). Fue elegido miembro del Salón de la Fama de Cooperstown en 1942.
De Roger Hornsby describió el escritor Joe Williams: «Si la consistencia es una joya, entonces el señor Rogers Hornsby es un collar perlas».
Contrario a la vida relajada que llevaban algunos jugadores que fueron sus contemporáneos, Hornsby no bebía alcohol, tampoco consumía tabaco de ninguna manera. Le gustaba comer carnes rojas, tomaba litros de leche entera todos los días, le gustaba comer helados y “descansar lo suficiente”, eso era 12 horas al día. Según C.Paul Rogers: “Fue famoso que no leía nada más que las páginas de deportes o iba al cine, supuestamente para evitar la tensión en sus ojos. En el camino, se hizo conocido como el campeón del lobby de la historia del béisbol, no leyendo, sino sentado durante horas viendo pasar a la gente. Sus intereses y temas de conversación se limitaban prácticamente al béisbol, y las carreras de caballos”. En su vida sentimental no tuvo la mejor suerte, debió divorciarse de su primera esposa involucrado en una historia de infidelidad con una mujer casada. Fue un escándalo que trascendió más allá de las puertas de su casa, porque tuvo que atender dos demandas, la de su divorcio de Sarah, la madre de su hijo, Roger Hornsby Jr. y del esposo de su amante, Jeannette Pennington, con quien se casó meses después, para divorciarse otra vez en 1945.
Cuenta Rogers: “En diciembre de 1949 se enteró de que su hijo, a quien no veía desde hacía 29 años cuando terminó su primer matrimonio, Rogers Hornsby, Jr., había sido asesinado en una misión de entrenamiento en un B-29 modificado. Su primera esposa le negó que asistiera al funeral. Así terminó una década difícil para el Rajá.”
Finaliza el artículo: “Por otro lado, Hornsby sentía un gran cariño por los niños y había trabajado con miles durante muchos años. Era un manager de ligas menores más exitoso que en las Grandes Ligas, lo que sugiere que tenía más paciencia en ese nivel. Pero como jugador era tan bueno, que cualquier equipo de todos los tiempos, sin él en la segunda base, sería muy sospechoso. ‘El Rajah’ era la realeza con un bate en sus manos.”
En el otoño de 1962, fue internado en el Hospital de Chicago para una cirugía de cataratas y sufrió un derrame cerebral. Permaneció en el hospital durante las fiestas de navidad, y el 5 de enero de 1963, sufrió un infarto y murió. Tenía 66 años de edad.
La cita más famosa de “El Rajah”, resume su vida, una respuesta que dio a la pregunta de qué hacía fuera de temporada: «Miro por la ventana y espero la primavera».
Miguel Cabrera continúa su ascenso en la lista de los hiteadores más fecundos de las Grandes Ligas. Más de 20 mil jugadores han visto acción en la Gran Carpa en 150 años de historia, cuando el venezolano conecte el imparable 2.931, dejará atrás a Hornsby y estará brevemente solo en el puesto 39, hasta que alcance y desplace al siguiente, Willie Keeler.
Días atrás, Albert Pujols, el mejor bateador latinoamericano de todos lo tiempos, cuya carrera y la de Miguel han ido prácticamente en paralelo, ubicado en el puesto 13, detrás de Willie Mays, en la lista de hiteadores, aún activo y sumando, en su temporada número 21, nos dijo: “Miggy (Cabrera) es el mejor bateador derecho que yo he visto”.
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Fuentes:
https://www.baseball-reference.com/players/h/hornsro01.shtml
https://baseballhall.org/hall-of-famers/keeler-willie
https://www.baseball-almanac.com/players/player.php?p=hornsro01
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