Por: Floralicia Anzola
8 años de investigación, 5 en el exilio y la historia no ha terminado.
El documental deja una clara evidencia de cómo se fue generando la investigación, qué cabos fueron apareciendo y cómo el poder político estuvo involucrado desde el principio en el caso. Detalla con pormenores el tipo de trabajo que hace un periodista comprometido con sus principios. Muestra los negocios orquestados y la calidad del trabajo investigativo y el esfuerzo para acceder a información de primera mano.
Los entrevistados confirman la tesis de que Saab era un informante de la DEA, que tenía vinculación con Tareck El Aissami en el negocio petrolero, pagaba a diputados “alacranes”, esos falsos opositores, que muchos de los contratos que obtuvo no fueron correspondidos con las obras por las que fueron contratados, caso construcción en Carabobo. Desnuda el entramado de empresas y conexiones en Rusia.
Quizás lo más relevante es que el documental muestra el trabajo detallado de un periodista abocado a conseguir la verdad, focalizado en exhibirla a toda costa.
Nos quedan varias interrogantes: ¿Cómo habiendo revelado información contra Maduro y su entorno, Nicolás genera toda una campaña de defensa nacional para liberarlo? ¿Por qué quienes fueron sus aliados dentro del gobierno, El Aissami, por ejemplo, están presos y acusados y él, no? ¿Qué pasó en la sociedad con Álvaro Pulido? ¿Está todo el gobierno, más allá de Maduro, actuando como cómplice de este escandaloso robo? De esos billones de dólares perdidos ¿cuántos podrían llegar o ya llegaron a manos de algunos funcionarios del régimen? ¿Puede “esa factura” mil millonaria valer más que la verdad? ¿Fue Tareck El Aissami el único culpable del vergonzoso hurto a la nación? ¿queda alguien en inocente dentro del estatuto que gobierna Venezuela?
